Écrivains

Muguruza, Jabier

Irun, 30 de agosto de 1960.

"Yo soy un músico que también escribe", ha dicho alguna vez Jabier Muguruza, seguramente más conocido como cantante que como escritor. Sus mismos apellidos emparentan a Jabier con la música vasca de las últimas décadas, porque junto con sus hermanos Fermín e Iñigo ha sido testigo y protagonista del desarrollo de la última música en euskera.

Muguruza ha tenido relación con la música desde muy pequeño. Empezó a tocar el acordeón con cinco años y con siete ya daba conciertos, e incluso llegó a ganar algún premio europeo en categoría infantil. Pero no fue hasta la década de los 80 cuando empezó a colaborar con grupos de música vascos, tanto con solistas como con grupos de rock: Xabier Lete, Antton Valverde, Delirium Tremens y Kortatu, por ejemplo. Para final de la década aprendió euskera y en ese idioma escribió las letras de su primer disco en solitario. Ja, ja, una primera grabación dirigida a niños, vio la luz en 1989. Posteriormente volvería a hacer tanto música como literatura para niños, y ese se convertirá en un importante campo de su trayectoria como autor.

Entre 1991 y 1993, creó el grupo Les Mecaniciens, que se convertiría en una rara avis dentro del ámbito de la música vasca: el grupo mezclaba la música jazz, pop, latina, con letras a menudo irónicas. Más adelante, fue el acordeonista de la banda Joxe Ripiau, formada por su hermano Iñigo, también alejada de las corrientes de la música vasca, por cuanto que la base del grupo era la música bailable caribeña.

Entre ambos proyectos colectivos, Jabier Muguruza reintentó su trayectoria en solitario y publicó su primer trabajo dirigido al público adulto: Boza barruan (1994), un disco en que se acompañaba por guitarra y acordeón. Sus siguientes discos tomaros caminos parecidos: canciones intimistas, sosegadas, y letras de escritores vascos musicadas (Bernardo Atxaga, Iñaki Irazu, Inazio Mujika Iraola ...); así también con los discos Kitarra bat nintzen (1996), Aise (1997) y Fiordoan (1999). La música de Muguruza se aproximaba cada vez más a los parámetros del jazz. Los discos Hain guapa zaude (2001) y Enegarren postala (2003) repitieron los esquemas anteriores, consiguiendo aceptación fuera de las fronteras de Euskal Herria, en Cataluña particularmente.

En 2005 sacó el disco Abenduak 29, que supuso depuración de la música de artista irunés, que tendió a las esencias, acompañando la mayoría de sus canciones con la guitarra y la voz desnuda. De igual manera compuso Taxirik ez (2007) y Konplizeak (2009). Profundizando en esa misma desnudez, las canciones del disco Bikote bat (2011) están escritas sobre los solos de piano de Mikel Azpiroz.

Desde sus comienzos Muguruza ha trabajado en colaboración con escritores vascos. Ha musicado textos de Bernardo Atxaga, Iñaki Irazu, Juan Kruz Igerabide, Iban Zaldua, Kirmen Uribe, Gerardo Markuleta, Harkaitz Cano, Joseba Sarrionandia y muchos otros. Alguno de los términos empleados por la crítica para clasificar la música de Muguruza son el intimismo, la capacidad de reparar en las pequeñas cosas de la vida diaria, la sencillez o la desnudez, y las letras de sus canciones, sean propias o ajenas, siguen esa misma estela: son anécdotas de la vida cotidiana, cuentan pequeñas dramas y alegrías, están escritas en minúscula, sin altivez.

Estas mismas características que se han atribuido a la música de Muguruza pueden aplicarse a su trayectoria literaria: su tendencia a escribir sobre la vida vulgar y cotidiana, partir de pequeños sucesos, y el vínculo entre música y literatura. Sus compañeros del club literario Emak Bakia, entre los que se encontraban Bernardo Atxaga, Ruper Ordorika o Iñaki Irazu, le empujaron hacia la literatura. Los primeros pasos literarios de Muguruza los dio en la revista literaria Garziarena, que editó dicho club entre 1992 y 1994. No cuenta en literatura con una trayectoria tan prolífica como en la música. Su producción en el ámbito de la literatura no infantil se reduce a dos títulos publicados hasta la fecha: Bizitza pusketak (Erein, 1996) y Laura kanpoan da (Erein, 2000).

El título de su primer libro es significativo: Bizitza pusketak (Pedazos de vida); de alguna manera, en su brevedad, resume la poética de la obra de Muguruza. El tema principal son los sucesos diarios en la vida de personajes corrientes y las pequeñas fisuras que estos sucesos provocan en ellos. El volumen está compuesto por ocho relatos, cada uno de los cuales está construido en torno a un personaje, que da nombre a cada narración. En opinión de Javier Rojo, las narraciones tienen una estructura similar:

"Todas tienen una estructura parecida: a un personaje sin nada en particular le sucede algo extraordinario, que rompe de alguna manera con su monotonía. Pero, como ese suceso también es algo totalmente vulgar, no puede merecer el nombre de aventura, ya que se trata simplemente de acontecimientos simples que rompen levemente con la linealidad de su vida" (Rojo, 1996)

En cualquier caso, esos sucesos leves, mínimos, resultan fundamentales en la vida de los personajes, y hace que algo en esos se mueva radicalmente. El estremecimiento que provoca en un conductor la autoestopista a la que recoge, el sorpresivo descubrimiento del viudo con respecto a su difunta esposa, el hombre que lleva hasta el extremo su obsesión por las canciones, son algunos de los argumentos que plantea Muguruza. En todos ellos el tono es melancólico, triste, y la soledad es uno de los hilos conductores de las narraciones que conforman el libro. La conexión musical también aparece como un importante nexo de unión, por medio de las aficiones musicales de los protagonistas (Nick Drake, Edith Piaf, Chavela Vargas...). Por tanto, un eje de la narrativa de Muguruza son las pequeñas sacudidas producidas en los personajes por esos hechos simples, y es por eso que la crítica haya relacionado su literatura con el realismo sucio (Kortazar, 2000).

Cuatro años más tarde, Muguruza publicó un volumen compuesto por dos narraciones largas: Laura kanpoan da, un trabajo que no se aleja demasiado de la poética de su anterior Bizitza pusketak. Cada una de las narraciones tiene como punto de partida un viaje. En la que da título al libro, "Laura kanpoan da", Markos, aprovechando la ausencia de su mujer, viaja a Vigo con su hermano y su grupo de rock; en el viaje recupera la juventud y el vitalismo por unos días, lo que le despierta dudas sobre su matrimonio, al confrontar esas dos maneras de vivir. La segunda narración, "Mont de Marsan", cuenta el viaje de Néstor, un pianista que viaja a Mont-de-Marsan buscando trabajo, y las dificultades, económicas y de otra índole, sus conflictos internos que afloran en el camino.

En ambas narraciones Muguruza sitúa a sus personajes de su hogar, lo cual le da pie a reflexionar sobre la soledad, la desazón y la duda. El autor vuelve a mostrar un poder fino de observación y la habilidad para penetrar los procesos psicológicos de los personajes. El libro se tiñe de un tono triste y melancólico, pero Muguruza deja algún resquicio a la ironía y el humor, con lo que desdramatiza el relato. Por otra parte, tampoco faltan referencias a la música.

Pero aparte de estos dos volúmenes, Muguruza también ha recorrido un camino de largos años dentro de la literatura infantil y juvenil. Su primer libro, de hecho, fue Sei lagun, sei sekretu (Erein, 1994), dedicado a ese público, en el que se narra la historia de un club de seis miembros para compartir secretos. Un año más tarde publicó Gabon Guanito, la historia de Juanito Gálvez, desanimado por pasar dos meses en cama. De pronto, la visita de un amigo especial devuelva a Juanito Gálvez a la vida.

En 2001 Muguruza volvió a la plaza de la literatura infantil y juvenil con Sebas leihotik begira, protagonizada por un muchacho que se pasa las horas mirando por la ventana y que utiliza la pintura y la fantasía para dar algo de color a su vida gris. Con Amapola oporretan (2002) se aproximó a lectores algo más jóvenes. Si sus anteriores trabajos se dirigía a lectores de entre 8 y 10 años, este último busca a lectores de entre 4 y 7 años. A esa misma franja de edad está dirigido Zubi misteriotsuan (Erein, 2005), que trata de transmitir valores medioambientales. Por último, Jon eta zaldiak (Erein, 2009), dirigida a niños de entre 8 y 10 años, es la historia triste de Jon, un niño que vive con su padre viudo y los caballos que cría, con estrecheces económicas. En la mayoría de sus narraciones dirigidas a niños, Muguruza mantiene los temas y los tonos constantes en su obra: la soledad, la melancolía, la cotidianeidad, la tristeza y también una fina ironía.

Amén de literatura, Muguruza también ha compuesto música para niños. Además de su primer disco, elaboró para ese público el disco Nire gorputza (2005), tomando como base poemas de Juan Kruz Igerabide, que vio la luz en la discográfica Mara mara, el sello puesto en marcha por el propio Muguruza para publicar música infantil. Asimismo, Muguruza compuso en 2004 la música para la obra de teatro infantil Groau. Posteriormente, también ha compuesto música para teatro adulto: para las obras Sommer jaunaren istorioa, Zeta y Aitarekin bidaian.

Muguruza participó en varios espectáculos literarios en 1997, musicando textos de Bernardo Atxaga en los recitales Itzultzaile bat Parisen y Groenlandiako lezioa.