Conte

Iturriaga, Agustin Paskual

Agustin Paskual Iturriaga (Hernani, 1778-Hernani, 1851) fue un escritor y pedagogo vasco.

Nacido en el seno de una familia bien situada, llevó a cabo sus estudios en el seminario de Andoain y en la universidad de Oñati.

Tras ser ordenado sacerdote, frecuentó diversas tertulias culturales, en Hernani y San Sebastián, en las que personas de distintos orígenes e ideologías debatían cuestiones sociales, entre ellas la pedagogía.

Precisamente su inquietud por la pedagogía lo llevó a fundar una escuela en Hernani, junto con su hermano Cayetano y el maestro y organista Martin Larrarte. La escuela recibió una excelente acogida y permaneció abierta entre 1818 y 1823, fecha partir de la cual Iturriaga fue acusado de constitucionalista y le fue retirado el permiso para ejercer la enseñanza.

En la misma época fue diputado suplente de las Cortes españolas por Guipúzcoa.

En 1822 fue víctima de una acusación anónima de simpatizar con las ideas de Voltaire y la Enciclopedia, a raíz de la cual tuvo que exiliarse, primero a Hondarribia y más tarde a Zestoa. De regreso a su localidad natal, fue procesado y condenado a abandonar la práctica educativa. Una vez más conoció el exilio, en esta ocasión en el País vasco-francés, entre 1835 y 1840.

De vuelta en Hernani, Iturriaga escribió y publicó tres famosas obras: Arte de aprender a hablar la lengua castellana para el uso de las escuelas de primeras letras de Guipúzcoa (1841); Diálogos basco-castellanos para las escuelas de primeras letras de Guipúzcoa (1842), también conocida por el nombre de Jolasak; y Fábulas y otras composiciones en verso bascongado, dialecto guipuzcoano, con un diccionario basco-castellano de las voces que son diferentes en los diversos dialectos (1842).

Además de estas obras, se conservan la relación epistolar que mantuvo con Iztueta y la Memoria (1830) que escribió para las Juntas Generales de Guipúzcoa.

Mediante las obras citadas, Iturriaga quiso exponer los argumentos que sostenían sus tesis, es decir, la necesidad de que el euskera tuviera presencia en la escuela, primero para aprender a leer en dicha lengua, y así, más tarde, poder desarrollar su aprendizaje en castellano. Por lo tanto, era de la opinión de que, si se quería conservar vivo el idioma, el euskera tenía que ser, junto con el castellano, lengua intrumental de la escuela. No obstante, siguiendo la corriente de opinión de los ilustrados de la época, Iturriaga consideraba muy importante conocer y cultivar el castellano, como se puede comprobar en el título de su primera obra.

El segundo de sus libros, Jolasak [Diálogos], está compuesto por las conversaciones didácticas entre un maestro llamado Basilio y su discípulo Antonio. Dichos diálogos se muestran a dos columnas, en euskera y castellano respectivamente, y algunos años más tarde fue una de las obras seleccionadas por el príncipe Bonaparte para ilustrar los dialectos vascos. Así, fue reeditada en 1857, en esta ocasión a cuatro columnas: la del propio Iturriaga, en dialecto guipuzcoano; en vizcaíno, en traducción de Uriarte; en labortano, de la mano de Duvoisin; y en suletino, en versión de Intxauspe.

Por último, Fábulas es una recopilación de 49 composiciones de dicho género, presidida por la dedicatoria "Euskal-Erriko gazteriari" [A la juventud del País vasco]. Además de las fábulas, la obra recoge la versión en lengua vasca de las églogas primera y tercera de Virgilio, la marcha de San Ignacio, la letra de la ezpata-dantza y un diccionario euskera-castellano. En lo que a las fábulas respecta, se trata de traducciones de las fábulas de Samaniego. Manterola publicó en su Cancionero (1880) seis fábulas más procedentes de un manuscrito de Iturriaga, igualmente traducciones de las de Samaniego. El objetivo de esta obra, al igual que el de las demás, era ofrecer a los escolares materiales amenos para una adecuada formación, en el contexto de las corrientes de la época favorables a las fábulas como instrumento escolar.