Concept

Joko, Jolas, Juego (version de 1986)

Niños. El juego, tal como se ha practicado en Euskalerria, se inicia en la primera infancia y continúa a lo largo de toda la vida, incluida la vejez, ofreciendo una gama sucesiva de diversiones muy matizada desde la individualidad del niño recién nacido a los juegos ante muchedumbres. El juego, es, sin duda, una actividad educativa de las facultades físicas, socioculturales y psíquicas del hombre mediante el gozo y la alegría. Es también ejercicio de disciplina porque se aprende a saber perder cuando llega el caso. Los juegos infantiles en sus comienzos cuentan con la colaboración de los mayores como en el conocido tro-tro-tro, arre-arre mandako, intervienen padre e hijo chiquitín. El padre, una pierna sobre la otra, ofrece un pie al aire que sirve de caballito sobre el cual va a trotar el niño camino de Sangüesa para llegar finalmente a Iruña, a Pamplona: biar Zangotzarako, eta etzi Iruñarako. Los niños guipuzcoanos pasan en su canto por Tolosa (biar Tolosarako) y los de Iparralde, por Elizondo (biar Elizondorako). La meta es siempre la vieja capital del Reino. Se aprende geografía y tradición nacional. El trote y su recitación llevan, aparejada, además una melodía especial onomatopéyica. Se aprende música. Si se trata ahora de otro juego infantil, el mirri-marriau, bastan las manos de una persona mayor que las pasará suave y rítmicamente por delante de la carita del niño, de arriba abajo, mientras entona una canción acompasada al paso de las manos sobre ojos, nariz, boca y barbilla y luego de abajo arriba tropezando con la nariz. Su letra es: mirri-marriau- zer xanen gaur- txipi ta papa - nun da ene partia - pareti zilo artea- bai kan- ez kan- katu buru beltz arrapatu-zan (mirri-marriau, qué comeremos hoy - carne y patata, dónde está mi parte - en el agujero de la pared - bai kanez kan - el gato de cabeza negra - se lo ha comido). Al girar la mano vertiginosamente sobre la nariz el niño rompe a reír estrepitosamente. Si se trata del txalo-txalo Matxin bastan las manos de la criatura, la persona mayor le toma las dos manos al niño y le hace aplaudir al compás del sonsonete del juego y luego cogiéndole entre los aplausos su propia carita. Otro de estos juegos consiste en cantar una cancioncilla por cada dedo de la mano. El repertorio de juegos para niños de corta edad es numeroso y variado. Conforme la edad avanza van apareciendo juegos nuevos distribuidos a lo largo del calendario de faenas y fiestas. Cada temporada tiene sus juegos, unos son de invierno y otros de verano. Algunas veces se usan juguetes construidos mediante un rito y una melodía propia. Podemos citar a modo de ejemplo las caretas, el txuntxumununtxulo o estuche de cuestación, los palitos zumbadores entre dos hilos de lana que se estiran y se encogen a voluntad produciendo en su rotación un zumbido creciente-decreciente (furrumblak), el trabuquito de rama de saúco para disparar a presión una pelotita de estopa (alkanduzak), los silbos de rama de fresno y su ritual constructivo (txulubitari...), las pelotas de kiskiteko, especie de goma natural recogida en el campo después de una temporada de lluvias, el juego de las tabas y el de huesos ahumados (ezur-xoko) que es un juego de puntería, el trompo, las cinco piedras o pastetx, el juego de cara o cruz, el de la toña o el de lanzarle una pelota unos muchachos a otros. Hay juegos de niños como el escondite, el marro, o de niñas como el de muñecas (ponpiñak), jugar a señoras (andraketa), a cenas (apariketa), a tiendas (dendariketa) a imitar a los animales (axerika), en el que se imita al sapo marchando en cuclillas o el txita-amaka, a gallina y polluelos. Intervienen también los juegos de ingenio comolos rompecabezas hechos con palitos, el de carpetas con alfileres en el juego del alfiler, las figuras de pajaritos de papel o el derroche de actividad como los ya mencionados del marro o los juegos, "al burro", macho ciego, salto mortal, salto del carnero, pitole, a subir a árboles, a clavar un clavo en tierra mientras el compañero va a buscar el suyo, a tocar primero una meta determinada o al toko o calderón, en el que se afina la puntería y se aprende a medir distancias a golpe de vista. Contrastan con los anteriores los pasatiempos caseros: adivinanzas o asmaketa, ikusi-makusi o veo veo, el zanduketa o de pares o nones, con su fórmula propia, el batun-batan por el que se aciertan las familias con sólo nombrar el número de sus individuos, los trabalenguas, como el olagarro, o el de adivinar quién tiene un objeto que pasa de mano en mano, sentados en corro y al son de su propia melodía. Otras veces son juegos de habilidad como el lanzar una piedra plana sobre las superficies del agua del río, haciéndolas rebotar una, dos y hasta tres veces consecutivas; dar con una piedra sobre una pezuña clavada en el suelo; juegos de nueces, de la raya, ceros, hasta el txilin-txalán en el que se simula una campana formada por varios niños unidos por las espaldas. En el seno de la familia, sobre todo entre mujeres y niñas, a veces de la vecindad, se jugaba el juego de la llave o giltza: sentadas todas ellas en corro, con las piernas cruzadas para dejar lugar a la que se coloca de pie en el centro. Se pasa la llave de mano en mano por debajo de las faldas al son de una melodía de ritmo acelerado, cuya letra alude al juego en sus momentos más movidos o en sus paradas en seco, para que la penitente diga quién tiene la llave. Si acierta se sienta en el lugar de la persona que la tenía, alternándose, y se reanuda la sesión. A este juego se le llama de arteskuka. Los juegos de soga y del corro (kinkirriñera) y otros de saltos de rayas son especiales de niñas. Y mientras las mujeres y niñas se divertían así en los largos días invernales los niños se ejercitaban jugando al montón- kikirikón; a la rueda tira coces, simulando un corro de yeguas y de su caballo trotando en derredor defendiéndoles de las acometidas del oso; al tapacostillas, golpeando las espaldas con bufandas previamente retorcidas si no las tienen cubiertas por la pared al cruzar el local de un lado a otro. El juego llamado txukaketa era propio de los niños de la costa y consistía en lanzar un clavo de mil formas distintas, según las combinaciones de los dedos y debiéndose clavar al caer sobre la arena de la playa. El castigo, si pierde, es arrancar con la boca un palito clavado en la arena, lo que obliga a chuparla.