Fallecido en 1328, el rey capeto Carlos I de Navarra y IV de Francia, sin dejar herederos, la Corona navarra recayó en su sobrina, Juana, hija del rey Luis I. En marzo de 1328 los Estados navarros se reunieron en Puente la Reina, proclamando como soberana por unanimidad a Juana. También destituyeron al gobernador Pedro Ramón de Rabastens, y procedieron a nombrar regentes, siendo elegidos Juan Corbarán de Lehet y Juan Martínez de Medrano.
Juana estaba casada con Felipe de Evreux, que se convirtió en rey consorte de Navarra. Ambos, fueron coronados en Pamplona a inicios de marzo de 1329. Debido a su frecuente presencia en sus territorios franceses, utilizaron los viejos usos de gobierno de la Casa de Francia, de modo que al frente del reino nombraron a diversos lugartenientes y gobernadores, que fueron controlados por reformadores, cuya principal función fue la de supervisar la gestión del gobierno de los altos mandatarios, y disponer de cargos y oficios con objeto de sanear los resortes del poder público. El rey Felipe se interesó en la actualización de los fueros, para lo que se reunió en diversas ocasiones en 1330, con una comisión de prelados, ricoshombres, caballeros y procuradores de las buenas villas. El resultado fue la expedición del conocido como "Amejoramiento de Felipe III".
Los reyes realizaron una política internacional orientada a la paz con los reinos hispanos vecinos. De este modo, en 1330 se alcanzó con Castilla un acuerdo de paz, mientras se negoció con los reyes de Aragón el matrimonio entre la primogénita Juana de Navarra con el heredero de la Corona de Aragón. Finalmente este enlace no prosperó, pero sí el de la infanta María de Navarra, con el aragonés Pedro IV, que tuvo lugar en 1338.
Debido a la condición de vasallo de Francia, que tenía Felipe de Evreux, y a su condición de rey vecino de los territorios del monarca de Inglaterra en Aquitania, tuvo que realizar una inteligente diplomacia en Francia, cuando se desencadenó la guerra al reivindicar el monarca inglés, Eduardo III, la Corona de Francia, en 1337.
Con motivo de la tregua anglo-francesa, firmada en enero de 1343, Felipe pudo realizar uno de sus proyectos más codiciados: la cruzada. Con un modesto ejército de 100 hombres a caballo y 3000 de infantería, ayudó al rey Alfonso XI de Castilla en la reconquista. Esta decisión fue desacertada, ya que cayó enfermo en el mes de julio, falleciendo en Jeréz en el mes de septiembre.
La reina continuó la mayor parte del tiempo en sus territorios franceses, perdurando en el reino la figura del gobernador. Falleció en Conflans, el 6 de octubre de 1349, siendo enterrada en Saint Denis.