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Historia del Arte. Gótico

Las artes plásticas también conocieron un mayor desarrollo durante este período. Los ejemplos que conservamos, además, son más numerosos y hay importantes cambios en la técnica que se utiliza y los temas que se representan.

La escultura de estilo gótico comienza a independizarse del marco arquitectónico y encontramos destacadas obras realizadas de un modo exento. En cuanto a la técnica y a la temática, la escultura gótica recupera el naturalismo y el realismo que abandonó el románico en la ejecución, y reivindica un mayor humanismo en los motivos representados con el objetivo de poder aproximarse de un modo más directo y cercano a la nueva sociedad urbana que se estaba desarrollando.

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Sin embargo, la escultura decorativa en las portadas de las iglesias todavía mantuvo su importancia y tenemos muy buenos ejemplos en Navarra, Álava y Gipuzkoa. En Navarra, destacan las portadas de las iglesias de Santa María de Olite y Santa María de Ujué, y las decoraciones escultóricas del claustro de la catedral de Pamplona. En Álava, la catedral de Santa María y la iglesia de San Pedro en Vitoria también conservan interesantes portadas, aunque el ejemplo más espectacular lo encontramos en el sur de la provincia, en Laguardia, ya que el conjunto escultórico de la portada de la iglesia de Santa María de los Reyes conserva gran parte de su policromía original al estar protegido por la propia arquitectura. En Gipuzkoa, el grupo escultórico que preside la entrada principal de la iglesia de Santa María la Real de Deba también tiene restos de policromía pero en menor grado y en peor estado de conservación ya que ha permanecido durante la mayoría del tiempo a la intemperie sin ningún elemento que la protegiese. En el interior de las iglesias aunque las manifestaciones pictóricas tuvieron más protagonismo que las escultóricas, a finales de este período comenzamos a encontrar retablos con grupos escultóricos como en el caso de la iglesia de Santa María de Lekeitio, de influencia flamenca.

En cuanto a la escultura exenta, como en el período románico, Navarra conserva los mejores ejemplos. En este caso también, la tendencia hacia el naturalismo y el realismo, la elección del tema de la virgen, así como el abandono de la representación de Cristo Crucificado, nos vuelven a demostrar el creciente deseo que existió por parte de las instituciones eclesiásticas de acercarse a la sociedad. Son muchas las representaciones marianas realizadas durante este período, entre las que destacamos, la Virgen con el niño de Roncesvalles, la Virgen Blanca de Huarte, la Virgen de Olazagutia, la Virgen de Olite y la Virgen de Los Arcos.

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Sin embargo, las obras más representativas de este período se realizaron a finales del mismo y siguiendo nuevas tipologías. Así, a partir del siglo XIV, encontramos los primeros sepulcros entre los que destacan la tumba de Carlos III y su mujer Leonor en la catedral de Pamplona, el sepulcro del canciller Villaespesa en la catedral de Tudela y el sepulcro del conde de Oñate en la iglesia de San Miguel de Oñate; en los tres ejemplos, hay que destacar los relieves de los sarcófagos, con personajes orando por los difuntos.

La orfebrería continuó con la misma importancia que en la época anterior y, en este caso también, los ejemplos más significativos se encuentran en Navarra, donde destacan piezas como el cáliz que Carlos III donó a la iglesia de Ujué -en la actualidad en el Museo de Navarra- y los relicarios realizados para custodiar reliquias, entre ellos, el ajedrez de Carlomagno, llamado así por su singular forma cuadrícula.

En cuanto a la pintura, durante el gótico volvemos a encontrar restos de manifestaciones pictóricas en Euskal Herria. En la Edad Media las iglesias, siempre que hubiera medios económicos suficientes, se decoraban con escenas religiosas y con motivos decorativos. Lamentablemente, en la mayoría de los casos no se conservan bien porque posteriormente fueron sustituidas por otro tipo de decoración o porque, simplemente, fueron eliminadas al imperar criterios estéticos diferentes que propugnaban la desaparición de las pinturas murales de las iglesias, sobre todo, en el siglo XIX.

Las creaciones pictóricas de esta época cumplen, como en el caso de la escultura, una función didáctica. La finalidad era aleccionar al fiel y, por ello, la mayoría de los temas narran episodios religiosos y recogen pasajes de la Biblia. Los ejemplos más antiguos que conservamos son del siglo XIV y aunque, en general, se siguen las pautas establecidas por la corrientes europeas -protogótico, lineal, italogótico, internacional e hispanoflamenco-, la interpretación que se hizo en Euskal Herria de estos estilos fue simple y esquemática.

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El Museo de Navarra en Pamplona alberga los restos más importantes en los que predomina la influencia del foco aragonés. Al primer período protogótico pertenecen las pinturas de las iglesias de San Martín de Artaiz, San Saturnino de Artajona y San Pedro de Olite. La catedral de Pamplona y las iglesias de Ecay, Olleta, Arleta, Eristáin y Gallipienzo conservan restos de los períodos posteriores -principalmente, del gótico lineal- mientras que la influencia flamenca es más tardía y se aprecia en la iglesia de San Miguel de Estella y en diferentes tablas y retablos, incluyendo el mayor, de la catedral de Tudela.

En Álava, entre los testimonios de pintura gótica documentados, destacaremos dos ejemplos. En la iglesia de la Asunción de Alaiza se conservan importantes restos difíciles de clasificar en el tiempo; tanto en el estilo como en la temática desarrollada, se combinan diferentes elementos y características que nos hablan del trabajo de un taller secundario que asimiló tardíamente las características de este período. Por su parte, los restos conservados en la iglesia de Gaceo, pertenecientes a la fase del gótico lineal, constituyen uno de los mejores programas iconográficos desarrollados.