Cuevas

CUEVAS DE ISTURITS, OXOZELHAIA y ERBERUA

6 Nivel «Auriñaciense Superior». (Perigordiense Superior, o Gravetiense). Aparece sólo en la gran Sala: es el nivel que Saint-Périer denominó IV y Passemard F III. Aparece con una riqueza extraordinaria de materiales. Es, sin duda, el nivel más denso de cuantos componen la secuencia arqueológica de Isturits, con abundantes hogares por todas panes, en tierras muy negras. Daba la impresión, según los Saint-Périer, que en su espesor de no mucho más de medio metro «una masa de seres humanos se hubiera instalado y acabara de marcharse, abandonando innumerables e intensas hogueras, apenas extinguidas». También Passemard se había sentido impresionado por semejante abundancia de huesos y restos industriales. El análisis palinológico de A. Leroi-Gourhan ofrece en este nivel el diagnóstico de clima más frío y más seco de toda la secuencia de la cueva, con sólo 6 esporas de especies arbóreas sobre una muestra de más de 2.200 controladas: lo que concuerda con el aumento muy sensible en las proporciones del reno y del zorro polar y con la presencia en este nivel de restos del harfang de las nieves. En el estudio de los mamíferos de la colección Saint-Périer apreció J. Bouchud el predominio ahora del caballo, sobre renos, ciervos y uros o bisontes; existiendo restos contados de sarrio, corzo, megacero, mamut y rinoceronte lanudo. Entre los carnívoros son frecuentes el zorro común (25 a 28 sujetos) y el lobo (unos 10), ha aumentado sensiblemente la proporción del zorro polar y hay cierta cantidad de oso de las cavernas y pardo y hiena, así como restos individuales del nada frecuente Cuan alpinus, fuína, león y gato montés. Hay, también, restos de liebre (Lepus timidus) y de Arvicola amphibius, entre los roedores. El catálogo de aves por J. Bouchud ha señalado, entre otras, Aquila chrysaetus, Aegypius monachus, Buteo buteo, Buteo lagopus, Falco tinnunculus, Falco peregrinus, Gyps fulvus, Nyctea nivea, Asio accipitrinus, Corvus corax, Pyrrhocorax alpinus, Pyrrhocorax pyrrhocorax, Corvus monedula, gallináceas (Perdix graeca) y palmípedas (Oidemia fusca, Megus serrator, Anser albifrons). De restos humanos se encontraron varios ejemplares dispersos entre los hogares. Según el análisis de H.V. Vallois eran: un par de radios y una clavícula que parecen pertenecer al mismo sujeto, masculino y robusto; dos fragmentos de maxilares, un trozo de peroné y cinco de bóveda craneana que deben ser de varios individuos. El efectivo de piedra tallada recogido por los Saint-Périer es de 11.010 piezas; hay además más de tres millares de láminas no retocadas y un lote de lascas que supone más del cuádruplo de los útiles trabajados. El 47% de las piezas retocadas son buriles (5.151 ejemplares), el 36%0 raspadores (3.967) y «sólo» el 17% el utillaje laminar (1.892 piezas). Más de la mitad de los buriles están labrados sobre un lado de la pieza, algunos son «de fortuna» aprovechando una fractura natural. Los Saint-Périer llegaron a distinguir treinta y ocho clases diferentes de buriles. El lote más llamativo es el integrado por los tipos «de Noailles», tomados en un sentido genérico aquellos laterales sobre truncadura trasversal (más propios si son múltiples y de pequeño tamaño o si ostentan los llamados retoques o muescas de paro): de un solo golpe de buril son 2.068, 987 de dos, y 240 y 28 respectivamente con tres o cuatro cortes de buril sobre la misma pieza. En cuanto a las dimensiones de estos buriles de Noailles puede anotarse un espectro que va de los 1,5 y 1,8 cm. de los más pequeños a los 8 a 11 cm. para los muy grandes. De los casi cuatro millares de raspadores de este nivel, 1.877 están en extremo de lámina no retocada o con retoques parciales. Varios, al contrario, presentan retoques en todo el derredor del soporte: en un extremo de la lámina se concentra el frente semicircular del raspador y en el opuesto un apuntamiento (que bien pudiera denominarse, con la propuesta de los Saint-Périer, «raspador pedunculado»). Son raros los raspadores denticulados, así como los altos o carenados («apenas» son 195 los carenados y 4 los de hocico). Abundan los raspadores-buriles (558 piezas) y los raspadores dobles (201). Hay casi trescientos raspadores nucleiformes. La mayor parte de las láminas retocadas se conforman como tipos delgados y no grandes (de 5 a 7 cm. de longitud media) con retoques casi siempre cortos y algo planos, a veces semiabruptos, en un solo borde; a veces están sus bases apuntadas o truncadas. Algunas de ellas presentan un borde curvado: escriben los Saint-Périer que como en forma de cuchillo o de raedera. Un centenar de láminas son de tamaño mayor (sin pasar de los 12 cm.) y presentan retoques en ambos bordes, apuntándolas: llegando a casi confundirse con raspadores ojivales muy estrechos. Lo característico del nivel en ese apartado del utillaje laminar lo constituyen los 378 ejemplares de «puntas de La Gravette»: con bordes rebajados por retoque abrupto (hasta llegar al dorso, incluso) en uno o en ambos lados, y en ocasiones con un cuidado retoque plano complementario centrado en una o en las dos extremidades (punta y base) sobre la cara ventral de la pieza. El análisis de la industria lítica de este nivel de Isturits, en la Tesis Doctoral de N.C. David, de 1966, ofrece una visión selectiva sobre un efectivo de 2.688 instrumentos tallados: predominan los buriles (que totalizan el 47,3% del lote: los sobre truncadura son el 32,7%) sobre los raspadores (el 36,9%), siendo relativamente abundantes las láminas y puntas de dorso (4,4%) y las láminas de otro tipo retocadas (10,6%). Abundan, entre otros elementos de piedra, los percutores y los compresores-retocadores, los fragmentos de ocre y las moletas de arenisca (que recogió, en bastante número, Passemard). Deben citarse además tres lámparas de arenisca. En el equipamiento en objetos de asta y de hueso hay un variado repertorio Unos 300 huesos que conservan su articulación (como para agarrarlos por ahí) ven su otro extremo cuidadosamente aguzado. Pasan de cien las piezas aplanadas -en asta y en hueso- preparadas como espátulas; y casi son trescientos los alisadores o cinceles en asta. Es muy aparente la serie de azagayas, fabricadas normalmente en asta de Cérvido (reno más que ciervo) y también en hueso y en marfil. Son especialmente características del nivel y del yacimiento algunas grandes y anchas, de sección algo aplanada y con numerosas marcas trazadas en perpendicular al eje longitudinal del instrumento, concentradas en su extremidad inferior. Esas grandes azagayas (de las que los Saint-Périer reunieron casi centenar y medio de ejemplares) tienen sus bases apuntadas: se las ha solido calificar de «puñales», «lanzas» o «puntas», proponiendo hace no mucho D. de Sonneville-Bordes la denominación de Isturitsense para ese tipo genérico. Abundan las pequeñas piezas biapuntadas («anzuelos»); hay tres bastones perforados sencillos (uno de ellos con su extremidad tallada como un falo); y unos siete tubos en hueso de ave, alguno con perforaciones del tipo de las «flautas». Los dientes perforados pasan de cuarenta (uno de oso de las cavernas, que es muy poco frecuente; la mayoría de zorro; siete caninos atrofiados de ciervo y algún incisivo de reno) y hay un canino de hiena con incisión periférica para asegurar su atadura. En cuanto a conchas perforadas la mayoría son de Littorina (65 ejemplares) contándose también algunas pocas Purpura lapillus, Buccinum undatum,... Este nivel de Isturits marca el comienzo efectivo de las manifestaciones artísticas figuradas en el desarrollo del depósito arqueológico de la cueva. Se trata de algunos esbozos de esculturas poco claras, sobre todo en piedra arenisca; de grabados finos e incompletos sobre cantos y esquirlas óseas; y de abundantes trazos poco profundos, perpendiculares u oblícuos al eje sobre huesos largos o costillas, como los llamados «mechones de pelo» (cuyo sentido estético habría de diluirse en varios casos, a favor de una explicación más pragmática de ser rastros del descarnado de aquellas piezas). Son, también, muy numerosas las llamadas «marcas de caza» sobre costillas, tubos de hueso y utensilios. La consideración del utillaje lítico y óseo del nivel encaja de lleno en el Perigordiense Superior, o Gravetiense: pese a la escasez de las puntas del tipo de la Font-Robert, la abundancia de buriles múltiples laterales sobre truncadura («de Noailles») y de «puntas de La Gravette», y la presencia de las «azagayas Isturitsenses» y profuso uso de las «marcas de caza» responden cabalmente a aquel modelo cultural.