Dance

Las Danzas de Palos

Las danzas de palos, paloteados o makildantzak nutren con largueza el extenso catálogo de danzas vascas. Hay constancia de ellas desde el siglo XVI en los archivos de las principales villas de Euskal Herria. Los documentos dan cuenta de elaboradas y vistosas danzas contratadas en Pamplona para las fiestas sanfermineras en la edad moderna con maestros y grupos de danza con frecuencia procedentes de Aoiz, de la Ribera navarra y de allende de las mugas del viejo reino. También hubo danzas "de troqueo" con palos en las villas y anteiglesias vizcaínas en el siglo XVII con grupos de ocho y doce danzantes más el capitán. Las figuras que las danzas de palos presentan son muy diversas y su atractivo residía en la innovación de las mudanzas. La tradición de danza en La Rioja ha conservado el hábito de crear, incorporar y suprimir números bajo la dirección y responsabilidad del maestro de danzas, en el entendimiento de que, frente a un conservadurismo extremo de cada detalle, es bien recibido por la colectividad la novedad y el refresco del repertorio.

El número habitual de danzantes es de ocho, que colocados en dos filas de a cuatro conforman el esquema más repetido y característico. A partir de ahí pueden integrar el grupo un número variable múltiplo de cuatro, siendo posible, en este caso, encontrar conjuntos de hasta doce paloteadores (Bera), y hay noticia de grupos de dieciséis o veinte, vigentes fuera de nuestro marco geográfico. En los siglos XVI y XVII los documentos acreditativos de pagos hablan preferentemente de grupos de nueve y trece, lo que indica una plantilla de ocho o doce danzantes más el capitán.

Aunque en esencia puede hablarse de un mismo género universal, en cuanto a su morfología todas las danzas de palos son diferentes. Se distinguen dos clases de danzas de este género, en unas el danzante maneja un solo bastón, vara o garrote y en otras dos de menor tamaño. Éstas -los paloteados propiamente dichos- muestran dos maneras elementales de palotear, aquella en la que él mismo bate los dos palos y aquella otra en la que se golpean o entrechocan con otros danzantes. Hay quien advierte que la primera de ellas parece corresponder a un estadio más antiguo, de amplia difusión, propio de una civilización inferior. Mientras que el segundo tipo pertenecería a una civilización más reciente. En las danzas vascas de paloteado, la estructura grupal confiere prioridad a este segundo tipo, lo cual no descarta otras habituales combinaciones, ya que el troqueado individual suele ser preparación o resolución de una mudanza plural.

De manera significativa detrás de estos movimientos coreográficos, y estrechamente vinculado a la idea psicomotriz que subyace en ellos, se halla presente en la danza de palos el concepto de ritmo. El ritmo precedió a la melodía pues se halla implícito en la Naturaleza y es observable por el hombre que examina con atención sus periódicas transformaciones. Como las danzas, también los esquemas rítmicos primitivos debieron de ser sencillos.

Técnicamente, el grupo de cuatro es la célula mínima que permite efectuar las mudanzas más comunes. En los paloteados y makil dantzak hay figuras que se combinan entre sí y se repiten con cierta generalidad. Las más significativas son: el danzante o danzari bate los palos consigo mismo haciéndolos entrechocar en tijera o golpeando uno sobre otro; o intercambia sus golpes con el compañero de la otra fila, con un solo palo o con los dos juntos; análogamente, con el inmediato anterior o posterior de la propia fila. Esporádicamente, el intercambio de golpes puede hacerse en diagonal con el compañero del danzante contiguo; para ello la otra pareja del cuarteto modifica su postura pegando por bajo o por alto, evitando el encuentro de los cuatro. Alternativamente, en una misma figura puede golpearse con un palo por alto con el compañero y con el otro por bajo y de revés con el danzante contiguo; una pareja pasa golpeando sus palos bajo el arco que forma la pareja contigua al hacer lo propio por arriba; los danzantes de los extremos rompen la formación encontrándose entre sí, recomponiéndola de nuevo pero alterando en noventa grados su sentido; los danzantes de los extremos giran, a favor de las agujas del reloj, en torno a los del centro, quienes a su vez lo hacen en sentido opuesto, golpeando sus palos al cruzarse.

A esta muestra de las figuras más habituales que hemos citado habría que añadir los golpes en el suelo, por debajo de la pierna, por detrás de la espalda, y muchas otras evoluciones complementarias, algunas de muy curiosa composición, como la que consiste en colocar el palo entre las piernas y recibir de esta forma el golpe que propina el compañero, gesto que se realiza también en una de las makil-dantzak de Bera de Bidasoa, al igual que en ciclos vecinos como en La Rioja y Yebra de Basa, donde se conoce con el expresivo nombre de el pichadero.

En el primer paloteado ablitero, que llaman Vals, mezclan golpes dados con un solo palo y golpes con los dos palos al mismo tiempo, éstos para preparar y ejecutar el cruce; tras el cruce ordinario, ofrecen un novedoso cruce en zig-zag de gran efecto en el que interviene todo el grupo. Y para resolver esta figura vuelven a la división en dos cuartetas para retornar a la posición inicial desde donde, en vez de repetir todo el número, introducen otra variación al formar en cruceta. La segunda danza de palos es espectacular: a un ritmo verdaderamente rápido los danzaris dan golpes consigo mismo, con dos compañeros -mano derecha golpe natural y mano izquierda de revés-, y a su vez, estos golpes son por abajo y por arriba y cruces.

Juan Antonio Urbeltz advirtió que en Ochagavía el cruce de los danzantes se hace, de forma excepcional, por la mano izquierda en sentido de giro a favor de las agujas del reloj, en contra del sentido ordinario o común de giro del resto de danzas del entorno. El mismo autor ha explicado recientemente cómo existe en esta "anomalía", el giro por la izquierda, un pretendido ocultamiento del dantzari que pone de manifiesto una zuhurkeria (astucia) -de zuhurtasuna, sabiduría que procede del bosque- al preparar el ataque, la celada de lazos y trampas, desde el interior. La zirika, mudanza singular y característica de las danzas de Otsagi, se corresponde, como su nombre indica, con un hostigamiento que viene a ser previo al cruce o cambio de posición del grupo. Zirikatu es hostigar, azuzar. Los navarros emplean el verbo ciriquiar por enredar, incordiar. Iribarren explica que la cirica, además de un especial movimiento de los brazos en la danza de palos llamada Emperador, se emplea en Pamplona como equivalente a la dejada en el juego de la pelota a mano.