Municipios

Pasaia (versión de 1994)

Historia XIX-XX. RO de 1807 confirmando la independencia. El Ayuntamiento, Consulado y Cabildo eclesiástico de la ciudad de San Sebastián no tardaron en recurrir sucesivamente al Rey, solicitando la suspensión del cumplimiento de lo que se había mandado en 1805. Las objeciones puestas por la primera corporación versaban principalmente sobre los límites asignados por Vargas a la nueva villa de Pasajes, con los cuales consideraba perjudicada su jurisdicción. El Consulado se quejaba respecto de los derechos del puerto, de cuya percepción se le privaba, así como del uso del puerto por los barcos de San Sebastián. Finalmente el cabildo eclesiástico hacía observaciones acerca de los frutos decimales, de los que se le iba a privar con la separación del barrio de San Pedro y su iglesia. Todas estas dificultades fueron resueltas por el Rey en real orden dirigida al corregidor de la provincia desde Aranjuez el 15 de enero de 1807, conservando la formación de la villa de Pasajes, compuesta de sus dos barrios. La misma villa solicitó también el establecimiento de otro alcalde en el de San Pedro, y el Rey accedió también a esto en la expresada real orden última. Por otra real orden del 4 de marzo del mismo año, desestimando las pretensiones del consulado de San Sebastián por infundidas, se mandó que quedasen aplicados para las obras de este puerto todos los derechos que se habían cobrado en él desde su separación de San Sebastián. Consistían éstos en el uno por ciento de avería, en los arbitrios establecidos para el alumbrado del fanal de Igeldo, el cuartillo por ciento para los escribanos, y los seis reales por tonelada, que percibía el regidor torrero, imponiendo el Rey al Consulado con este motivo perpetuo silencio en el asunto.

La ocupación francesa (1808-1813). Pasaia, debido a las necesidades tributarias, se vio en la necesidad de vender las joyas de la parroquia. Los franceses, después de desarmar al pueblo, se acuartelaron en las casas del Sr. Elola, en Beeduria y en el castillo de Santa Isabel. Las de la guarnición se alimentaron de los suministros de sus respectivos almacenes, pero las transeúntes, se alojaron y alimentaron en las casas particulares, a costa de las necesitadas familias. Aprovechando la nueva situación, San Sebastián y su consulado impugnaron en noviembre de 1808 ante el Gobierno de José I la RO del año de 1805, solicitando su revocación. Dicho Gobierno el 26 de enero de 1809 decretó lo siguiente. 1.° Que la expresada ciudad volviese al ejercicio de su jurisdicción en el puerto y aguas de Pasajes, como lo tenía antes, por medio de un regidor de turno, que habitase en su torre. 2.° Que se restituyese a éste el cuidado y cargo de la cobranza de derechos de limpia del puerto. 3.° Que el consulado de San Sebastián ejerciese como antes su jurisdicción mercantil en las naves, cobrando los derechos de avería, los del fanal de Igeldo y los atoajes. 4.° Que la Junta de limpia volviese a componerse del comandante de marina, ingeniero en jefe, un regidor de la ciudad, y un comerciante que hubiese desempeñado en ella el cargo de prior. 5.° Que la exclusiva que tenía el comercio de San Sebastián en este puerto respecto de la carga y descarga de mercaderías quedase abolida. 6.° Que la aldea de Pasajes de San Pedro volviese a serlo de San Sebastián. Pero todas estas disposiciones quedaron sin efecto en 1813 cuando desapareció el mencionado gobierno de José I y volvieron las cosas de este puerto al estado creado en el año de 1805. Durante el resto del año de 1813 y los siguientes, Pasaia tuvo que soportar la presencia de los ejércitos aliados de Portugal e Inglaterra. Los lusitanos se alojaron en la parroquia, y los ingleses en la basílica de Bonanza. Seiscientos buques de diversas naciones llegaron a fondear en el puerto, en esta época. Tal vez las únicas que salieron beneficiadas de esta aglomeración castrense y civil, fueron las bateleras que, por 0,10 pesetas, estuvieron transportando gente continuamente, entre San Pedro y San Juan.

Invasión francesa de 1823. En 1823, debido al sitio de San Sebastián por los franceses, se acumularon en Pasajes 3.800 personas, aumentando la confusión que reinaba en el puerto debido a la falta de espacio y a la epidemia de fiebre amarilla que se propagó rápidamente. En 1824 había llegado a tal postración la villa de Pasajes de San Juan, que podían verse en ella 179 casas deshabitadas, 31 maltrechas y 50 derribadas. A estos años suceden otros, no menos turbulentos. Las luchas políticas entre constitucionales y absolutistas, los levantamientos de generales, las guerras civiles, la disminución del comercio con la pérdida de las colonias, produjeron la inquietud y miseria, que se reflejan en una pérdida general del vecindario.

Nueva tentativa de San Sebastián fracasada (1827). La ciudad y consulado de San Sebastián, así como el barrio de San Pedro, recurrieron nuevamente al Rey en el año de 1827, solicitando la reincorporación del mismo barrio a dicha ciudad. Tal gestión no tuvo el resultado que deseaban sus promotores. La resolución dictada en el asunto el 29 de abril de 1828 se redujo a declarar que la Marina limitase su conocimiento a sólo la cuestión del puerto. Sobre los demás puntos de las disputas sostenidas entre la ciudad de San Sebastián y demás pueblos litigantes, mandó la misma real orden que las partes acudiesen a donde respectivamente correspondiese.

Primera Guerra Carlista (1833-1839). Pasaia observó una actitud expectante, mientras no se deslindaran los campos. Una mañana de enero de 1834 aparecieron en el castillo de Santa Isabel, en la torre de San Pedro y de Santa Ana, unas banderas encarnadas. Echáronse al vuelo las campanas de San Juan y San Pedro, y por las sinuosas calles de ambos barrios, sonaron los rítmicos acentos del tamboril y pífanos. Tocados con boinas blancas, 18 jóvenes y algunos mayores, aguardaron en la plaza de San Juan la llegada de los carlistas de Lezo y Rentería, que les suministraron armas. Ocuparon el castillo de Santa Isabel con los cuatro cañones viejos que en él había, y subieron por el Jaizkibel. En el verano de 1835 la zona fue limpiada por Evans que fracasó en su intento. Nuevamente lo intentó al año siguiente. Los carlistas de Ametzagaña, Astigarraga y Txoritokieta avanzaron pasando por Alza, hasta la calzada, que bajaba desde el Pasaje de San Pedro a San Sebastián. En la primera quincena de mayo, Espartero se trasladó desde Bilbao a San Sebastián, por mar, y reanudó con éxito el ataque fracasado de Evans, apoderándose de Hernani el día 15, de Oiartzun el 16, y el 18 de Hondarribia. En esta ofensiva tuvo que rendirse Pasajes. Por falta de brazos, los campos no se sembraron en el período 1835-1838. Para las necesidades más urgentes hubo que echar mano de los carpinteros y herreros de los barcos surtas en el puerto; por no hallar en el pueblo varón que llevara las cuentas de la parroquia, fue nombrada "mayordomesa", la hermana del vicario don Andrés M.ª de Loyola.

Visita de Víctor Hugo (1843). En 1843 el poeta efectuó el viaje más dilatado de los que hizo a Vasconia. En Pasai Donibane estuvo siete días alojado en la casa de Mme. Basquetz. Sus impresiones quedaron plasmadas en Alpes y Pirineos. En 1902, al cumplirse el centenario del nacimiento de Víctor Hugo, un proscrito francés, el poeta Paul Deroulède, que residió algún tiempo en San Sebastián, restauró las habitaciones de la casa y, con algunos muebles que logró hallar y pocos objetos pertenecientes al poeta, creó un pequeño museo. El 14 de agosto del referido año, se efectuó la inauguración con la asistencia de las autoridades locales, algunas personalidades de la provincia y los poetas François Coppée y el citado Deroulède. La fiesta, según los cronistas de la época, entre los que se hallaban varios enviados especiales de la vecina nación, fue sencilla y emotiva. Hubo danzas, cantos -el barítono donostiarra Ignacio Tabuyo entonó, entre otras canciones, la romanza de la ópera Ruy Blas, sobre texto poético del propio Hugo-, recitación de poemas, discursos, descubrimiento de una lápida conmemorativa en la pared del edificio y un medallón, con la efigie del poeta, incrustado sobre una roca que domina el sendero por el que Hugo ascendía al Jaizkibel y, como corolario, el consabido banquete en el que fue servido el mismo menú que servían a Hugo cuando residió en el hostal y que con tanta deleitación lo dejó anotado para la posterioridad. En 1914, a raíz de la Primera Guerra Mundial y la consiguiente propaganda germanófila, todo ello fue disperso. Luego la casa fue adquirida por don José de Orueta y su hijo Antonio con el propósito de restaurar el museo desaparecido. En la sala del Ayuntamiento de la villa se guardaron algunas reliquias que pudieron ser rescatadas. La casa fue restaurada por la CAP en 1984.

Concesión del puerto a la Diputación (1870). Por estas fechas, las posibilidades futuras del puerto y la imposibilidad por parte del municipio de asumir los gastos de una modernización del mismo, empujaron a las Juntas a solicitar y obtener su concesión. La posterior historia y características del puerto se hallan en artículo aparte.

Segunda Guerra Carlista (1872-1876). En 1874 se establecieron en el Castillo de Santa Isabel los miqueletes con su jefe Felipe de Ocáriz. Un año antes guardaba el fuerte de Sánchez-Barcáiztegui, construido al norte de Arrokaundieta, un destacamento de la Real Marina Inglesa. Todavía se pueden apreciar anagramas y nombres de soldados ingleses, grabados en algunas rocas del O. del fuerte. Edmund 1873 San JuanS. Linton + 1873P. T. M. + 1873 H. D. M. Algunos fueron enterrados en el mismo fuerte y otros, en el cementerio de los ingleses de esta localidad.

El fuerte de Barcáiztegui. La idea de rodear al castillo de Santa Isabel de mayores defensas contra los ataques de tierra persistía y a ella debióse, sin duda, la construcción de un fuerte sobre el monte "Arrokaundieta" que dominara el mismo. Se llamó Fuerte de Sánchez Barcáiztegui, en memoria del marino destrozado por un mortero lanzado desde Mutriku, en la II Guerra Carlista (1875, 26 de mayo). En este tiempo una compañía de la Real Marina Británica ocupó este fuerte que lo bautizó con el nombre de "Fuerte de Lord Jolin".

Establecimiento de la porcelanera. Fue establecida en la casa Arizabalo por los Hnos. Baignol, procedentes de Limoges, en 1858. Tuvo una primera etapa muy brillante entre 1858 y 1878. Posteriormente, descendió su calidad y se extinguió en 1915.

Nacimiento de Pasai Antxo (s. XIX). Frente a Pasai Donibane existió una pequeña ensenada denominada Molinao, especie de marisma que cubría la pleamar periódicamente, antiguo pertenecido del municipio de Alza que bañaba el arroyo de Molinao. A mediados del s. XIX la carretera y la línea de ferrocarril cruzaron longitudinalmente la marisma, propiedad del Duque de Mandas, y un muro de contención encauzó la orilla izquierda (tocante a Alza) del arroyo. La obra se colmató posteriormente albergando parte de la industria del municipio, mientras la primera se poblaba de viviendas. Alza, por un lado, y los dos Pasajes, por otro, pleitearon largamente la posesión del nuevo barrio hasta que en 1890 quedó para los segundos. El nombre parece derivar del caserío Antxo o Atxio.

Lucha obrera. Tuvo una destacada participación en la huelga metalúrgica de 1920 en demanda de una jornada laboral de 8 h. y en la huelga general posterior. En 1930 se fundó la agrupación de oficios varios de la sindical ELA-STV de esta localidad así como las de madera y metalurgia.

Huelga de pescadores. El 27 de mayo de 1931 tuvo lugar la sangrienta represión de la manifestación de los pescadores de Pasajes, muchos de ellos del Sindicato Unico, que, encabezados por una pancarta con el lema "Queremos pan para nuestros hijos", intentó llegar a San Sebastián siendo interceptada por la Guardia Civil a la altura del reloj de Ategorrieta, habiendo previamente sorteado una primera línea de soldados que bajaron las armas dejándolos pasar. Fue decretado a continuación el Estado de Guerra en la provincia.

Inundaciones. En junio de 1933 se produjeron inundaciones en el P. Vasco. Las calles de Pasaia se convirtieron en ríos que tuvieron que ser recorridos por lanchas a fin de prestar ayuda a los damnificados. El socavamiento de los cimientos de los depósitos de Campsa y la salida de gasolina puso a la población en peligro de incendio.

Huelga de 1934. Durante los primeros días de octubre UGT declaró la huelga general revolucionaria, que fue seguida por comunistas y anarquistas y bien vista por muchos elementos de STV. El barrio pasaitarra de Trintxerpe fue escenario de duros tiroteos que causaron seis muertos y gran cantidad de heridos al intervenir un destacamento de Cazadores procedente de Pamplona.

Guerra de 1936-1939. Durante la guerra de 1936-1939 permanecieron los tres Pasaias en territorio republicano hasta el 13 de septiembre de 1936, en que fueron ocupados por la columna nacional del Comandante Montoya. Los republicanos habían previamente echado a pique un buque en la boca del puerto con la intención de bloquear la salida, pese a lo cual su flota fue la base de la Marina vasca en la zona hasta la ocupación de Bilbao. v. MARINA. El párroco de San Pedro, Felipe Goena Urquía, detenido por milicianos de la CNT en San Sebastián, fue asesinado el 27 de julio de 1936.