Hacia mediados de la década de los años ochenta, con la crisis industrial que afectó de forma importante y negativa al sector de la fundición, y las sustanciales innovaciones tecnológicas, principalmente la sustitución de los tradicionales cubilotes por otros sistemas de calentamiento de la colada, el consumo de bloques de piedra refractarias se redujo de forma notable. En este contexto la demanda de las piedras refractarias se redujo fuertemente, obligando a los canteros a reorientar su actividad, optando por la construcción principalmente de recubrimientos y en menor medida, revestimientos (enchapado de paredes, arcos, ventanas, esquineros, losas y placas, entre otros), productos a los que se adapta bien el tipo de piedra arenisca obtenida en la cantera de Santa Apolonia, al ser blanda y fácil de trabajar, adquiriendo dureza a medida que se seca con el paso del tiempo y la exposición al aire.
La construcción de todas estas piezas, se ve facilitada por los conocimientos de los labrantes tradicionales adquiridos con la producción de bloques refractarios.