Non assigné

MILICIA (SEÑORÍO DE VIZCAYA)

Fasta el Arbol Malato. Los vizcaínos tenían desde la más remota antigüedad obligación de acudir a la defensa de Vizcaya y a las expediciones exteriores con su señor. Esta obligación se consignó en la ley VI del Fuero Viejo de 1452, reproducida en la ley V del título I del Fuero Navarro de 1526. Este último dice textualmente: «Otrosí dixeron. Que habían por Fuero, é ley, que los Caballeros, Escuderos, Omes, Hijos-dalgo del dicho Condado é Señorío, assí de la tierra llana, como de las Villas, é ciudad de él, é sus adherentes, siempre usaron, é acostumbraron ir, cada y cuando el Señor de Vizcaya los llamasse, sin sueldo alguno, por cossas, que á su servicio los mandasse llamar; pero esto fasta el arbol malato, que es Lujaondo. Pero si el Señor con su Señorío les mandase ir allende de dicho lugar, su Señoría les debe mandar pagar el sueldo de dos meses, si hubieren de ir aquende los Puertos: é para allende los Puertos, de tres meses, é assí, dando el dicho sueldo ende, que los dichos Caballeros, Escuderos, Hijos-dalgo usaron e acostumbraron ir con su Señoría á su servicio, doquier que les mandasse, pero no se les dando el dicho sueldo, en dicho lugar, nunca usaron, ni acostumbraron pasar del dicho árbol malato; é que la dicha esención é libertad assí se les fué siempre guardando por los señores de Bizcaya». Se ha señalado por algunos autores que esta ley se tomó de alguna de las otorgadas por el Conde Sancho de Castilla que señaló el sueldo a las mesnadas que llevaba en sus expediciones, o del Fuero de Jaca, que establecía el apellido general. En la ley 5.ª del Fuero se señala el punto límite hasta donde deben servir los vizcaínos a su Señor sin paga alguna: el árbol malato. La historia militar de Vizcaya, dicen Mirachalar y Manrique seguidos fielmente por Artiñano, está en conformidad con este fuero. «Al mando de su señor -manifiestan aquéllos- contribuyen los vizcaínos á la conquista de Lara auxiliando al conde Fernán González. La casa de Haro marcha siempre con San Fernando á las expediciones y conquistas de Andalucía. Cuando los magnates sublevados destituyen en Avila á D. Enrique IV, acuden todos los vizcaínos al llamamiento del señor y sostienen el trono. Si cuando en febrero de 1486 pidieron los Reyes Católicos 1.200 peones, ballesteros y lanceros, opuso el Señorío alguna dificultad, sólo fue por el pago del salario, facilitándoles en el momento que se les abonó la paga de tres meses. La flota que en 1496 condujo á Flandes á la archiduquesa doña Juana, iba tripulada por quinientos marinos y hombres de armas vascongadas, con la paga correspondiente y gastos de ida y vuelta á los puertos. A las campañas de Italia y Flandes no faltaron nunca los tercios de estas provincias, y un vascongado tuvo la gloria de hacer prisionero al rey Francisco I en la batalla de Pavía.