Industriak

BSH SUPER SER, UFESA Y KRAINEL

Tercera fase: el sector público al rescate.

El Ministerio de Industria y Energía había emprendido la elaboración de un plan de reconversión del sector de línea blanca que perseguía sanear la economía y las finanzas de las empresas mediante subvenciones, créditos públicos y avales para préstamos privados, y paliar los efectos sobre el empleo. Hubo que esperar hasta 1983 para que se acordasen las bases para el saneamiento de los activos y pasivos de Orbaiceta SA -bajo la nueva denominación de Industrias Navarras de Electrodomésticos SA [INELSA]-. El Gobierno de Navarra asumió la gestión del grupo y planteó una estrategia que le permitiese la vuelta a la actividad. Gracias a que Navarra poseía para entonces unas competencias en materia industrial y fiscal muy por encima de la media de las comunidades autónomas y a que sus nacientes instituciones democráticas -Gobierno y Parlamento foral-, se asumió colectivamente el reto de hacer pública una empresa privada en quiebra para rescatarla y devolverla al mercado. Así se creó, la Sociedad Anónima de Fabricantes de Electrodomésticos -SAFEL-. El gobierno regional se convertía en el principal accionista con un 80 por cien del capital refundador. Había que asentar unas bases más saneadas en términos financieros, dotar de seguridad económica para acometer una siguiente fase de reindustrialización, con un planteamiento de innovación productiva, comercial y tecnológica. Desde el punto de vista de la organización fabril el nuevo camino a ensayar iba a ser la aplicación del procedimiento de just in time, diseñado para los automóviles, a la fabricación de electrodomésticos, flexibilizar la lógica productiva para hacerla más eficiente.

Se construyó una factoría de frigoríficos de nueva planta en Esquíroz y se modernizaron las de Estella y Santander, mientras las factorías de Reus y Cordovilla se liquidaban. La continuidad histórica consistió en seguir manufacturando y comercializando bajo las mismas marcas que habían contribuido al conocimiento y prestigio de un determinado modelo industrial. Ese esfuerzo fue capaz de cosechar ya desde 1987 excelentes resultados en el mercado español y en el internacional porque, agotado el largo ciclo recesivo, la economía española entró decididamente en una nueva etapa de expansión, globalmente más saneada en sus bases y, sobre todo, en paralelo a los efectos positivos de su entrada en el Mercado Común. Los niveles de ventas se aproximaban ya a los de los años setenta. Todos los productos crecían a ritmos espectaculares.