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MAQUIS

Operación «Reconquísta de España». En primer lugar, cronológica y cuantitativamente hablando, hay que referirse a la operación «Reconquista de España», de octubre de 1944, que tuvo su repercusión en Navarra principalmente y, en concreto, en el valle del Roncal. En octubre de 1944, la mayor parte de Francia ha sido ya liberada del yugo nazi. París, mediante la insurrección popular dirigida por las FFI, ha expulsado ya, en agosto, a los invasores. En la resistencia francesa y en concreto en la fase de la insurrección nacional, los «maquis» españoles, agrupados en gran parte en la «Unión Nacional» (UN) y en los «Guerrilleros Españoles» que es su brazo armado, bajo la influencia del PC, han jugado un importante papel, sobre todo en el Sud-Ouest. Aquí la organización guerrillera es fuerte y bien implantada y cuenta con considerable armamento capturado a los nazis en gran parte, pero también de origen británico y norteamericano. En aquel tiempo casi nadie duda que la derrota del nazismo debe necesariamente arrastrar en su caída al franquismo, culpable como él de crímenes contra la humanidad. La Unión Nacional y el PC se preparan activamente para el derrocamiento del franquismo de manera que su peso político aumente al cambiar la situación, buscando igualmente forzar los acontecimientos. Se piensa así en organizar una operación político-militar a gran escala que precipite la caída de Franco. Para ello, en una reunión de jefes y responsables del «maquis» español en Francia, presidida por el más alto responsable militar del PC en Francia, «Mariano», en nombre de la Unión Nacional y con el apoyo del máximo responsable político del Partido, el navarro Jesús Monzón, se trazan las grandes líneas de la operación «Reconquista de España». Los análisis políticos de Monzón y de su lugarteniente León Trilla, insisten en la debilidad del régimen franquista, la división del ejército y el entusiasmo de las masas que sólo están esperando la señal para la insurrección nacional. España es un polvorín al que sólo hace falta encender la mecha. Si se libera una parte del territorio español la repercusión internacional será enorme, legitimando la lucha armada, haciendo participar a los indecisos e inscribiendo la liberación del franquismo dentro de la lucha general por la liberación de Europa del fascismo que en 1944, hay que tenerlo en cuenta, todavía no ha sido totalmente derrotado. Cabe, además, la posibilidad de instaurar un Gobierno republicano si se logra estabilizar un territorio libre en el interior. Los aliados deberán definirse a favor de un régimen democrático y, en el peor de los casos, ocupados como están en estos momentos en la ofensiva contra Alemania, dejarán hacer a los españoles que, sin ninguna duda, tras la generalización de la insurrección nacional, terminarán por acabar con la tiranía. No todo el mundo está de acuerdo y hay muchas dudas, pero, en aras de la disciplina partidista, al final se decide poner en marcha la operación «Reconquista de España», abandonando así la táctica -más propia de un planteamiento guerrillero- propugnada hasta entonces, basada en la penetración de pequeños grupos guerrilleros que paulatinamente fuesen introduciéndose hacia el interior. Socialistas y anarquistas se oponen, al igual que el PNV. La operación se planea con un objetivo principal: la División 204 tendrá como misión penetrar en la zona del valle de Arán y alrededores, tratando de ocupar y mantener el territorio liberado, mientras, a través de todo el Pirineo, antes, durante y después del desencadenamiento del golpe principal, brigadas guerrilleras cruzarán la frontera, intentando penetrar hacia el interior en profundidad. Su misión no es la de conquistar ningún territorio sino la de dispersar las fuerzas represivas franquistas y profundizar en la penetración guerrillera, buscando ponerse al frente de la insurrección nacional que se espera como inminente, marchando cada grupo hacia sus zonas de destino. Algunos de estos guerrilleros se dirigen hacia el Ebro, sierra Morena, el Maestrazgo, Albarracín, Asturias, Madrid o Cantabria. Deben buscar enlazar con las partidas en el caso de que ya existan o crearlas en caso contrario. El día 19 de octubre de 1944 se desencadena la operación del valle de Arán pero antes, desde principios de mes, fuerzas guerrilleras agrupadas en Brigadas de 200-400 hombres, cruzan la frontera a todo lo largo del Pirineo, pero con especial concentración en el valle navarro del Roncal. Según señala el guardia civil Aguado Sánchez, la zona elegida en territorio navarro fue la comprendida entre Valcarlos y Puerto Arlás, al Sur de Sainte-Engrace, teniendo como límites extremos los valles de Irati y del Roncal. Habrá incluso alguna penetración por Guipúzcoa. Así, la noche del 3 al 4 de octubre, la Brigada 54 entra por Roncesvalles, siendo probablemente la primera que lo hace por tierras navarras. El día 4 tiene ya el primer enfrentamiento con fuerzas de la Policía Armada en el Portillo de Lasa, muriendo tres guardias y siendo capturados por los guerrilleros un sargento y un número de esta fuerca. La brigada, perseguida de cerca por las fuerzas represivas, va subdividiéndose, emprendiendo -acosada de cerca- la vuelta a Francia, siendo diezmada en su recorrido. La defensa franquista es sólida y cuenta con fuerzas veteranas de la Policía Armada, Guardia Civil y el Ejército, que le están esperando. Así, las brigadas guerrilleras, después de los primeros choques, se dispersan y se dividen en pequeños grupos, aislados del resto de la fuerza, no encontrando el apoyo prometido y, acosados de cerca por las fuerzas represivas, van cayendo muertos o prisioneros y terminan, desmoralizados, dando media vuelta hacia Francia pero con el agravante de que ahora el enemigo que busca exterminarlos les persigue muy de cerca. Durante todo el mes de octubre los combates se multiplican en la zona montañesa vasca. El día 6 de octubre, en el término de Anzola, un grupo de unos 40 guerrilleros choca con fuerzas del ejército, dispersándose rápidamente. El ejército, al mando del capitán general de la VI Región Militar, Juan Yagüe, se despliega por la zona y comienza el «peinado» de los montes en busca de guerrilleros que se hallan divididos ya en pequeños grupos, dispersadas las brigadas primitivas. La Guardia Civil estima en esta época en unos dos mil los guerrilleros que han penetrado por Navarra. Los días 20 y 21, comenzado ya el ataque principal en el valle de Arán, otros cuatrocientos hombres penetran, provenientes de Sainte-Engrace, por el portillo de Arrako-Goiti, bajan hacia Isaba que atraviesan por el barranco de Belabaize, marchando hasta Garde en el límite de Navarra con la provincia de Huesca donde son dispersados por la Guardia Civil. Otro grupo de 60 guerrilleros es interceptado por la Guardia Civil en Lesaka, muriendo en el encuentro un guardia civil y un policía armada. La última penetración masiva tiene lugar el 30 de octubre. Es un grupo de unos 300 hombres que acampa en las cercanías de Burguete, de donde marcha en dirección a Ulzama, corriendo la misma suerte que los grupos anteriores. Esta es, de manera general, la historia de las penetraciones guerrilleras por la zona navarra. Entre los guerrilleros hay algunos que son vascos y que encuadrados en la UN han luchado en Francia contra los nazis en el seno de la resistencia. Tal es el caso de Victorio Vicuña, conocido como «Julio Oria», natural del pueblo guipuzcoano de Lasarte, que ha trabajado activamente en la resistencia francesa, primero como comandante de la 3.ª Brigada de Guerrilleros Españoles en el departamento del Ariége y luego como jefe de la 10.ª Brigada de los Bajos Pirineos, encuadrada en la 1.ª División de Guerrilleros Españoles al mando de Vallador, por lo que recibirá la medalla de la resistencia y la Cruz de Guerra. Vicuña, que ha mandado sus propios grupos de exploración al interior de Navarra, tiene sus dudas ya que conoce el movimiento de las tropas franquistas que les están esperando. Al mando de la X Brigada Guerrillera de la UN concentra sus tropas en Oloron, St. Jean-Pied-de-Port y Cambo esperando la orden de comenzar la operación. Después de iniciada la invasión por el valle de Arán -el día 19 de octubre- y durante unos seis días dirige la penetración de unos tres batallones -de 75 a 100 guerrilleros cada batallón- de su brigada. El piensa marchar en medio con su estado mayor pero antes de hacerlo llega la orden de interrumpir la operación. Los guerrilleros que pasan no encuentran resistencia en un primer momento, pero, una vez cruzado el Bidasoa, comienza el acoso represivo, haciendo difícil la huida. Los guerrilleros quedan arrinconados contra el río cuando intentan emprender la retirada. Las bajas son muy altas. Cerca de la mitad de los guerrilleros no volverán a sus bases. Oficialmente -por parte guerrillera- hay 15 muertos en combate y cinco guerrilleros muertos ahogados al intentar cruzar el Bidasoa. El resto es hecho prisionero aunque también hay muchos «desaparecidos», probablemente asesinados en el monte. A partir de este momento, y ante el fracaso general de la operación, se decide cambiar de táctica.