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Bizkaia. Educación y cultura (1999 version)

Las primeras fundaciones de centros docentes.

Al parecer, no se ha hallado, hasta el presente, constancia documental del funcionamiento de escuelas de primeras letras en Bizkaia hasta principios del s. XVI, pero esto no quiere decir que antes de ese siglo no hubiera una preocupación escolar y cultural, y una siquiera elemental infraestructura escolar, indispensables para la formación humanística y el lanzamiento de esa legión de escribanos, secretarios, contadores y empleados de la administración estatal, que nos depara la historia vizcaina de esos años. Como es sabido, eran las parroquias y las instituciones eclesiásticas en general las que tenían especialmente encomendadas las tareas de caridad y enseñanza; de ahí que intentaran desarrollar una importante acción social y educadora, fundando los "colegios de doctrinos" (recogimientos de niños de la doctrina cristina) y escuelas de primeras letras y doctrina cristina, además de otros centros docentes. Como en otras partes, a comienzos del XVI aparece nombrada en Bilbao la figura del "doctrinador o maestro de instrucción primaria"; también hay noticias sobre las escuelas de "doctrinos" o similares en Orduña (1536) y Elorrio (1545), que como otras de su género serían gratuitas y abiertas a todos los niños, más allá de su "circunstancia" social. En 1596 se imprime en Bilbao, en casa de Pedro Ibarra, un catecismo bilingüe, "Doctrina Christiana en Romance y Bascuence", obra del Doctor Betolaza, para el Señorio y las provincias vascas dependientes de la sede de Calahorra y la Calzada. En el mismo siglo XVI, se conoce la existencia de varias otras escuelas de primeras letras, que funcionaron en municipios como Orduña (1536), Portugalete (1566), Lekeitio (1591), Amorebieta (1593); el Concejo de Portugalete, en concreto, contrata a un maestro por dos años "para enseñar y adoctrinar los mochachos como hasta aquí se ha usado con otros maestros", dando a indicar que era el ayuntamiento quien abonaba al maestro sus haberes. La autonomía de los municipios, tanto en la organización escolar como en la contratación de los maestros, será una constante en el País Vasco hasta bien entrado el siglo XIX. En otro nivel educativo, cabe mencionar la fundación por los Dominicos, en 1528, de un colegio de moral, latín y filosofía en su casa-convento de la Encarnación y el establecimiento de los estudios de la gramática latina en Durango (1557), encomendados a los Agustinos, así como la fundación en Bilbao (1564) de una cátedra de teología y filosofía. Durante el siglo XVII, y al igual que en las demás provincias, se generalizan los niveles culturales y se tienen noticias sobre nuevas escuelas de enseñanza primaria, como la de Otxandio, Gordexola, Elorrio, Durango, etc. En Bilbao, se completa esta enseñanza por maestros particulares y por instituciones religiosas. En las escuelas de primeras letras se enseñaba la doctrina cristiana y a leer, escribir y contar, objetivo que se extendió en muchos casos hasta el primer tercio del siglo XIX. Los maestros estaban, por lo general, deficientemente instruidos y mal pagados, y por esto solían compaginar esta enseñanza con otros oficios, como el de sacristán, organista etc. Junto a este corto bagaje intelectual, transmitido y repetido a lo largo de los años con un cierto inmovilismo y persistencia, cabe señalar como otra característica propia de esta intrucción tradicional el mérito especial que se daba a la buena caligrafía, una especialidad cultural y educativa del País Vasco. En el siglo XVIII funcionaron las escuelas y los colegios jesuíticos de Lekeitio, Bilbao y Orduña. Es también necesario poner de relieve el hecho ilustrado representado por la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, que intentó superar el atraso generalizado existente en esta época, a través de la renovación de la instrucción básica y la formación de buenos artesanos. Su afán reformador, que actuó con un criterio utilitario tanto en la educación como en el progreso de la riqueza de los pueblos, estaba dirigido especialmente hacia las áreas de la renovación de los métodos y contenidos de la enseñanza, la incorporación de métodos de escritura y lecturas en las escuelas públicas y la valoración y reconocimiento de la profesión del magisterio. Otra de las grandes preocupaciones de la Sociedad fue la creación de escuelas gratuitas de formación profesional: En las Juntas Generales de 1774 se determinó el establecimiento de una escuela de dibujo en cada una de las tres provincias, ya que los conocimientos en esta materia se consideraban muy útiles para cualquier tipo de artesano. La escuela de dibujo establecida en Bilbao, cuyo éxito fue notable durante el primer año, con más de cien alumnos, funcionó hasta 1793, con más o menos altibajos. En el Real Seminario Patriótico Bascongrado de Bergara había alumnos procedentes de las provincias vascas de Bizkaia, Gipuzkoa, Alava y Navarra, además de un importante porcentaje de seminaristas procedentes de otras latitudes de la Monarquía y de las colonias de Ultramar.