Lexikoa

VELADORES

Número. Cada villa contaba con un número diferente de veladores; e incluso, una misma villa, en determinadas circunstancias problemáticas, de cara a mantener a la comunidad dentro de un clima de paz y sosiego, incrementaba su número. Circunstancias como la lucha de bandos, la aparición de un brote epidémico, visitas de personalidades de la Corte y realeza, situaciones de conflictos bélicos del tipo de la conquista de Navarra, guerra de las Comunidades, enfrentamientos con Francia, etc. Como ejemplo se puede recordar la visita realizada a Vitoria por la reina Leonor de Austria en 1526. Las autoridades de la ciudad siendo conscientes de que durante su estancia tendrían lugar continuos festejos y habría una mayor afluencia de gentes forasteras, recurrieron al aumento de veladores para velar por el orden público durante las noches: "En este ajuntamiento fue acordado e mandado por los señores que durante en este çibdad estobiere la reyna de Françia se pongan sobre las belas que estan puestas para belar de noche la dicha çibdad otras dos mas". Entre finales del s. XV y durante el XVI Guernica y Orduña contaron con seis veladores; Bilbao, Vitoria y Lekeitio con cuatro; y en San Sebastián ocho personas a lo largo del año ocupaban el cargo, siendo dos por cada trimestre. En Lekeitio en 1528 desempeñaban el oficio García de Posadillo, Juan de Láriz, Juan de Lezama y Hernando de Arce; y curiosamente, entre las personas que se elegían como veladores en esta villa marinera, una de ellas era el pregonero-verdugo, en este caso García de Posadillo. En los conciertos entre el Concejo de Lekeitio y el que hubiera de ocupar la plaza de pregonero y ejecutor de la justicia se incluía también esta misión. El 20 de abril de 1528 se acordó que Juan de Mendaro "sea pregonero público de la dicha villa [...]. Yten que allende dello sea belador como lo es, e le pague lo acostumbrado el concejo. [...]. Yten que sea guarda e jurado en la dicha villa [...]. Yten que sea verdugo e sayón para executar las sentencias que la justicia diere". Cuando uno de los veladores no estaba en condiciones de realizar su trabajo por las causas que fueran, las autoridades inmediatamente procedían a su sustitución para evitar que se cometieran delitos o excesos aprovechando un momento en el que se había bajado la guardia: "los beladores que en la villa [Lekeitio 1528] avía heran viejos, especial Juan el cordelero el cual no podía seruir más de andar en la villa". El sustituto elegido juraba "sobre la señal de la cruz e a las palabras de los evangelios que vsará vien e fiel e diligentemente del dicho ofiçio e en todo segund lo tiene jurado", como hizo en 1528 Juan de Zumelza en Vitoria.