Concept

Matxinadas

Las desavenencias entre la villa de Bilbao y el pueblo llano del Señorío de Vizcaya tenían un largo recorrido, pero a partir de 1792 las relaciones se enrarecieron más aún. En dicha fecha, el Diputado José Ramón Aldama, tratando de debilitar el monoplio comercial de Bilbao, presentó un proyecto para edificar un nuevo puerto en Mundaka. Pero dicho proyecto finalmente no se llevó a cabo, debido al inicio de la Guerra de la Convención. Al poco de finalizar dicho conflicto, en 1801 el escribano de Dima, Simón Bernardo de Zamacola retomó la misma idea, pero en esta ocasión en la anteiglesia de Abanto. Desde entonces el enfrentamiento entre los favorables y los contrarios se multiplicaron. Entre los favorables estaban aquellos mayorazgos y notables rurales que tenían intereses fuera de Bilbao. Entre los contrarios, por contra, las fuerzas económicas de Bilbao: el Consulado, los propietarios, los comerciantes y el clero. Las cosas empeoraron cuando Godoy mostró su apoyo a Zamacola y concedió su permiso para construir en Abanto el puerto de la paz por medio de un Real Decreto.

Pero la situación cambió en las Juntas Generales de 1804, cuando se extendió el rumor de que, a cambio del proyecto del puerto de la paz, la Diputación había concedido a Godoy un plan de leva militar. Ello era un contrafuero que, impulsado por los intereses de Bilbao, le hizo un flaco favor al proyecto del nuevo puerto. Primero se amotinaron los habitantes de Begoña y Abanto y luego el resto del Señorío, atacando los almacenes de armas del Señorío, al corregidor, al diputado general y a los síndicos, deteniendo a todo el que se cruzaba en su camino y obligando a celebrar nuevas Juntas Generales. En dichas Juntas el plan de leva fue sustituído por un donativo. Aunque Zamacola siguió contando con el apoyo de los pueblos del entorno de Arratia, en el resto del Señorío perdió su crédito. No obstante, el proyecto sobre el puerto de Abanto no fue marginado totalmente hasta la ocupación napoleónica. Las consecuencias de la machinada fueron gravosas tanto para Bilbao como para toda Bizkaia: 380 sentencias de castigo, extrañamientos, encarcelamientos, multas, secuestro de bienes, etc. Las tropas reales entraron en el Señorío dejando en suspenso por un período el régimen foral. Los gastos ocasionados por dichas tropas -unos cinco millones y medio de reales- corrieron a cargo de Bizkaia. Finalmente, el indulto llegó en 1807.

Como ya se ha adelantado, todas estas machinadas provocaron la ruptura de la sociedad vasca, dando lugar a dos grupos y concepciones diferenciadas: los favorables a la reforma foral y los que abogaban por mantener el status quo. En los años venideros, ambos grupos conformarían el partido carlista y el liberal, los blancos y los negros, quienes sumirían a las tierras vascas en una cruenta guerra civil.