Carnaval. En la postulación infantil de la mañana del Jueves de Lardero figuraba un "obispo" y los restantes niños de la cuadrilla no se disfrazaban. Pedían al canto de "Jueves de Lardero, Viernes de la Cruz (...)", y recogían viandas y dinero. Solía ser un éxito alcanzar las diez pesetas de recaudación. Comían en sus respectivas casas y merendaban en la escuela. El Domingo por la tarde salían dos o tres "cachis" y con un palo en la mano corrían tras los niños, quienes no cesaban de gritar: "Cachirulo, tío Paco, ya no fumarás más tabaco". Las chicas de Vírgala Mayor no se disfrazaban. El baile en la plaza era a media tarde, y a la cena en la taberna acudían los mozos y algunos hombres casados. Más tarde los jóvenes salían en ronda, con varias guitarras. El remate del pasacalles significaba el cierre de la fiesta del Domingo. La fiesta del Martes de Carnaval la enriquecían con el fuego. Después de la cena y antes de la ronda encendían una hoguera en la plaza. Para alimentar la fogata se valían de la leña del Pueblo, apilada en la calle, delante de las casas. Sobre el fuego saltaban los mozos, al tiempo que gritaban las mozas y miraban los mayores. Era el fuego de una de las celebraciones festivas, era el fuego de las carnestolendas de Vírgala Mayor. [Ref. J. Garmendia Larrañaga: Carnaval en Alava, p. 135-136, San Sebastián 1982].