Councils

ROCAFORTE

Urbanismo y construcciones civiles

Rocaforte, la primitiva Sangüesa, a la que durante muchos años siguió llamándose "Sangüesa la Vieja", fue levantada como baluarte defensivo sobre el río Aragón, en un punto de aventajada defensa y buena visibilidad. Durante siglos el casco urbano se arracimó en torno al castillo, hoy totalmente desaparecido y a la espera de una prospección arqueológica bien justificada. Nos consta la existencia de alcaides desde 1276 hasta su demolición cuando la conquista castellano-aragonesa, en 1514. Sí parece claro que en su emplazamiento se tuvo en cuenta el control del río, así como el de un antiguo camino que lo cruzaba, y además se hallaba a la vista de otro puntal defensivo altomedieval, el monasterio de Leire, que desde aquí se divisa. Con la creación del nuevo burgo sangüesino los reyes navarros quisieron que no decayera Rocaforte, que así seguiría siendo un buen apoyo defensivo, para lo cual el célebre Castellón de la nueva ciudad, encaramado en el monte Arangoitz, se mantuvo también a la vista del castillo viejo de Rocaforte.

El caserío se levanta en pendiente, formando un semicírculo que busca la mejor orientación. Se distinguen dos barrios, alto y bajo, y sus calles tienen pendientes pronunciadas, aunque intentan seguir, en lo posible, las curvas de nivel. Desaparecido el castillo, la iglesia, situada inmediatamente debajo, ocupa hoy lugar preferente del núcleo. El llamado barrio alto está conformado por una decena de casas de dos alturas, con fachadas de piedra sin enlucir y tejados a dos aguas. Una de ellas, situada en un extremo, tiene visos de antigüedad, con planta muy alargada, puerta adintelada y reforzada con ménsulas, y una ventanita encima, geminada, con dos arquillos conopiales separados por una columnita central. Puede datarse como de finales del XV o principios del XVI.

En un nivel más bajo, "Casa Donato" es un elegante caserón de planta cuadrada y dos alturas, más tejado a cuatro vertientes. Los muros van sin enlucir, dejando ver una mampostería menuda, y los vanos, que llevan antepechos, son rectos a excepción de las dos ventanas conopiales de la planta baja. Ante la puerta hay un pequeño zaguán sobre columnas. Junto a la iglesia hay otra casa de similares características, muy arreglada y con el escudo de la villa representado en un vistoso mural de fachada en cerámica, elaborado por el taller Guallart de Castellón. Cerca se abre una plaza de planta rectangular, que se ciñe al abrupto relieve, y algo más adelante una casita de menores pretensiones, con una puerta de arco rebajado, solitario balcón superior y escudo también en cerámica. Como en la mayoría de las casas, falta el enlucido que seguramente existió antiguamente, dejando ver una burda y muy menuda mampostería.

Ya en la parte baja del casco urbano, una placita de planta irregular presenta en uno de sus lados un edificio muy reformado, con parte superior en ladrillo evidentemente añadida, a la que se adosan dos casas más bajas, de las cuales una luce arco ligeramente apuntado y de cortas dovelas, y ventana por encima. Otra casa, también muy reformada y con una terraza superior añadida, lleva puerta con arco de medio punto y ventana descentrada geminada, con arcos conopiales y pilar central de sección cuadrada. En peor estado de conservación se encuentra una casa de traza gótica situada muy cerca. Tiene tres alturas, y aunque las ventanas han sido evidentemente alteradas, conserva un recio portalón apuntado, con trece dovelas largas, intradós decorado con moldura en forma de media caña, y clave en la que se ha labrado en letras góticas el anagrama de Cristo IHS, decorado con una minúscula estrellita de seis puntas. Se trata de un elegante ejemplar de puerta gótica, seguramente datable como de fines del XV, y que nos recuerda a otros vistos en Ardanaz de Izagaondoa, San Vicente de Urraul, Esparza de Salazar etc.

Ermitas

Se citan las de San Miguel y San Bartolomé. La ermita de San Miguel se encontraba en el entorno del actual polígono industrial. Tenía casa para el ermitaño y se perdió hacia 1793.

Según la tradición, la ermita de San Bartolomé fue la primera fundación directa de San Francisco de Asís en su paso por la Península Ibérica camino de Compostela, hacia el año 1213. En cualquier caso, el convento franciscano se trasladó a Sangüesa en 1266, a instancias del rey Teobaldo II, y el emplazamiento quedó abandonado. Posteriormente, en 1635, el convento fue reconstruido, y los monjes volvieron a él entre 1721 y 1821, cuando la desamortización conllevó su abandono.

El convento, que va adosado a la iglesia por su frente meridional, es un caserón dieciochesco de desarrollo horizontal y planta rectangular, con dos alturas y tejado a dos aguas con limas en los extremos. Se construyó en sillarejo y sus muros iban enlucidos, revoque que se ha perdido en gran medida. Cerca se localiza una fuente que lleva la inscripción: ESTA FUENTE HIZO/ FRANCISCO SAN (...) PARA VILLA DE ROCA/ FORTE AÑO DE 1784.

La iglesia consta de una única nave, dividida en cuatro tramos y con cabecera semicircular. Dos capillas hacen las veces de transepto, y tiene una pequeña sacristía de planta rectangular, adosada a la cabecera por el lado de la Epístola. Los muros son de sillarejo, que al interior debieron ir enlucidos y con pinturas, de las cuales quedan algunos restos, datables en época gótica. Dos arcos de medio punto dan paso a las capillas, y el arco del triunfo va sobre pilares con ménsulas labradas, en las que se representan cabezas y bolas. Daban iluminación al interior una serie de ventanas, algunas de ellas hoy cegadas, que se abrían en el lado de la Epístola y en el muro de los pies. Se cubre con bóveda de lunetos barroca, con arcos fajones de la misma época. Muestra pinturas coetáneas. Las capillas llevan el mismo cierre, mientras que la cabecera recibe una bóveda de horno románica, elemento restante de una primitiva fábrica. El acceso se abre por el lado de la Epístola, y consta de arco de medio punto simple.

Al interior, preside el templo una talla de la Virgen con el Niño, renacentista del XVI. Hay también una imagen de San Pedro del mismo estilo y época. Ambas se encuentran en mal estado de conservación.

Parroquia de la Asunción

Se trata de una iglesia de origen medieval, aunque alterada entre los siglos XVI y XVIII. Consta de una única nave dividida en dos amplios tramos cuadrados, más una cabecera rematada en testero recto. Dos capillas laterales, simétricamente dispuestas, hacen las veces de embrionario transepto. Tras esta cabecera se aprecian restos de otros dos ábsides semicirculares, probable resto de una cabecera triple hoy desaparecida, pero que ha conservado parcialmente algunos restos de pinturas góticas. El acceso se practica en el segundo tramo, por el lado de la Epístola, y la sacristía se abre tras la cabecera. Esta última es barroca, de planta rectangular. Al muro de los pies, por último, se adosaba una capilla bautismal de planta cuadrangular, que tuvo su propio acceso, hoy cegado.

Los muros son de sillería someramente escuadrada al exterior, y al interior van enlucidos con imitación del despiece de sillares. Dan iluminación a la nave una ventana de medio punto abierta en el muro de la Epístola y un rosetón abocinado en el muro de los pies, donde además se levanta un coro moderno de madera.

Se cubre la iglesia con dos tramos de crucería simple, que se complica con un tramo de terceletes en la cabecera. Se articula mediante arcos fajones de perfil apuntado, que apean en ménsulas semicirculares encastradas en el muro. Las capillas laterales reciben sendos tramos de bóvedas de cañón, mientras que la sacristía lleva dos tramos de bóvedas de lunetos propias de la época en que se edificó esta estancia.

Al exterior destacaremos la torre, de planta cuadrangular y que se eleva sobre la cabecera. Lleva dos huecos rectangulares para alojar las campanas. La puerta va cobijada por un pórtico trazado entre un contrafuerte y una de las capillas laterales. La distancia se salva mediante un único arco de ladrillo, de perfil rebajado. La puerta propiamente dicha consta de un arco de medio punto, con cuatro arquivoltas aboceladas y sin decoración, además de un guardalluvias exterior de perfil conopial. Este último apea en ménsulas, mientras que las arquivoltas lo hacen en columnitas con pedestal, basa y capiteles poligonales. Se puede clasificar esta portada como de estilo gótico tardío, y perteneciente al siglo XVI.

Al interior, el presbiterio va ocupado por el retablo de la Asunción, que es obra neogótica del siglo XIX. En cuanto a la imaginería, llama la atención el grupo de la Asunción, de fines del siglo XVI. Todavía en este mismo ámbito encontramos un Crucificado barroco de talla simple y popular. En el lado del Evangelio se halla el retablo de la Virgen con el Niño, de arquitectura neogótica pero con alguna figura reaprovechada, como la Santa Águeda romanista. Adosado al muro de la Epístola, por su parte, se encuentra el retablo de San Francisco Javier, manierista y que alberga las tallas de San Francisco y de Santa Catalina, así como relieves de Santiago y Santa Lucía. En la sacristía, por otro lado, hay una figura de bulto de la Virgen con el Niño, renacentista del XVI, y algunas obras de platería.

Joseba ASIRON SAEZ (2008)