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Historia del Arte. Barroco

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En el período barroco, nombre con el que denominamos a la segunda parte de la Edad Moderna, en Euskal Herria, al igual que el resto de Europa, se vivió un siglo XVII difícil y problemático. Al cisma religioso se le sumó una profunda crisis económica y continuas guerras entre las monarquías europeas que endeudaban a los estados. En este período, además, los conflictos también fueron habituales entre los propios miembros que integraban los tres estamentos de la sociedad -monarquía, nobleza, Iglesia, burguesía, artesanos y campesinos-, por lo que la inestabilidad fue la protagonista.

Por tanto, en una situación tan convulsa, no nos debe de extrañar que se gestase un nuevo cambio en el gusto artístico. De hecho, en este período la Iglesia recuperó la iniciativa y a través de sus órdenes religiosas -jesuitas, capuchinos, carmelitas- promovió un nuevo estilo que buscaba la comunicación directa con el ciudadano a través del sentimiento y de la emoción. Este nuevo estilo, más dinámico y expresivo, pretendía acercar la Iglesia católica a la sociedad con una propuesta artística más próxima al gusto cortesano y urbano. Por este motivo, el barroco se convirtió en un estilo heterogéneo, sin unas características formales canónicas en ninguna de sus disciplinas artísticas; más bien, a partir de unas pautas generales, cada área o región, artista o escuela, actuó con libertad y desarrolló el lenguaje artístico adecuado a cada marco espacio-temporal. En este sentido, aunque las directrices del nuevo lenguaje fueron dictadas por la Iglesia, fue el poder civil el que sacó el mayor partido de la situación al reconocer en el nuevo estilo el modelo ideal para llegar a la ciudadanía y rivalizar con la simbología desplegada por la Iglesia.

En Euskal Herria el siglo XVII también resultó conflictivo. Los pilares sobre los que en el anterior período se sustentó el progreso económico entraron en crisis y el descontento general también se extendió a todos los estamentos. Las nuevas órdenes religiosas impulsaron el estilo barroco con el objetivo de acercar la religión católica a los fieles. Sin embargo, el éxito que alcanzó el barroco en Europa y Euskal Herria también se debió a las propias características del período, una etapa con grandes incertidumbres, lo que provocó un arte más emocional, dinámico y expresivo.

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El barroco comenzó a implantarse en Euskal Herria a finales del siglo XVII y se extendió durante todo el siglo XVIII. Durante este período la arquitectura continúo siendo la disciplina artística más importante, mientras que la pintura y la escultura sufrieron un fuerte retroceso provocado por la crisis económica. Por tanto, en general, conservamos un menor número de obras que en el período renacentista y, en muchos casos, además, el barroco se limitó a intervenir en elementos constructivos secundarios aunque también importantes, como portadas y, sobre todo, campanarios. De todas formas, también tenemos excelentes ejemplos de edificios de nueva construcción, así como un especial desarrollo de la arquitectura civil.

Por tanto, una vez más, el barroco fue un estilo que, al igual que el renacimiento, tuvo un corto recorrido en nuestro territorio. Por este motivo, ahora tampoco podemos hablar de un barroco vasco ya que no existen rasgos particulares. Sin embargo, la interpretación que se hizo del mismo, una vez más, fue sin excesos ni tendencias hacia el decorativismo. Y aunque el estilo fue sustituido tempranamente por el neoclasicismo, el barroco dejó algunos de los mejores ejemplos en el patrimonio artístico.