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Agricultura Vasca (1977 version)

Etnología e Historia. Los primeros vestigios de agricultura datan de finales del neolítico. Este nuevo modo de vida venía a asociarse al del pastoreo. Ya durante el periodo aziliense, en el mesolítico (6.000 años a. de C.), se conoció el trigo como alimento en nuestro país. Se ha encontrado trigo en algunas cuevas como las de Mas d'Azil y Espelungues, pero no hay vestigio de su cultivo. Es en el neolítico cuando se inicia la siembra ("erein"). El molino encontrado en Lumentxa nos demuestra que los cereales eran ya molidos y utilizados como alimento. El conocimiento de la siembra, o ereintza, si vino de fuera, habría llegado de la cuenca danubiana o por lo menos del norte. El vascuence conserva una leyenda que recoge este acontecimiento: la del basajaun de Muski. El héroe que roba trigo a los basajaunes y el secreto de la siembra y la del mijo, y nabo es un personaje mítico que llega a nosotros ya cristianizado y llamado San Martiniko. Es chocante que los sembradores sean montañeses y los que aprenden gente de la llanura. v. TRIGO. Sería ya la edad de los metales cuando se comienzan a cultivar las primeras y diminutas huertas. El arado metálico y el empleo de animales de tiro en las llanuras revolucionan más tarde toda la agricultura antigua. La ganadería y el pastoreo completan las labores agrícolas. Se ha pretendido que los nombres de los cereales están relacionados con los de las lenguas caucásicas sin probarse nunca definitivamente. El trigo, en su variedad más primitiva, el T. dicoccum (Ezkandia), que subsiste en nuestros cultivos, sería el que se cultiva en estas épocas. No sabemos los comienzos del cultivo del lino ni siquiera del de la vid y del olivo en las riberas del Ebro. En la época prerromana probablemente cultivaban la tierra las mujeres mientras los hombres se dedicaban al pastoreo. Se trataría de pequeñas extensiones de tierra dedicadas al trigo y a la cebada u otro cereal. Estas cosechas se dedicarían a la alimentación y a la fabricación de la cerveza, bebida usual entre los montañeses. También se cultivaría el lino para la confección de vestidos. Se sabe que Pompeyo, el año 75 a. de C. abandonó la meseta cercana a Numancia para proveerse de trigo en el territorio de los vascones. Salustio, Hist., 111, 93 (frag.). Se sabe también que la base de la alimentación era el pan de bellota. Su obtención exigía primero la recolección de la bellota (ezkur) y su secado, luego, el machacado o molido en molinos de piedra a mano y la elaboración del pan con la harina integral así resultante. De entre los frutos silvestres recogidos por mujeres y niños, quizá las avellanas, moras y fresas tendrían algún interés. Una planta de suma importancia, la alubia, lleva nombre de origen romano: babarruna o "haba romana". Quizá se introdujeron durante los romanos algunos árboles frutales como el castaño y el tilo. La agricultura siguió rudimentaria en las zonas montañosas y casi era labor exclusiva de mujeres. En las tierras llanas se mejoró el cultivo de la viña y del olivo y con ello la elaboración de vinos y del aceite. Idéntica mejora experimentó la horticultura que se enriqueció con nuevas plantas como el pimiento y la guindilla. Los fundus y villas romanos, explotaciones agrícolas de importancia, solamente se conocieron en las tierras bajas. En el resto, la propiedad era familiar y comunal. Durante las invasiones y dominaciones europeas de los bárbaros, visigodos y francos principalmente, los vascos se independizan cultural y políticamente. Con el contacto con los musulmanes se perfecciona la agricultura de las llanuras. Una planta, el guisante, lleva nombre que recuerda, bien a personajes mitológicos o a los moros: matru-illarra. El albaricoque y el melocotón, a pesar de tener nombres árabes en español, no los tiene en vasco: mertxika y muxika, a no ser que se deriven, precisamente, de la palabra al-berchigo (mertxika). Los árabes practican mucho el riego y las acequias, nombre también importado por ellos. Durante el reinado pamplonés las montañas apenas cambian en sus modos de vida agrícolas y pastoriles. La gente vive con pobreza pero se siembran de trigo muchas vegas y laderas de montes. Son pequeñas cosechas de cereales, mijo, habas, alubias, guisantes y hortalizas. Marece consignarse el cultivo, muy extendido, de la vid y·el olivo. Se sabe que existían viñas en Aoiz, Arzeiz, Urroz, Ustárroz, Imarcoain, Elkano, Eransus, Yelz, Zenborain, Aibar y los alrededores de Pamplona. Al otro lado de las montañas aparecía de nuevo la viña en San Juan Pie de Puerto. En la llanada alavesa y, sobre todo, en las cercanías del Ebro, eran importantes las de Laguardia. Hacia la costa la agricultura era ya pobre y diseminada por los valles costeros. Pobre de pan y vino, pero rico de manzanas, se motejó a don Diego de Haro, señor de Vizcaya. Apenas alcanzaban sus productos para la alimentación de sus habitantes. En cambio había muchos manzanales y se fabricaba sidra. En la edad moderna se intensifican las roturaciones de montes y quemas de arbolado para la siembra y pastos. Las dos novedades revolucionarias fueron la introducción del maíz y de la patata. Esta tardó mucho en generalizarse y desplazar al nabo. Se señala a Percaiztegui de Hernani, como el introductor del maíz traído de América en el s. XVI. El maíz recibió aquí el nombre que antes tenía el mijo, arto, bautizándose al mijo con el de arto-txiki para distinguirlo. Isasti, 1625, nos dice que de pan se coge todo lo necesario en Guip. de mijo y panizo, medianamente y, de poco tiempo a esta parte, se hace el pan de maíz, que llaman mijo de Indias. En todo el transcurso de los s. XVI, XVII, XVIII y XIX se roturan y cultivan afanosamente los montes y orillas de los ríos, aquellos con sembrado de cereales y éstas con hortalizas. Y tan pobre fue la agricultura siempre en la montaña que la alubia, p. ejem., no fue introducida en Vizc. hasta el s. XVI y tardó en generalizarse todo el s. XVIII, época en que comienza la decadencia del cultivo del lino. En épocas recientes la economía agrícola se transforma radicalmente, sobre todo en las llanuras. Basta citar solamente la nueva riqueza de la remolacha en todas sus variedades y de las inmensas riquezas de huerta y cultivo de árboles frutales. Pero mejor que nada hablarán las estadísticas.