Concept

Yacimiento arqueológico

Se pueden definir diversos tipos de yacimientos cuyos destinos específicos matizan, lógicamente, la composición de las evidencias que en ellos se han depositado y vienen condicionados, a su vez, por peculiaridades de los propios sitios, en dimensiones, ubicación en un paisaje, accesibilidad, etc. A este respecto distinguía J. Clottes en la ocupación del Pirineo, en el Paleolítico Superior hasta cuatro modelos generales de yacimientos arqueológicos:

a.- Los campamentos/base, donde se habita de forma prolongada por grupos humanos no diferenciados.

b.- Los altos de caza (apostaderos, de descuartizado in situ ,...) y lugares próximos a las zonas de aprovisionamiento de algunas materias primas: donde viven en temporadas cortas grupos de cazadores o recolectores especializados.

c.- Algunos excepcionales "lugares de reunión", que por su especial situación debieron ejercer una función de primer orden en influencia o irradiación sobre varios territorios: según aquella controvertida expresión de L. Méroc al llamar a la cueva Mas d'Azil "la capital del Magdaleniense" pirenaico.

d.- Los "santuarios" del arte parietal en cuevas, en cuyas embocaduras se han producido épocas de habitación por parte del ser humano. En principio parece que se escogían las cuevas de mayor amplitud y de cómodo acceso como lugares de habitación más estables. De esos sitios de ocupación continuada se destacaban grupos reducidos a otras cuevas y abrigos "menores" o a sitios al aire libre: cuya localización resulta obviamente muy difícil en el País Vasco si se tiene en cuenta el espeso manto vegetal que enmascara los suelos antiguos de ocupación. En el catálogo actual de nuestros yacimientos del Paleolítico Superior apenas suponen una quinta parte de esas estaciones al aire libre y se reducen a pobres concentraciones de utensilios, o, en el mejor de los casos, a una simple evidencia de depósito sin haberse detectado rastro alguno de estructura artificial que cerrara o protegiera esos espacios.

La literatura referida a los tipos de lugares habitados en el Paleolítico Superior ha contrapuesto, en ocasiones de modo exagerado, los establecimientos humanos en cuevas a los emplazados al aire libre (chozas, mamparas, enramadas,...). Proponiendo que la preferencia por una u otra forma de asentamiento tenga que ver con la abundancia o no de formaciones cársticas en un país con pautas -o modas- de los grupos humanos, e incluso con imposiciones climáticas (en las fases templadas se prefieren los sitios al aire libre, en las frías el abrigo de las cuevas). Hasta se habría anotado que en algunos lugares los sitios de aire libre sopondrían unos comportamientos más arcaicos -al menos, anteriores- a la ocupación sistemática de las cuevas. Nada de ello es hoy aceptable para estos territorios del Sudoeste europeo donde por el momento son mayoría los establecimientos en cuevas. Pero sin que ningún dato constante permita asegurar alguna relación significativa entre habitat al aire libre y entorno geográfico, preferencia cultural, referencia cronológica o dependencia de condiciones climáticas. Tampoco es correcto asegurar a las ocupaciones de cuevas una función de yacimientos base reservando competencias de satélites, o subsidiarios suyos, a los lugares al aire libre.