Lexikoa

VELADORES

Forma de actuar. Con la llegada de la noche se implantaba en todas las localidades el toque de queda. Las campanas anunciaban a los vecinos la entrada en vigor de unas normas especiales que sólo regían durante la noche, y eran las arriba señaladas; el inminente cierre de las puertas de acceso a la villa; y el comienzo de la actividad de vigilancia de los veladores. El tañido de las campanas duraba cuando menos un cuarto de hora en Vitoria y una hora en Pamplona para que todos los vecinos se aprestaran para la nueva situación, y sobre todo, para los que se hallaban fuera de la villa trabajando tuvieran tiempo para entrar antes de que las puertas fueran cerradas. El encargado de hacer sonar la campana era el sacristán o campanero de la parroquia desde donde se daba el toque de queda "Santa María en Vitoria, torre de San Cernin en Pamplona, Santiago en Bilbao, Santa María en Lekeitio", pero también podía serlo un vecino. Con todos ellos el Ayuntamiento se avenía para que realizaran esa función durante un año a cambio de un salario. En Vitoria era el merino mayor el que daba aviso al sacristán para que hiciera sonar la campana y quien le pagaba su sueldo. Este ascendía a tres ducados de oro al año en Lekeitio en 1520. En Pamplona el encargado del toque de queda era García de Muguiro en 1557, por lo que recibía cuatro ducados anuales, cantidad que consideraba insuficiente, por lo que solicito un aumento, y los regidores le concedieron una quitación anual de cinco ducados y medio. En 1584 se incrementó el sueldo a doce ducados, en 1586 a dieciséis, ejerciendo el oficio el carpintero Juan de Alli, y en 1589 a dieciocho. Durante el s. XVII el encargado del toque de queda fue el campanero de San Cernin. Más o menos, todas las localidades vascas contaron con un horario similar de vigencia del toque de queda que dependía de la época del año: invierno o verano. El horario de invierno regía desde el 29 de septiembre, festividad de San Miguel, hasta Pascua de Resurrección o domingo de Quasimodo, el siguiente al de Pascua de Resurrección, esto es, hasta la altura del mes de marzo-abril. Por su parte, el horario de verano se extendía desde Pascua de Resurrección hasta el día de San Miguel. En invierno las campanas comenzaban a anunciar el toque de queda a las ocho de la tarde y en verano a las nueve, como lo hacían en Bilbao, Pamplona, San Sebastián o Vitoria. En las ordenanzas municipales de Bilbao de 1622, 1682 ó 1711 se observaba este horario, pero las de 1495 son una excepción, incluyendo un ligero cambio: invierno a las diez de la noche, u ocho en las noches de viento, y verano a las nueve. La duración del toque de queda dependía de las localidades; en algunas se indicaba de forma genérica que hasta el amanecer, y en otras se especificaba la hora: en San Sebastián en invierno hasta las seis de la mañana y en verano hasta las cuatro; en Bilbao en invierno hasta las cinco de la mañana y en verano hasta las tres según sus ordenanzas de 1495. El contingente que formaban los veladores en cada localidad quedaba dividido en dos grupos de cara a desarrollar su labor, actuando una mitad en el primero de los turnos de vigilancia en que era distribuida la noche durante el toque de queda, esto es, desde su inicio hasta la media noche; y la otra mitad, en el segundo de los turnos, desde la medianoche hasta que finalizaba el toque de queda. Una excepción a esta norma se producía en Orduña, al existir tres turnos de dos veladores cada uno, según las disposiciones adoptadas por su Concejo en 1506: el primero una hora después de la puesta del sol, el segundo dos antes de medianoche, y el tercero otras dos después de ella. También existía una distribución espacial de los veladores por la topografía de la villa, como se constata a través del ejemplo de Vitoria. Los dos veladores que comenzaban su ronda en el primer turno se repartían de la siguiente forma: uno en la zona correspondiente a la ampliación del recinto urbano realizada por Alfonso VIII en 1202 (calles Correría, Zapatería y Herrería) y el otro en la correspondiente a la ampliación de Alfonso X el Sabio en 1256 (calles Cuchillería, Pintorería y Calle Nueva, antes Judería); continuando igual los otros dos veladores que salían tras la medianoche. Cada velador contaba con el auxilio de otras personas para el desempeño de su labor de control. En Vitoria, por ejemplo, eran dos; en San Sebastián se menciona su existencia en las ordenanzas municipales pero sin especificarse su número; en Bilbao ya se ha mencionado el auxilio que prestaban a la ronda los dos cuadrilleros de cada calle. Durante el tiempo que duraba la ronda los veladores daban voces indicando a los vecinos el transcurso de las distintas horas "porque los que obiesen de trabajar o madrugar sepan que hora hes", según especificaban las ordenanzas municipales de Guernica de 1455-1514; y en Bilbao en 1495 se les exigía que ese aviso lo realizaran tañendo "resiamente el cuerno".