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FRONTERA (ANTIGÜEDAD DE LA FRONTERA)

El mojón 36 está situado al pie del puerto de Lizarraga, al este de Sara. Este puerto se encuentra en zona española, en territorio de la "Villa" de Vera. En su eje aparecen las "Peñas de Haya" o Monte de las Tres Coronas. El camino que va de Sara a Vera, por este puerto guardado por la casa solariega de Haramboure, no es otro que la ruta del cobre, que, en la prehistoria, conducía a las minas cercanas a Oyarzun. Después de pasar la casa de Haramboure, el camino penetra en el bosque de Sara, enmarcado por los contrafuertes de Larrhune y el Pico de Ibantelly. Al cabo de unos cuatro kilómetros de bosque, el camino llega al pie del puerto, cerca del arroyo Lizunaga. Entonces vemos aparecer los cimientos de una vieja calzada y unas viejas piedras talladas cubiertas de musgo junto a un curioso mojón, de forma plana con una cruz en cada una de sus caras. El tratado de 1866 habla de "tres piedras en forma de mesa", mientras que el mapa de los limites de 1786-1788 menciona Lizunagacomahaya o "Mesa de Lizunaga". Al lado se encuentra, contra un árbol, el mojón del tratado de 1856, que lleva el n.° 36. Todo evoca un lugar de encuentros milenarios cuya decoración no hubiera cambiado. Una centena de metros más lejos, en el estado español, se encuentra el puerto por donde lógicamente hubiera debido pasar el limite. Esta inflexión de la frontera es de origen inmemorial. Se trata, como lo revelan los archivos de Sara, de un lugar de reunión para concertar facerías, y esto desde "un tiempo inmemorial"; se trata pues de una antigua tradición que ha determinado esta anomalía, en la linde del bosque, en el punto de paso de la ruta del cobre. Ahora bien, las mesas de Lizunaga ¿fueron en principio la señal de una tumba, de un altar donde se celebraron cultos extraños? Nada revela mejor el escepticismo simbólico de la frontera como la desviación del límite que abandona la cresta para ir a parar a las mesas de Lizunaga remontándose enseguida de nuevo hacia la montaña. ¿Podría ser que excavaciones bien dirigidas revelasen algún descubrimiento? Todo confirma que este lugar se encontraba en la Galia, en la demarcación entre los Pinpedunni (Cinco Villas) y Sara, e incluso entre las primeras tribus que se instalaron en el puerto vasco. Las Mesas de Lizunaga eran pues el lugar de encuentros económicos, ritual o religioso, cuya persistencia estaría probada por la facería siempre renovada en este lugar aún todavía hoy en día. El texto de la facería del 22 de setiembre de 1762 entre Sara y Vera menciona "el paraje denominado Lizunaga donde se dividen las jurisdicciones de Sara y Vera", mientras que un texto del 24 de setiembre de 1731 menciona "la buena unión y correspondencia en la que viven juntos los habitantes de las dos susodichas parroquias desde hace tiempo inmemorial". Este carácter de inmemorial es mencionado constantemente y tres puntos de la frontera fueron los escogidos para concertar las facerías: Lizunaga ya mencionado, entre Sara y Vera; Narbalax (puerto de Navarlas del tratado de 1856) entre Sara y Echalar, y Mihular entre Sara y el Valle de Baztán. Estos tres puntos rodean a Sara, pero el lugar más extraño, con mucho, es "Lizunaga", por donde pasaba una de las rutas más viejas de la prehistoria, en una región donde los descubrimientos de J. M. de Barandiarán han revelado una intensa actividad prehistórica. Puesto que los textos faltan, miremos con Gastón Roupnel el suelo y el paisaje donde ciertas líneas se moldean tan estrechamente con el carácter de este extraño lugar en una brillante evocación. "En este bosque lleno de invisibles presencias, de sortilegios y sufrimientos, el hombre no se encontraba en su morada sino en la de los dioses y los muertos. Bajo esta augusta sombra, en esta solemne oscuridad que protegía sus campos, el hombre antiguo entró en contacto con los misterios y los dioses de los que se había rodeado para proteger su vida. El bosque fue el lugar de ceremonias fúnebres y de sepulturas que mantenían lejos de los vivos a los muertos temidos y a sus irritados espíritus. En él se realizaron los actos de magia, los encantamientos y las apariciones, las reuniones de brujas, las asambleas de druidas, los sacrificios humanos, los actos sangrientos del culto... Sobre este dintel sagrado que todo protegía, el roturador primitivo detuvo de una vez por todas sus empresas profanas." (Roupnel, op. citada, p. 117.) Las últimas líneas son aún más precisas."En los tiempos antiguos, a la entrada de un gran camino, junto al fresco manantial, a la sombra, el paraje era el lugar de reposo y de recibimiento, lugar de culto y veneración. Los dioses antiguos han tenido allí su morada..." "Sin embargo, lo que acabamos de reconocer en las puertas de estas lindes boscosas, lo que nos ha sorprendido en la acogida del bosque, en el viejo camino, es el testimonio mismo de que esta antigua ruta de los hombres tuvo el rango y la calidad de una gran vía venida de lejos, mantenida por los pueblos, vigilada por los dioses." (Roupnel, op. citada, pp. 94-95.) El mojón de 1856, piadosamente adosado a una encina, junto a las piedras musgosas y a las ruinas, atestigua la presencia de un punto fronterizo multimilenario y cuyo carácter místico revela el hecho de que hoy en día siguen concertándose facerías en dicho lugar. De este modo, el pasado se confunde con el presente... y el examen del paisaje puede aclarar las cosas, a veces, tan bien como un texto de archivo. Es pues en este calvero del puerto de Lizarraga que va a dar sobre la ruta del cobre donde encontramos, justo en este mojón, un punto preciso del límite de los pueblo que ocupaban la cuenca de Sara por una parte y las "Cinco Villas" por la otra. El mojón, escribe M. Roupnel, se encuentra a menudo en "la intersección de un límite, de un pueblo y de una gran vía". En el mismo orden de cosas, no siempre es posible encontrar el origen de ciertas anomalías de la frontera, que escapan a la lógica, y tal imposibilidad incluso es un argumento más en favor de su antigüedad. Indiquemos ciertas anomalías, minúsculas, a veces. El Valle de Insola en el camino de Olheta en Vera pertenece a España; el más antiguo mapa detallado, el borrador de Roussel de 1718, lo atestigua, aunque Cassini, menos preciso, no lo haya indicado. La cima del Pico de Ibantelly está en Francia, así como el Pico de Atxuria o Peña Plata, pero la frontera roza estas cumbres sin separarlas. ¿Quizá la división rectilínea de la Peña Plata entre Sara y el Baztán sería explicada por una antigua discusión? A veces la frontera ha seguido la línea de división entre dos propiedades: esto explica que la cota 160 (cerca del mojón 69 -granja Laputsagaray-) no esté en el límite y que Urdax posea, en detrimento de St.Pée, el puerto al pie del Tambor (Reducto de Muñagorri o "Fuerte Carlista") y que el Nivelle haga de frontera durante unos cuantos metros de su trayecto cerca del mojón 72.Las mismas hipótesis explicarían igualmente el trazado ilógico de la demarcación cuando deja Ixuri (o pequeño Baztán) para ganar la cresta de Iparla, entre el Baztán y la Baja Navarra -el que el Pico de Hansa se mantenga en el Valle de Baztán, etc.-. Los límites actuales entre los bajos Pirineos, el valle de Baztán y la Villa de Urdax, calcan absolutamente los límites del Vizcondado de Laburdi en el siglo XI con el Valle de Baztán y el monasterio de Urdax que estaba localizado, como era muy frecuente, entre una masa forestal desaparecida en parte.Estos limites, todo nos permite suponerlo, nacieron de los primeros contactos entre las poblaciones primitivas, siguiendo el marco mismo dibujado por el paisaje que les ha inscrito sobre el suelo. Señalemos finalmente que el tratado de 1856 reproduce en los más pequeños detalles la demarcación aparecida en 1876-1878 en el mapa de límites que estaba calcado sobre el trazado milenario. "Ya sabemos, escribía el general Richter, hasta qué punto los limites administrativos conservan la tradición del pasado como la red de viejas circunscripciones -pagi-provincias-diócesis- persiste en los trazados administrativos modernos." ("Bol. Ciencias, Letras, Artes", Bayona, n.° 55; mayo-diciembre de 1947: La Cruz de Carlos, p. 43.) Estos pocos ejemplos tomados como simples hipótesis nos han parecido necesarios para subrayar la antigüedad de la frontera. Ningún archivo se ha conservado pero queda el suelo, la tradición, la toponimia, que parecen garantizar esta antigüedad. El estudio de la frontera puede mostrar así algunos aspectos de los primeros momentos de la historia de Euskalerria.