Literatos

Bueno Bengoechea, Manuel

Ideas sobre Baroja

Si fuese lícito el emparentar la literatura con la milicia, diríamos que Pío Baroja representa la ofensiva constante contra la retórica. Yo no sé de escritor más desaliñado, ni más desdeñoso del léxico, ni más indiferente a la música del idioma. ¿Cómo explicarse que, a pesar de esas condiciones negativas, este escritor, el más opuesto a la tradición literaria de la raza, haya conquistado la nombradía y el prestigio que todos le reconocemos?¡Ah! Porque Baroja es, a mi juicio, el más humano de nuestros escritores, si por humanidad se entiende aquella identificación íntima de nuestro temperamento con la tragicomedia de la vida. Mal hará quien se deje engañar por el aire distraído con que el novelista vasco asiste al incoherente espectáculo social. Esa aparente indiferencia es el disfraz del recogimiento interior. Ello quiere decir que Baroja hace sus digestiones intelectuales a la intemperie, vagando por las calles. Eso explica su reserva, que nada tiene de adusta, su apartamiento de ateneos y tertulias y la suave y varonil melancolía que fluye de su persona.

El ilustre novelista es, tal vez sin saberlo, un discípulo de Max Stirner, de quien ha heredado, poetizándola, la exaltación individualista y el aborrecimiento de las masas, ejecutoras dóciles de la moral carneril. Los libros de Baroja no se orientan hacia un ideal constructivo; es un disolvente que no cree en nada ni espera nada de sus semejantes.

A sus ojos, los hombres no pasan de ser marionetas que cumplen a menudo, de un modo inconsciente, la misión que les ha impuesto el destino. El arma de Baroja es el sarcasmo, que él sabe diluir en las páginas de una novela sin atraerse el reproche de apasionado o de parcial. Entre nosotros pasa equivocadamente por un humorista frío, sin duda por el pudor con que recata su ternura; pero si se le estudia con cuidado se advierte el fraude sentimental, pues se comprueba que la ironía del escritor no hace más que disimular la gran tristeza del hombre, su tedio íntimo. Sus mejores libros son aquellos en que Baroja adopta una actitud confidencial cuando su espíritu suplanta una personalidad fantástica y se vuelca sobre el lector francamente, con la desnudez interior de los cínicos. Entonces nos divierte más que ningún otro novelista, porque es más gráfico y más pintoresco que todos. La pluma no es en sus manos pincel, sino escalpelo. Su estilo, rico de sugestiones, recuerda esos frutos de cáscara espinosa que ocultan una pulpa exquisita. Sería una arbitrariedad el afiliarlo a ninguna de nuestras escuelas literarias.

Manuel Bueno Bengoechea. De La novela de ahora.