El hijo de la reina Juana. La afortunada conjunción de poderosas personalidades en la herencia genética del príncipe Enrique -el talento literario de su abuela Margarita de Angulema, autora del Heptamerón, la versatilidad de su padre (católico, protestante y católico nuevamente), la firmeza de principios de su madre, etc.- se tradujo en un talento fuera de lo corriente y una especial capacidad para capear las circunstancias adversas situándose por encima de ellas. "Viva la inteligencia -describe Ors-, rápida la concepción, el sentido práctico exquisito, excelente la memoria". Tales fueron los principales atributos con los que tuvo que enfrentarse el príncipe navarro a su época desde la más temprana adolescencia, ya que a los 15 años se veía convertido en el líder indiscutible de los hugonotes de Francia y Navarra a la muerte del príncipe de la Condé en Jarnac (1569). Al acaecer la paz de Saint Germain en Laye (8 de agosto de 1570) por el que se trataba de poner fin a la tercera guerra de religión en Francia, a Enrique se le prometió el matrimonio con la católica Margarita de Valois, al que se opusieron el Papa y Felipe II.