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OÑATI

Nuevos pleitos. Tanto el período de Pedro Vélez como el de Catalina de Guevara vieron florecer nuevos pleitos entre el Concejo y los Señores. Durante el gobierno de la segunda, el Concejo oñatiarra se atrevió en 1597 a servir a la Provincia con una compañía para la defensa de la frontera. Sintiéndose la condesa agraviada con semejante paso, gestionó contra él. Oñati no consintió en las pretensiones de la condesa lo que dio después origen a un pleito que se siguió ante el Consejo Supremo de la Guerra, siendo su resultado haber obtenido el segundo en el año de 1614 una real ejecutoria favorable a sus intenciones. A pesar de ella, en el de 1638, envió el Concejo su compañía de ciento ochenta infantes con sus oficiales a las órdenes del coronel de la provincia contra los franceses sin licencia de la condesa. Querellóse nuevamente ésta de tal hecho, y en virtud de las gestiones logró en dicho Consejo una sobrecarta por la cual se mandó el cumplimiento de la librada en el año de 1614. Por otra real cédula se declaró que la villa se había entremetido sin facultades en nombrar los oficiales y disponer de la gente. Consiguiente a estas resoluciones, mandó el general que la compañía de Oñati se entregase al alférez nombrado por la condesa, para que la gobernase mientras no hubiese alguna otra orden del Rey o persona nombrada por el Consejo de la Guerra. Tal fue la práctica que se observó posteriormente en esta materia. Sin embargo, hay que advertir que estas prerrogativas militares del Conde solamente se entendieron valederas mientras estaba presente en la villa de Oñati, y no cuando se hallaba fuera de ella. No habiendo en el último caso en esta villa más jurisdicción ordinaria que la del Alcalde, a éste tocaba entonces la capitanía a guerra de su gente. Por lo tanto, como el Conde residió posteriormente en la corte del Rey, su antigua prerrogativa militar estuvo sin uso y quedó abolida con la extinción de los derechos señoriales en el s. XIX.