Concept

El cuento en Euskal Herria. 1970-2000

En la colección Hunik arrats artean (1970) de Anjel Lertxundi se constata que, en lo referente a la literatura vasca, el cuento es la base y el objetivo de una obra completa, y que es algo hecho de modo consciente. Lertxundi, en ésta su primera obra, hace suyas las características de la cuentística contemporánea. En ella, se pueden apreciar las influencias tanto del realismo mágico sudamericano como del teatro y cuentos del absurdo. Así pues, en este origen de la cuentística, hay que fijarse y subrayar las relaciones respecto a las influencias externas, característica que era totalmente común entre los escritores jóvenes de aquella época, pero totalmente novedosa dentro de la literatura vasca. Dicha relación, por otra parte, no habría podido materializarse si los cuentos no hubieran alcanzado el éxito internacionalmente, hecho que sucedió gracias a las características propias que el cuento tenía en sus expresiones narrativas y que hacían que fuera un género cada vez más desarrollado y complejo frente a la novela. Lertxundi se adueñó pronto de las características narrativas del cuento contemporáneo, y ahí es donde encontró el mejor medio de expresión para encauzar su creatividad.

La tentativa de Mikel Zarate fue totalmente diferente. De entre todas sus obras, Mikel Zarate nos dejó tres libros de cuentos: Ipuin antzeko alegi mingotsak (1975), Utopiaren Fantasian (1979) y Bilbo irribarrez (1980). El último de los citados libros fue publicado al año de su muerte. Sin duda alguna, el primero de ellos, Ipuin antzeko alegi mingotsak, es el que más fama ha obtenido. Con esa obra, Zarate, además de renovar la tradición cuentística, intentó hacer de puente entre la vieja tradición del euskera vizcaíno y la nueva del euskera batua.

Las colecciones de cuentos publicadas por Luis Haranburu Altuna (Zera, 1975 y Desgizona, 1978) y Patxi Zabaleta (Euskomunia eta Zoroastroaren artaldea, 1977) son claros ejemplos del experimentalismo de aquellos tiempos. En general, el experimentalismo superó la anterior tendencia existencialista, aunque dicha tendencia seguía apareciendo en diversos textos.

A finales de la década, las cosas empezaron a cambiar. Comenzaron a aparecer nuevas estéticas y propuestas. En la literatura vasca, Koldo Izagirre fue uno de los primeros escritores que cultivó la literatura fantástica moderna. El libro de cuentos titulado Gauzetan (1979) es el primer paso que dio para acercarse a la realidad fantástica. En esta literatura, se superponen dos tipos de lógica: la racional, que rechaza todo lo que no puede explicarse, y la irracional. Lo fantástico surge de la ambigüedad de dichas lógicas. En esta tendencia literaria, aparecen juntos elementos racionales e irracionales, y, en lugar de causas lógicas, aparecen causas mágicas e inusuales. En ellas, los elementos legendarios, míticos, creencias, metáforas, alegorías, etc. se mezclan con los elementos oníricos e irracionales provenientes del surrealismo, bajo la influencia del psicoanálisis; y, a veces, incluso se mezclan con el absurdo. En esta tendencia, el ambiente suele ser realista, y, por ello, algunas veces también se ha denominado realismo mágico, aunque en otras ocasiones haya sido clasificado como surrealismo fantástico. Este tipo de tendencia entró en la literatura vasca contemporánea de la mano de Anjel Lertxundi, tal y como demuestra el cuento titulado "Hiltzea munduko gauzarik errezena duk", del libro Hunik arrats artean. En varios de los cuentos de Haranburu Altuna también se puede apreciar un paso hacia esta tendencia. Pero, sin lugar a dudas, y dando continuidad al libro Gauzetan de Koldo Izagirre, la cuentística de los años 80 desarrolló y enraizó perfectamente las características de dicha tendencia, sobre todo gracias a las obras de los escritores que formaban parte de la banda Pott.

Volviendo a los primeros años de la década, fuera de las tendencias principales, existen otros escritores que entraron en el campo del cuento. En 1972 se publicaron dos colecciones de narraciones: Giza zirriborroa, de Kaxildo Alkorta, y Behin batean, de Xabier Kintana. A su vez, Kintana publicó el libro Nazioarteko ipuinak en 1980. Las citadas publicaciones muestran un claro ejemplo de la evolución que vivió el género. Algunas publicaciones, desde el punto de vista del género, plantean problemas, pues a veces es difícil ver en ellos verdaderos cuentos, tendencia manifiesta durante los primeros años de la década; pero, como ya hemos señalado, todo eso fue arreglándose a medida que los años pasaban y se publicaban más libros. Ejemplos de ello son los libros de cuentos de Gotzon Garate Lehortean (1979), Nafarroako Ezkurran (1982) y Aldarte oneko ipuinak (1982), donde la narratividad de los relatos prevalece en perjuicio del mero experimentalismo, abriendo el camino hacia la cuentística de la década de los 80.