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Trujal Medieval de Tudela

Además de por su singularidad, el trujal de aceite de oliva y lino destaca por su exclusividad. Parece que aglutinaba la transformación de olivas y semillas de lino en aceite de la producción comarcal. Precisamente en una cuenta fiscal del año 1283 se anota un gasto por la recolección de olivas en Ablitas y su posterior transporte a Tudela, además de la compra de sal para "hacer aceite". No se documenta otro trujal de tal categoría en ninguna otra demarcación del reino, ni siquiera en Olite donde consta la abundante presencia de "torculares", "trullares" o prensas de vino similares. Este tipo de maquinarias para obtener vino también se documentan en la propia Tudela, aunque la mayoría parecen más modestas que las olitenses. En las tierras de Ultrapuertos se empleaban artilugios manuales para la obtención de sidra.

La documentación conservada no deja del todo claro si en el trujal tudelano se empleaba la energía del agua para accionar ya fuera el molino que trituraba las olivas o la prensa para la extracción del preciado líquido. Parece más factible que en ambos casos se utilizara la acción humana o animal, tal y como sucede en la maquinaria de sangre con cometido similar para obtener vino y sidra. Sobre estos lagares la monarquía igualmente ejercía cierta exclusividad. No obstante, dos fases del proceso de obtención del aceite sí que requieren el empleo y manipulación de agua. En primer lugar, para el llamado "caldeo" o "escaldado" posterior a la primera prensada -consistente en el remojo del cargo o pila de capachos en el interior de la prensa-, se necesitaban cantidades importantes de agua caliente, y, en segundo término, mediante el "decantado" se conseguía separar agua y aceite y obtener de esa forma un producto más refinado. Por último, para la expulsión de los restos tóxicos se utilizarían técnicas parecidas a las de evacuación de aguas sobrantes o residuales. La existencia de varias pozas de decantación y otros datos invitan a pensar en cierta preocupación por la calidad del producto final, si bien no se conseguiría un oro líquido tan exquisito como el que actualmente conocemos. El destino mayoritario era por otra parte la iluminación y usos litúrgicos.