Literary Figures

Mokoroa Muxika, Justo (1990 version)

Ibar, Iparralde, Argizale. Sacerdote y escritor guipuzcoano nacido en Tolosa el 28 de mayo de 1901, hijo del también escritor Valeriano Mocoroa. En 1914 ingresa en el noviciado de los PP. Escolapios formándose en los centros de Tafalla, Iratxe y Zaragoza. Se inicia desde muy joven en el movimiento euskerista muy nutrido ya desde entonces de sacerdotes. En 1923 inicia sus escritos en euskera con el pseudónimo «Iparralde» ordenándose el siguiente. Entre 1933 y 1936 fue asistente y secretario provincial de su Orden al crearse la Provincia de «Vasconia». Colabora desde 1926 en «Argia», «Euskal Esnalea» (1920-1923) (premios en sus Concursos), «Zeruko Argia» y «La Voz de Navarra». Meses antes de la guerra publicó su polémico Genio y Lengua (Tolosa, 1935) en el que sintetiza, de forma elocuente y documentada, la creencia del nacionalismo de su época de que la lengua de un pueblo infunde carácter formando parte esencial del genio del mismo. Es, pues, Mocoroa, a nuestro entender, un teórico importante del volksgeist al que la historiografía apenas ha tenido en cuenta. Sirvan de muestra de su pensamiento los siguientes párrafos de la citada obra:

«Con lo dicho, hemos querido dejar insinuada la trascendentalidad del euskera en la conservación del genio de nuestro pueblo. Danzas y deporte, arte y costumbres, obra son de ese genio; y, aunque es lógico que, normalmente, sigan las visicitudes del mismo, se concibe, al menos en teoría, que pudieran desaparecer o transformarse sin menoscabo de su causa ni de la nacionalidad. Pero el euskera es el receptáculo vital que se creó, en el que se contiene y por el que se recría incesantemente en las nuevas almas el genio vasco. ¿Cómo impedir que se malograra y disipara éste, dejando de destruirse aquél? No es el determinismo de Taine quien guía este razonamiento. Ni siquiera de las leyes del atavismo hay necesidad de echar mano. Basta tener ojos y saber mirar. Ahí está palpable y sangrante el hecho de las zonas des-euskerizadas. Ciñéndonos al aspecto moral y religioso solamente: no era ningún determinista ni tenía por qué abrigar prejuicios de orden sentimental el obispo de Pamplona que, hace unos años, dio testimonio a la verdad, y atribuyó sin rodeos a la pérdida del euskera la mayor indiferencia y relajación de algunos territorios erderizados de su diócesis. (Monseñor López Mendoza). Resumiendo, deduciendo y concretando, para los fines de nuestro estudio:
a) Al patriota-moralista le interesan las características del pueblo vasco -la civilización vasca- no tanto por ser vascas, cuanto por ser excelentes y ejemplares; por la incomparable superioridad que en ellas se advierte respecto de las que amenazan suplantarlas; y por la previsión de que con cualquier cambio habíamos de salir perdiendo.
b) Es ciego e inútil empeñarse en salvar estas características olvidando o descuidando el genio que las produjo, y de cuya vida pende su suerte.
c) El blanco racional de las miras de todo patriota no puede ser otro que la vigorización del genio nacional.
d) El genio vasco no se confunde con la conciencia nacional. Puede darse lo uno sin lo otro. Hay sujetos muy vascos que no lo echan de ver; y puede haber «nacionalistas» que carezcan de genio vasco. El día que genio y conciencia prevalezcan hermanados en nuestro pueblo, todo se habrá salvado. Todo se perdería con que llegara a perecer el genio. Tampoco es éste una simple afirmación o un mero sentimiento. No se es más vasco por pasarse la vida proclamándolo. Alá no será Dios ni Mahoma su Profeta, por mucho que se obstine en pregonarlo a todos los vientos, cada vez que da la hora, el fanático muezín desde la almena de su mezquita. Menos puede ser todavía el genio vasco una cosa tan negativa como el no sentirse español o francés...
e) El genio vasco es algo objetivo, que se posee o no, independientemente de la opinión que uno tenga de sí mismo. Se cifra, a nuestro entender, en dos atributos: «mentalidad» vasca y «sensibilidad» vasca: visión y apreciación de las cosas al modo habitual de la comunidad vasca.
f) Estos hábitos psicológicos que constituyen el genio, creemos que son, a la vez, producto de la disposición natural (instinto de raza) y de la educación (medio ambiente). Pero, más de este último factor que del primero: conocemos americanos (y no americanos...) que con sus tres y aun cuatro apellidos vascos tienen que sentirse extranjeros en un ambiente euskaldún, ...y no porque sea el idioma su más poderoso aislador.
g) El órgano vital del genio vasco es el euskera. Sin él no son posibles la perspectiva, el gusto estético y la estimativa de los valores morales al modo predilecto del vasco. Por el euskera, y sólo por él, nos educamos en vasco. Vasco=Euskaldun.
h) Hay tan íntima relación entre el genio colectivo y el idioma, que no concebimos pueda subsistir el uno sin el otro. La adopción voluntaria o involuntaria de otra lengua cualquiera implica, ipso facto, el abandono o la pérdida del genio que aquel idioma representa. Si se perdiera, pues, el euskera como idioma (lengua hablada), dejaría de existir el alma de la «nacionalidad» vasca.
i) Consiguientemente, en el orden de nuestras actividades patrióticas, el primer valor, el que reclama el máximo aprecio y la máxima solicitud, es la condición de euskaldun. Y, amenazada de muerte la nacionalidad en el órgano vital de su idioma, todo dispendio de energías que redunde en provecho de la lengua extraña, y contribuya a afianzar sus conquistas en nuestra tierra, toda condescendencia con el erdera que no legitime la apremiante necesidad de usarlo como despertador de conciencias aletargadas o como subsidiario provisional de erudición, es obra antipatriótica y suicida: son socorros que se debían en justicia al Idioma, y que éste pierde; y son armas que se entregan impíamente al que viene a llevársenos el Alma. En definitiva: Si el título de Vasco no es un adjetivo inconsistente; si es más que un convencionalismo; si responde a una realidad, y ésta no es otra que la posesión del Genio Vasco; habrá que proclamar, y proclamar insistiendo hasta que se conmuevan las esferas, esta conclusión irrebatible: Rasgos étnicos y sentimiento nacional aparte, tanto tenemos de vascos cuanto tenemos de euskaldunes».

Como tantos compatriotas suyos se vio obligado a abandonar el país marchando a Aire-sur-Adour y a Chile donde publicó parte de una Antología literaria euskérica en el «Euzkadi» de Chile titulada Gure baratzeko loreak. Publica también otras colaboraciones suyas en Buenos Aires. Regresó al país a mediados de los 50 pasando a ser rector de los PP. Escolapios de Bilbao entre 1955-1958. En 1958 publica una traducción de El último tamborilero de Erraondo, de Campión. Se opone, desde sus primeras manifestaciones, a la unificación literaria del euskara publicando en 1956 De vida o muerte. Operación salvamento. Interesa cómo argumenta Mocoroa su negativa enlazándola con su teoría precedente (Lengua vasca de hoy y de mañana, Auñamendi, San Sebastián, 1971, 116 pp.):

«Mi postura frente a la Unificación Dialectal y su corolario, la Unificación Ortográfica, era bien conocida de hace tiempo. Quien sostuvo hace treinta y seis años, y sigue sosteniendo en sustancia, los principios defendidos en «Genio y Lengua» no podía sino deplorar con toda su alma el sesgo que las cosas han ido tomando entre nosotros en este terreno; y así lo dio bien a entender a los reunidos en Aránzazu en 1968. (...). Lo único que se atreverá a predecir una persona consciente de la realidad vasca, la tradicional y la de hoy, es que el futuro contingente de tal unificación no podrá ser, aun en el mejor de los casos, sino término de una lenta y feliz evolución. Digo «en el mejor de los casos» porque cabe también imaginar otros desenlaces: por ejemplo, una sucesiva desaparición de todos los dialectos de la lengua vasca hasta el último, al modo como han ido cediendo el paso al habla castellana el riojano, el alavés, el navarro meridional, el roncalés (por lo visto); y como también en nuestros mismos días lleva trazas, según dicen, de ceder el suyo al francés el dulce euskera suletino (...). Lo que sí, en cambio, he encontrado siempre es que las unificaciones conocidas han solido ser no obra de planificación técnica, sino resultado de un lento juego de fuerzas históricas de diverso nombre; llámense políticas, de colonización, sociales, económicas, demográficas, de cultura, de prestigio literario. ¿Que nosotros no podemos aguardar a que surja un Dante, ni abandonarnos pasivamente al resultado de esos juegos de fuerzas, pues la lengua se nos va y la hora urge?... Eso es otra cosa. (...).» «La lengua no es un simple juego de los órganos de la palabra, y tampoco basta con definirla como una construcción del espíritu». Cada uno de nosotros, al nacer en un ambiente o al tratar de incorporamos en otro, «ya la encontramos hecha y haciéndose; ya se estaban valiendo de ella otros», conforme a las prácticas recibidas y sancionadas por una tradición. (...). Tampoco creo, pues, según eso, que sea suficiente definir la lengua como «vehículo de cultura», como no se tomen estas dos palabras en una acepción mucho más profunda que la corriente. Por algo habrá a veces tanto empeño en imponer una determinada, con detrimento de otra; y por algo nos causará tan vivo dolor el tener que renunciar a la que sentimos como propia. Se comprende, eso sí, que fuera de casos más bien excepcionales, buena parte de todo lo dicho resulte difícil de captar para quien no siente un idioma desde su propio ambiente, por haberlo adquirido en la escuela o en los libros (...). La doctrina expuesta parece llevarnos, con lógica irresistible, a una conclusión fundamental: Nuestra lengua, con su histórica diversidad de dialectos hablados y literarios, es un bien común; y, fuera de algún que otro aspecto accidental e intrascendente, nadie puede creerse autorizado a meter mano en ella con propósitos de reforma, sin consentimiento del legítimo dueño. (...). Mientras haya un pueblo euskaldun, es él y sólo él el dueño de la lengua vasca...; el único árbitro, también, de cualquier posible acercamiento y aun fusión de los actuales dialectos, diversificados entre sí por una secular falta de intercomunicación. (...). Es el aislamiento lo que contribuyó a diversificarlas -sin querer sugerir con esto que la diversidad sea ningún mal...-; y es el conocimiento mutuo, adquirido por asiduo trato, lo que puede favorecer toda necesaria aproximación. (...). Así, pues, mutuo encuentro de los dialectos, y todos ellos adecuadamente estudiados, dignificados y cultivados por los nativos de su zona. Estas serían las líneas generales del programa de acción inmediata que propondría yo desde aquí a la Sección Tutelar de nuestra Academia, como medio de preparar aquella nunca concretada unificación respetuosa de los dialectos, que como tercer fin se asignaron sus fundadores en octubre de 1919, en el momento mismo de constituirse.» Residió en Bilbao. Posee inédita una gigantesca colección de «modismos y frases» entresacados no sólo de los más destacados autores vascos sino hasta de diarios y de la conversación corriente. [Unas 50.000]. Su Genio y lengua, hoy olvidado casi, circuló de mano en mano en el período 50-60 de la clandestinidad ejerciendo gran influencia sobre la primera ETA y las generaciones jóvenes de otros movimientos.

Idoia ESTORNÉS ZUBIZARRETA