Lexique

LITURGIA

El Protestantismo. Un punto clave de la Reforma fue, sin duda, la introducción de la lengua vernácula en la liturgia. El culto cristiano es para Lutero un culto de la Palabra; ahora bien, este culto de la Palabra no puede ser ejercitado con fruto por la comunidad, si esa Palabra no es comprendida. Tras unas primeras vacilaciones en Lutero, entre otras razones por su valoración cultural de la lengua latina, y por su preocupación de no escandalizar a los más débiles en la fe, los protestantes adoptaron en todas partes, desde mediados del s. XVI, la lengua del pueblo para el culto. Es cierto, como afirma I. Tellechea, que el Catolicismo aparece como la forma que de modo sustancialmente compacto conforma la vida religiosa del pueblo vasco; sin embargo, no se puede ignorar que la Reforma Protestante logró un episódico arraigo en la diócesis de Bayona. En efecto, Juana de Albret, reina de Navarra y vizcondesa soberana del Bearn desde el año 1555, inclinada desde tiempo hacia las ideas de la Reforma, se declaró abiertamente a partir del año 1560 a favor de la religión protestante. Para los vascos de Iparralde el siglo XVI fue seguramente el más trágico de su historia. Durante más de treinta años, las guerras de religión asolaron el país: zuberotarras y bajonavarros se mostraron, en su mayoría, partidarios del catolicismo, mientras que los del Bearn apoyaban el protestantismo. Ya en 1546, un franciscano de Orthez se desplaza a Mauleón a predicar la cuaresma: la población exasperada por sus tendencias protestantes, arrastrará la cátedra del predicador hasta el cementerio. Un edicto de 1566 prohibiendo el culto católico obtuvo su respuesta en el Manifiesto de 1568 en Baja Navarra: las represalias mutuas fueron brutales. Antonio de Gramont, nombrado teniente general por Juana de Albret en 1564, apoya la predicación protestante que tiene lugar en un principio en Saint-Palais en casas particulares, más tarde en iglesias públicas. Precisamente en Saint-Palais tuvo lugar un intento de bautismo calvinista que sublevó a la población. Los nuevos convertidos al protestantismo pertenecían, en su mayoría, al clero y a la nobleza. Un aspecto merece ser subrayado: desde sus comienzos, los protestantes tuvieron un constante empeño en asegurar la predicación en euskera. Bajo el patrocinio de Juana de Albret, Juan de Leizarraga, al parecer sacerdote católico convertido luego al protestantismo, publica en 1571 en La Rochelle, su Jésus-Christ gure Jaunaren Testamentu Berria, acompañado de dos anexos: el A. B. C. destinado al apostolado protestante, y un segundo de carácter litúrgico-práctico que reza así: Kalendrera, Bazco noiz daten, Ilhargi berriaren eta letra Dominicalaren eçagutzeco manerarequin. Besta deitzen direnetatic-ere batzu eçarri içan dira, ez lgandeaz berce egun sancrificatzecoric delacotz, baina ferietaco, hartu-emanetaco eta asco berce gauçataco egun iaguinac eta bereciac dituztenéc cerbitzudutentçat (Calendario, con la manera de saber cuándo será Pascua, la nueva luna y la letra dominical. Se han puesto algunos días llamados fiestas, no porque haya que santificar ningún otro día más que el domingo, sino porque de ellos se sirven los que tienen necesidad de elegir y de conocer los días de feria, de mercado y de otras muchas cosas). Hay que reconocer que la obra del protestante Leizarraga constituye una herencia inapreciable para la cultura vasca. Para el estudioso de la liturgia son del mayor interés las referencias que Leizarraga ofrece en su Orhoitza ecclesiasticoen forma acerca de la celebración del Bautismo, de la Cena, del Matrimonio y de la Visita a los enfermos. Gabriel Aresti en la obra Euskal protestantismoa zer zen (1970), nos ofrece en un euskera más cercano, extractos importantes de esta obra de Leizarraga, así como su Kalendrera, como conclusión del libro. Teniendo en cuenta que todo edificio de culto es reflejo de determinados valores religiosos, y que la Reforma Protestante valoró principalmente la predicación y la palabra como centro de su culto, cabe insinuar su posible relación con un tipo particular de construcción, que se manifiesta en Iparralde. Según Martín de Anguiozar, pertenecen a este estilo las iglesias de Hendaya, Ghetary, Urrugne, Ascain, Sara, Cambó, Saint- Palais, Espelette, Hasparren, Itxaso, Arcangues, Saint Pee sur Nivelle, Mendiondo, etc., destacando sobre todas ellas las parroquias de Ziburu y de San Juan de Luz. El rasgo principal de su originalidad consiste en las balaustradas o hileras de tribunas superpuestas con dos o tres pisos a los costados y al fondo de una nave única y de forma rectangular. Algunos autores han relacionado esta estructura con el tipo primitivo de iglesia de dominicos para la predicación; en este sentido Otto Schubert ha denominado a estos templos «salas de predicación vascas». Si los orígenes de este tipo original de iglesia hay que situarlos en Iparralde al fin del s. XVI, como afirma Charles Henri Bernard, parece obvio plantearse la posible influencia de los valores protestantes en la peculiar disposición de estos templos.