Municipios

Pasaia (versión de 1994)

Historia XVII-XIX. Festejos ante Felipe III (1615). Lo describe Martínez de Isasti (1625): "pasando el Católico Rey D. Felipe tercero con la Serenísima Reina de Francia su hija de este puerto á la villa de Renteria, porque acudieron algunas de las doncellas vestidas de blanco con sus arcabuces, á imitacion de las amazonas en dos chalupas sin concurso de hombre alguno, y celebraron la fiesta dando muestras de su valor. Otras fueron en barcos cerca de la galeaza ó gabarra de su Magestad, tañendo panderos y cantando varias canciones al uso de la tierra, en hacimiento de gracias por la gran hora y merced, que les hacia en visitar aquellos lugares personalmente. En esta ocasión los hombres de este Pasage levantaron su bandera, y sacaron su compañía de infanteria con mucho lucimiento y gasto de ciento y setenta arcabuzeros tan bien puestos, que dieron muy gran satisfacción al Duque Coronel de esta provincia, que los alabó grandemente y honró mucho. El capitan de esta compañia fue Martin de Navejas Lizarza: alferez Miguel de Arizmendi: y sargento Nicolas de la Torre: todos tres regidores aquel año del mismo lugar del Pasaje: y toda la compañía tuvo á su cargo la custodia de su puerto, asistiendo con las armas en las manos todo el tiempo, que duraron las entregas Reales, procediendo en todo lo que les tocó con gran vigilancia, y mostraron en las cargas que dieron su valor y disciplina militar. Y entre otros servicios que los del Pasaje hicieron en esta ocasion á su Magestad, uno fue sacar gran número de chalupas bien puestas y adrezadas con banderas ganadas en las guerras y con remadores muy diestros, que puesta la soga á la gran gavarra donde iba su Magestad, tiraban y remolcaban con velocidad desde el puesto que llaman Herrera hasta el muelle de Renteria: y otras rejocijaban la fiesta en hacer salvas y correr remando velocisimamente á la vista de su Magestad".

Nuevo pleito San Sebastián-Rentería (1616-1619). Por los años de 1616 se suscitó entre aquella ciudad y Rentería, ante la chancillería de Valladolid, otro pleito que fue resuelto el 24 de septiembre de 1619, declarando, según recoge Gorosabel, lo siguiente. 1.°. Que se guardase a San Sebastián los privilegios, concordias y ejecutorias que tenía sobre la jurisdicción, trato y comercio de este puerto. 2.°. Que la misma ciudad restituyese los derechos que hubiese llevado de más en él. 3.°. Que se limpiase este puerto a costa de San Sebastián, o que a lo menos ayudase esta ciudad para ello con alguna gran parte. 4.°. Que para la guarda del puerto se hiciese una torre en la parte que señalaba la consulta, para cuya fábrica ayudase San Sebastián con los diez mil ducados ofrecidos para las fortificaciones de la ciudad. 5.°. Que se pusiese en dicha torre de presidio una de las dos compañías de San Sebastián. 6.°. Que para los gastos de la conservación del puerto se aplicasen los derechos que San Sebastián hubiese llevado sin título. 7.°. Que si estos arbitrios no bastaban se podían imponer otros a las mercaderías de extranjeros. 8.°. Que pudiesen venderse y despacharse en este puerto las mercaderías necesarias para la villa de Rentería y lugares circunvecinos, sin causar perjuicio a San Sebastián. 9.°. Que convenía que algunas veces se enviase persona que visitase el puerto, su torre y contratación.

Fortificación de San Pedro. Para resguardo del puerto se construyó por los años de 1621 y siguientes en la banda occidental una torre alta y redonda situada a la entrada del mismo, la cual solía estar artillada con tres piezas de calibre, y guarnecida de tropa de la plaza de San Sebastián, uno de cuyos regidores hizo hasta entrado el s. XIX de alcaide y juez del contrabando.

Nuevo pleito entre San Sebastián y Rentería (1631). Se renovó la cuestión entre Rentería y San Sebastián en el año 1634 con la voz y costa de la provincia ante el Consejo Real, cuya determinación fue en el mismo sentido, favorable a la ciudad de San Sebastián. Respecto a la jurisdicción sobre Pasajes tuvieron Rentería y San Sebastián nuevas diferencias desde el año de 1691 en adelante a consecuencia de haber impedido el torrero de San Sebastián la extracción de sidras de la cosecha de Rentería por la canal de este puerto, asunto de que tomaron conocimiento las Juntas Generales de la provincia.

Expedición contra los piratas laburdinos. En 1636, por acuerdo del Rey, las tropas de Guipúzcoa y Navarra debían invadir Laburdi, mandadas por Diego de Isasi Sarmiento, mientras los lugares marítimos de Guipúzcoa con sus barcos, bajeles y pinazas, debían apoderarse del puerto de Sokoa. "El Pasaje levantó su bandera y nombró por su capitán a Adrián de Arizabalo, por alférez a Miguel de Illarregui y por sargento a Miguel de Uarte, todos ellos regidores del año 1636, y por cabos de escuadras mayores Joanes de Darieta y Domingo de Caberita, y para que todos conspirasen por igual a la invasión por mar y tierra, salió del Pasaje una escuadra de diez chalupas y una pinaza grande, y por cabo de ella Alonso de Idiáquez y 113 hombres con sus armas y municiones, etc., todos de valor y expertos en la milicia y marinería, como lo son los del Pasaje: y tomando Alonso la derrota por el mar, con los demás que condujo de otros puertos, llegaron a la costa de San Juan de Luz y Ziburu el día 23 de octubre. Al tiempo que el ejército de tierra, don Alonso atacó por mar, dando infinita carga de artillería y mosquetería al dicho puerto de Sokoa, y a las fortificaciones que a pesar de defenderse durante los días 23, 24, y 25, al fin se rindieron, siendo en aquella acción los del Pasaje los primeros en dar y recibir las cargas de artillería y mosquetería, y en entrar por la canal a los muelles de Ziburu y San Juan de Luz". (Certificado dado en Pamplona, el 27 de diciembre de 1636 por el Marqués de Valparaíso). Catorce navíos balleneros, cargados de pesca, que acababan de llegar de Groenlandia, 40 pinazas y 100 lanchas fueron apresadas en el puerto. La villa de San Juan de Luz, respetadas las personas, fue arrasada e incendiada. Todavía, Idiáquez se presentó en la Rochela con 12 navíos armados en Pasaia y apoyó por mar la invasión del Rosellón.

Revancha laburdina. A fines de junio de 1638, el Príncipe Condé entró en Irún, al frente de 25.000 hombres. Después de dejar sitiada la plaza de Hondarribia llevó al ejército a las puertas de San Sebastián. Algunas compañías de Condé, remontando el Jaizkibel, cayeron por sorpresa sobre el castillo de Santa Isabel, que fue fácilmente ocupado. Hondarribia resistió su cerco durante 69 días. Pasai Donibane envió su compañía en socorro de la plaza, pero quienes se distinguieron por su destreza, arrojo y valor fueron los marinos de Pasaia, los cuales introdujeron socorros y bastimentos con la mayor oportunidad y permanecieron en la plaza haciéndose cargo de la artillería, por haber muerto casi todos los que la manejaban. (Certificado del Maese de Campo, don Domingo de Eguía).

La Junta de limpieza del puerto. La provincia obtuvo en el año de 1679 real facultad para cobrar por tiempo de veinte años cierto arbitrio por cada barco nacional o extranjero que entrase en este puerto -no siendo de la real armada- para hacer la limpia con su producto. En consecuencia, queriendo conseguir este objeto -relata Gorosabel- tomó a censo dos mil ducados para la compra de los barcos, pontones y otros instrumentos necesarios para ello, así como para la paga de jornales de los operarios. Se hizo el ensayo con buen éxito pero no se pudo concluir la operación, ya por la cortedad del arbitrio, y también por no haber enviado el Gobierno los seis mil ducados que había ofrecido. Por real cédula de 20 de junio de 1697 se prorrogó el arbitrio por otros veinte años cuya percepción se encargó al capitán general por real orden de 16 de mayo de 1715. También se prorrogó por treinta años por otra de 8 de diciembre de 1726, y de nuevo el 28 de julio de 1747 y 9 de julio de 1798, mandándose además por ésta que la villa de Pasajes y no la provincia corriese con la recaudación y ejecución de la limpia. Por último, la Junta de limpieza de este puerto se gobernó por el reglamento que se le remitió por real orden del 14 de junio de 1829, cuyos arbitrios cobró el Gobierno.

Los albores del siglo XVIII. En 1719 invadieron la provincia las tropas de Berwick. Los pasaitarras recibieron la orden de que, en el momento en que éstas entraran en Lezo o en Rentería, se colocaran entre el castillo de Santa Isabel y la fragata mandada por Carlos Grillo impidiendo que entraran a quemar las naves que había en los astilleros y en el puerto. El capitán de guerra, era el alcalde Juan Francisco de Iriberri, quien debía distribuir la gente y, caso de no poder defender los astilleros, el Gobernador de Santa Isabel le ofreció el castillo para "sacrificarse juntos". El enemigo llegó a quemar 6 navíos en construcción y penetró en el castillo, que perdió sus parapetos y troneras que miraban al mar. Firmada la paz, comenzó al año siguiente a revivir el comercio del puerto, sobre todo con el establecimiento de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1727, verdadero motor económico del puerto hasta su reducción en 1781. Su flota no se libró de los azares de la lucha, porque la necesidad de perseguir a los contrabandistas, que perjudicaban sus intereses, y la de defenderse de los piratas que cubrían los mares, la obligó a armar sus barcos y a luchar con los unos y los otros. En el paraje de Vizcaya instalaron astilleros.

Independización de Pasai Donibane (1767). Pasajes de San Juan renovó sus intentos de separarse de Fuenterrabía en el año de 1765. El Rey, conformándose con lo expuesto por la cámara, se dignó acceder a la exención solicitada, mediante decreto dado el 27 de abril de 1767. Opusiéronse a la toma de posesión de este privilegio de villazgo la ciudad San Sebastián, su Consulado de comercio, y el Ayuntamiento de Fuenterrabía, lo cual motivó un nuevo juicio sobre la retención de la gracia. El Consejo de Castilla, ante cuyo tribunal se siguió este incidente, por providencia del 3 de abril de 1770, declaró no haber lugar a la retención. En su consecuencia se expidió la real cédula de villazgo el día 10 del mismo mes, a cambio de 3.120 ducados de vellón, correspondientes a los ciento cincuenta vecinos que tenía. Por la misma cédula se le dió facultad para nombrar para su gobierno un alcalde, dos regidores, dos diputados, un procurador síndico, un alguacil y un escribano de ayuntamiento, y se dispuso que los montes, pastos y aprovechamientos hubiesen de quedar comunes, según habían estado hasta entonces. Obtuvo también asiento en las Juntas de la provincia que se celebraron en la villa de Mondragón por el mes de julio del propio año. En 1777 zarpó del puerto rumbo a América del Norte y con el propósito de luchar por su independencia el marqués de Laffayette.

Jovellanos visita Pasajes. El martes 23 de agosto de 1791 realiza la "expedición de Pasajes" acompañado de Miguel de Lardizábal. Van a caballo hasta La Herrera, donde les espera Joaquín Juni "con la falúa de la villa". Su primera anotación dice así: "atravesamos la grande, limpia y profunda concha; el pueblo, a uno y otro lado de ella, a la izquierda; en medio, el puerto, y la canal, estrecha y de difícil entrada; más, después de ella, todo es lo mejor del mundo; a la derecha, el astillero; allí hay fragatas del Rey mandadas por Maestre; en ellas está el marino Inguanzo, que nos visitó aquí".

Guerra de la Convención. El 2 de agosto de 1794, la división del general francés Moncey, constituida por 6.000 hombres, toma Pasajes, Rentería y Lezo, continuando después hasta los muros de San Sebastián. En Pasaia, los franceses se apoderan de dos naves, una cargada de pólvora y la otra con vino y bacalao. El pueblo en masa, incluso los capitulares, huyó llevándose 10.254 reales del archivo municipal. Los invasores decretaron el cierre de todas las iglesias, y el Cabildo Parroquial, don Manuel Arnáez, Vicario, y los beneficiados don Manuel Abad, don Cayetano Xavier de Iriarte y don Joaquín Labayen, fueron conducidos a Bayona. El escudo de armas de la villa, obra de un francés, fue arrancado de la fachada de la Casa-Ayuntamiento y destrozado, así como el archivo y el arca de tres llaves. No consta que quemaran ninguna casa, como en otros pueblos, pero fueron dispersados y quemados muchos documentos antiguos de valor.

Pasaia en el siglo XIX. El cuerpo de la población del barrio de Donibane, situado entre la playa y. el pie del monte Jaizkibel, se componía de una sola calle muy tortuosa y estrecha y de una plaza, con edificios medianos llenos de soportales oscuros. El de San Pedro, al pie del monte Ulia, tampoco tenía más que una calle y una plazuela. En San Juan se hallaban el ayuntamiento, varias posadas y un barrio extramuros denominado Vizcaya, más tres caseríos. Habiendo tenido en el pasado más capacidad, el espacio de mar situado entre la torre de San Pedro y el castillo de Santa Isabel de Donibane era el único fondeadero para naves de calado superior a 10 pies; el resto del puerto, muy encegado, al quedar casi todo él en seco en bajamar, sólo era utilizado para pataches, razón por la que era limpiado con un pontón inventado en el s. XVII por Luis Liñán y Vera. Donibane poseía una grada de la Compañía de Filipinas y San Pedro otra real. La Compañía de Filipinas, sucesora de la de Caracas a fines del s. XVIII, construyó entre 1800 y 1810 barcos de 600 toneladas.

Independencia y unión de San Pedro y San Juan (1805). La independización definitiva de Pasajes tuvo lugar, a petición de San Pedro, por medio de la real cédula dada por Carlos IV en Aranjuez el 1 de junio de 1805, con las disposiciones siguientes. 1.ª Que el puerto de Pasajes sea gobernado por un capitán de puerto, oficial de la real armada, con residencia en la misma villa, que ejerza las funciones de ordenanza como en los demás puertos del reino. 2 ª Que haya en él una Junta de limpieza y administración de los fondos destinados al efecto, compuesta del dicho capitán de puerto, de un vecino de la propia villa y de otro de la de Rentería. 3.ª Que la ciudad de San Sebastián sea separada de la jurisdicción que ejercía en aquellas aguas y retirase del barrio de San Pedro su regidor torrero. 4.ª Que con este objeto el barrio de San Pedro se una al de San Juan, formando ambos una misma villa con el nombre de Pasajes. Para ejecutar las precedentes disposiciones, el Rey dio comisión a José de Vargas y Ponce, capitán de fragata de la real armada, quien las cumplimentó en todas sus partes y señaló los límites que debía tener la nueva villa, cuyos planos remitió a la real aprobación.