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ROCAFORTE

Batallas del Alto de Rocafort. La Francesada. Hacia noviembre del año 1809, una columna francesa de 500 hombres fue perseguida por las partidas de guerrilleros de Javier de Mina y de Sarasa hasta el alto de Rocafor, donde los guerrilleros cesaron en su persecución a la vista de las numerosas tropas francesas que acudían en auxilio de la columna. Los franceses tuvieron numerosas bajas y treinta cayeron en poder de los guerrilleros. La partida de Mina se dirigió seguidamente hacia el lugar de Peña, mientras que Sarasa se encaminó hacia Aragón. El 11 de enero del año 1812 tuvo lugar una batalla en el valle de Rocafort entre la división de guerrilleros de Francisco Espoz y Mina y una columna francesa de dos mil infantes, ochenta jinetes y dos piezas de artillería según unos y cuatro mil jinetes y dos cañones según otros, mandada por el general Abbé. Esta columna entró en el valle de Rocafort procedente de Pamplona y con ánimo de sorprender en Sangüesa al general Mendizábal, que se encontraba allí con la caballería de Longa, y al cuarto batallón de la división de Espoz. Pero el resto de la división de guerrilleros, que estaba en Huesca, vino a ofrecer sus respetos al general Mendizábal y al saber que Abbé se dirigía a Sangüesa le salió al paso. Las tropas de Espoz se encontraron con las avanzadas francesas a un cuarto de hora de Sangüesa y les obligaron a retroceder, causándoles seis muertos y diez prisioneros. Mandó después Espoz desplegar las fuerzas, colocando el tercer y cuarto batallón a la izquierda del lugar elegido para el combate; el primero en el centro, apoyado por la caballería de Longa; y el segundo a la derecha. Después rogó Espoz al general Mendizábal que dirigiera la acción, pero éste le cedió el mando. Los franceses ocuparon una altura, donde colocaron dos violentos y Espoz dio las órdenes oportunas para acometerles. Rompieron el fuego los batallones 1.°, 3.° y 4.° para contrarrestar el de los violentos y proteger al segundo batallón, que, mandado por Gregorio Cruchaga avanzaba trepando por la montaña. Pese a la violencia del fuego francés, el segundo batallón logró llegar a la altura, arremetiendo contra la artillería y apoderándose de los cañones, dando lugar a que los otros batallones escalaran la montaña. Entonces toda la división atacó por uno y otro lado a los franceses, llevándoles en fuga hasta el lugar de Nardués. Las bajas francesas durante esta acción sumaron más de seiscientos hombres muertos, quedando heridos la mayor parte del resto. Por su parte los guerrilleros sufrieron más de doscientas bajas. Al día siguiente el general Abbé con su gente entró en Pamplona. Días después fueron llegando más soldados franceses rezagados y heridos, que fueron bastante ayudados por los pueblos. Al día siguiente de la batalla el general Mendizábal felicitó a la división en Sangüesa, donde se celebró un solemne «Te Deum» con salvas de artillería y fusilería.