Literatos

Bueno Bengoechea, Manuel

Novelista y periodista vasco, nacido en Pau (Francia, 1874). Falleció en Barcelona en 1936, en donde fue asesinado en plena contienda civil por un piquete revolucionario.

Fue un destacado miembro de la denominada Generación del 98. Residió en Bilbao, y existe una leyenda sobre su origen, ya que era hijo natural de una religiosa y un militar, constando en algunos libros como nacido en Bilbao, e inscrito como nacido en Pau. Fue un gran articulista y el escritor Emilio Carrere afirmó de él que era el verdadero sucesor de Larra. Escribió en los periódicos y revistas de mayor influencia en su tiempo, así como novelas, ensayos y obras teatrales. Formaba por tanto de la excelente nómina de escritores vascos del 98 que tuvieron a su vez una destacada actividad periodística: Ramiro de Maeztu, Pío Baroja, Francisco Grandmontagne, José María Salaverría o Ciro Bayo Segurola. La aventura vital de Bueno Bengoechea tiene unos perfiles literarios tan sugerentes como su propia obra. Tenía diez años menos que Unamuno y murió en el mismo año que éste. Este hecho, los orfanatos, la mala vida, todo, le condujo a Manuel Bueno a no considerarse nunca un ser querido y, falto de afecto, malgastó su inteligencia y medios en desafíos, hartazgos, y desganas consiguientes. Su nombre está asociado al lance que mantuvo con Ramón María del Valle Inclán, a resultas del cual éste perdió un brazo.

Pero Bueno era mucho más que un generador de anécdotas, pues tanto su obra periodística como su labor literaria hacen de este bilbaíno uno de los escritores más singulares de su tiempo. Con veinte años, y tras pasar un tiempo por América en busca de fortuna, está en Madrid escribiendo ya en los periódicos. Nada más volver de América, a donde fue con apenas trece años, publicó otro volumen de cuentos, Viviendo (1896).

Llegó a ser una especie de juez y delator de algunas conductas intelectuales que llevaron, o trajeron, la II República (en su novela Los nietos de Danton, 1936). Si exceptuamos su primera novela, Corazón adentro (1906), que reduce su discurso a la expresión de cierto sentimentalismo, el resto de su obra narrativa entra de lleno en el análisis, retrato o testimonio de procesos civiles. De este modo, Jaime el conquistador (1912), en donde relata la vida sórdida de Madrid a través de las casas de juego y suerte varia, de la mano de los tahúres, o El dolor de vivir (1924), novela que resulta un esbozo de la vida social de Madrid en las primeras décadas del siglo XX; pero también Poniente solar (1931), en cuyo discurso analiza las consecuencias y los momentos que conforman el llamado desastre del 98, y El sabor del pecado (1935), donde hace un agudo análisis de la vida y moral decadentes de la aristocracia madrileña en la década de los años treinta del siglo XX. Además de estas novelas, Bueno dejó publicados otros volúmenes de relatos y cuentos en Almas y paisajes (1900), el mismo año en que aparece Vidas sombrías, de Baroja, A ras de tierra (1902) o En el umbral de la vida (1918).