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CARCASTILLO

Se llamó antiguamente «Maracastellum». Se ha pretendido, sin demasiado fundamento, que se trata de la población de los carenses. Alguna vez en documentación obrante en el Archivo del Reino, se le escribe «Carcastieyllo y Karacastillo», y en la crónica de Ibn Adhari aparece como «Karkisel». Hubo presencia romana, musulmana y autorización de judería. Se ha hablado de extensas ruinas romanas junto a Figuerol. Tal vez fue hallada en este término una estela de 2,05 por 0,73, que actualmente está en el Museo de Pamplona, ricamente decorada, con la siguiente inscripción:PORCIVS FELIXS KRESIS AN LXX . HSDS SE VIVO FEC. Taracena y Vázquez de Parga la interpretan así: PORCIUS / FELIXS KRESIS / AN (NORUM) LXX, H(IC) S(ITUS) D(E) S(UO) / SE VIVO FEC (IT). «Porcio Felíx Kresis de 70 años aquí está enterrado. Construyó la sepultura a su costa estando vivo». [Cfr. «P. de V.», 1946, n.° XXIV, PP. 426, 447-448]. Abderramán III se adueñó del castillo el año 924 en su campaña de Pamplona. Don Alfonso el Batallador (1104-1134) concedió en documento no fechado a los pobladores de Carcastillo y a los que viniesen a poblar de nuevo este lugar que fuesen ingenuos de toda deuda que tuviesen los usos y fueros de Medinaceli, que pudiesen cultivar todo cuanto alcanzaba desde las muguillas hasta el Podio rotundo y desde el Podio rotundo hasta las peñas de la Vigía, y desde las peñas de la Vigía hasta la Rúa longa, y desde la Rúa longa hasta el Podio pinoso, y de la otra parte desde Valzamillada, así como vuelve la agua, hasta la mitad de aquel valle, que no respondiesen a ningún juicio sino en la puerta de su pueblo, que si alguno los prendase fuera de su término, o hiciese agravio, pagase 500 sueldos al rey o al señor de Carcastillo, que no pagasen montazgo ni portazgo en ninguna tierra, que los judíos que poblasen en Carcastillo tuviesen las mismas penas que los otros pobladores, que la tercera parte de los caballeros de Carcastillo fuesen a fonsado con el rey o con el señor, que los peones sólo fuesen a fonsado cuando el rey estuviese cercado y entonces con pan de tres días, y que fuesen libres de mañería. En 1163 pasa a pertenecer su jurisdicción al Monasterio de la Oliva por donación del rey Sancho VI el Sabio, confirmada en 1301 por Felipe el Hermoso, esposo de Juana I de Nav. Altadil y Madrazo hablan de un castillo enclavado en término de Carcastillo. Madrazo se interroga «¿A quién pertenecía?». Y él mismo se contesta así: «Seguramente al abad del monasterio de La Oliva, puesto que éste era el señor de la villa», y aún agrega: «No era por cierto este Señorío puramente nominal; el abad de La Oliva, además de las prerrogativas, preeminencias y autoridad que dimanaban de la jurisdicción media y baja, tenía en representación de su comunidad, extensos dominios en el término y percibía cuantiosos tributos». Escoltan rodeando a Carcastillo una serie de despoblados, como son los de Marcuella, Samasí, Pueyo redondo, Larrate, Billazu rruz y Encisa. En las ondulaciones al S., bordes de las Bardenas al N. llamadas de Cáseda y al S. denominadas Bardenas reales, debió hallarse situado, según Altadill, el castillo, cuyos vestigios bien pudieran estar confundidos con los de algunos de dichos despoblados o en terrenos ya dedicados al cultivo. Avalando esta suposición se halla el hecho de que a uno de los barrios de Carcastillo se le denomine EL Fuerte y que en papeles del siglo pasado se hable de un «comandante del fuerte de Carcastillo». Próximo a este castillo -que no llegó a ser realengo sino sólo señorial- debió de hallarse el palacio de cabo de armería al que se refiere Argamasilla en su Nobiliario. El pueblo de Carcastillo fue aforado por Don Sancho VII el Fuerte (1195-1239), concediéndosele a sus habitantes que fuesen libres e ingenuos, pero este documento está gastado, inclusa la fecha. Sobre la jurisdicción ocurrieron dudas y disputas: en 1351 el rey Don Carlos II declaró que al rey pertenecía la alta justicia, a cuya virtud pondría baile que prendiese a los malhechores de hurtos, muertes, mutilaciones de miembros y otros excesos que mereciesen confiscación de bienes, penas capitales o mutilación de miembros, cuyo conocimiento pertenecía al rey; que en caso de confiscación de bienes los muebles fuesen para el rey, y las heredades para el monasterio: que cuando el delito de los presos, hechos por el baile del rey, fuese, a juicio de éste o de su gobernador, de aquellos que sólo mereciesen pena de homicidio o medio homicidio, se entregasen al baile del monasterio para que cobrase estas penas o multas; que de las quince libras que, con título de cena, pagaban los habitantes al rey, sólo fuesen para éste, en lo sucesivo, 16 sueldos, y las 14 libras y 4 sueldos restantes para el monasterio; que éste eligiese alcalde a quien quisiere para oír y juzgar los pleitos civiles y que tuviese baile que ejecutase las sentencias de los alcaldes. Durante gran parte de la Edad Media funcionó en esta localidad una de las aduanas -dependientes con pro habilidad de Sangüesa,- del reino. Salían por Cascastillo, vía Aragón, hierro, acero, pescado, mulas y garbanzos, y entraban aceite, sal, cera, azúcar, etc. En el s. XVII se pagaba al monasterio una pecha anual de 200 robos de trigo y otros tantos de cebada. En el año 1687 una plaga de langosta invadió Nav., afectando también a Carcastillo y causando cuantiosas pérdidas, según refiere Idoate en Rincones... [t. I, p. 416]. El obispo de Pamplona ordenó a los párrocos que hicieran rogativas y la cabeza de San Gregorio Ostiense fue llevada por el reino, a petición de los pueblos. Por estas fechas aún pleiteaban los carcastillejos contra el monasterio de La Oliva. También refiere Idoate [t. III, pp. 298 y 299] que durante la guerra de sucesión, el 23 de octubre de 1706, tropas del archiduque Carlos ocuparon Carcastillo, saqueando las casas y la iglesia, de donde se llevaron alhajas y ornamentos. La población, alertada por sus vigías, había huido poco antes, pasando el río Aragón en la barca. Solamente quedaron en el pueblo el alcalde, el cura y algunos desvalidos, que fueron hechos prisioneros. Efectuado el saqueo, las tropas se retiraron hacia Sádaba, dejando al día siguiente en libertad a los prisioneros. Los almadieros roncaleses pagaban a su paso por Cascastillo dos reales de plata, como se desprende de un memorial que elevó el valle del Roncal a las Cortes en el año 1780. En esta localidad entró el caudillo Salaverri con su facción en 1822, siendo aniquilado. En cumplimiento de la ley de desamortización del I de mayo de 1855 se vendieron en esta localidad en 1863, una casa posada en la plaza, un horno de pan cocer y un molino harinero; en 1864, una corraliza del Villar, una tejería y una herrería; en 1883, ocho solares y una casa con su corral y, en 1885, un sitio casal. [Cfr. R.G.CH. «La D.C. en N.»].