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TAFALLA

Historia, XVII-XX. Imprentas en la Edad Moderna. Entre 1600 y 1950, Felipe Gómez Alonso (vv. AA.: La Imprenta en Navarra, Pamplona, 1974) reseña las imprentas tafallesas de Juan de Osta (siglo XVII), las de Marimón y de Castilla (siglo XIX) y, en el siglo XX, la de Eugenio Orive Casavé.

La "Junta del Vino" de Tafalla (1729-1834). Fue una institución municipal tafallesa cuyos antecedentes se encuentran en disposiciones "proteccionistas" del Consejo Real de Navarra desde mediados del siglo XVI que prohibían la entrada de vino foráneo en Tafalla. Por su estratégica posición, que la hacían punto de tránsito de "arrieros y trajineros", estas disposiciones se vieron repetidamente incumplidas. Ante la negativa del Consejo a confirmar las "capítulas" antiguas (disposiciones anteriormente aludidas), el Ayuntamiento redacta unas nuevas Ordenanzas que presenta al Consejo Real en 1729, que aprueba, con algunas modificaciones, el proyecto. Las ordenanzas de la Junta se condensaban en la prohibición de entrada de vino de fuera de los términos de Tafalla. La Junta, encargada del cumplimiento de las disposiciones, se reunirá semanalmente, nombrándose guardas y un depositario que rendiría cuentas anualmente. El Consejo obligará a que puedan ser miembros de la Junta todos los vecinos cosecheros y no solamente los que tengan superficies de viñedo superiores a 100 peonadas. La actividad de la Junta decayó a finales del siglo, salpicada de diversos pleitos sobre competencias, hasta su extinción en 1834. (Ref. Alvárez García. J.: La Junta del Vino..., en "I Congreso de Historia de Navarra", "P. de V.", anejo 5 (1986).

Francesada. Refiere Idoate en Rincones... [t. II, págs. 544-546], que en el año 1808 un destacamento francés que pasaba por Tafalla hacia la Ribera robó la valiosísima capa de San Sebastián. El 2 de mayo del año citado el Ayuntamiento tafallés comunicaba a la Diputación la noticia. La Diputación contestó al día siguiente, autorizando a las autoridades de Tafalla para la formación de la sumaria correspondiente. Tras dirigirse al jefe del destacamento francés se logró la restitución de la preciada capa, con gran contento de los tafalleses. A primeros de octubre del año 1809, una partida de guerrilleros, mandada por Javier de Mina, llegó persiguiendo a un grupo de soldados franceses hasta las proximidades de Tafalla, donde se refugiaron los franceses. Mina se dirigió a continuación hacia Lumbier. En enero del año 1810, la partida de guerrilleros de Mina vino a Tafalla. Al llegar al puente se encontraron con el comandante, un oficial y el médico de la guarnición francesa, haciéndolos prisioneros. Seguidamente se dirigieron sigilosamente hacia la fortaleza, guarnecida por 500 soldados, con ánimo de sorprenderla. Pero la guardia se dio cuenta de la proximidad de los guerrilleros, cerró el portal y dio la alarma. Mina, falto de medios para atacar la fortaleza, se contentó con saquear algunos alojamientos franceses, retirándose a continuación a Miranda de Arga. Durante la guerra los franceses fortificaron Tafalla, junto con otras poblaciones navarras, como medida contra las partidas de guerrilleros, que pululaban por todo el reino. El 9 de febrero del año 1812 al amanecer, la división de guerrilleros de Espoz y Mina llegó a Tafalla. La avanzada de la guarnición francesa, situada en el monasterio de Santa Clara, rompió el fuego contra los guerrilleros, respondiendo éstos. Pronto la guarnición optó por retirarse al fuerte de San Francisco, dejando libre el paso a la división. Espoz y Mina no atacó el fuerte, por no tener un tren de batir, contentándose con apoderarse de los víveres que los franceses almacenaban. En cinco días que los guerrilleros permanecieron en Tafalla se llevaron sobre quince mil robos de cebada y avena y dieron libertad a los presos que los franceses tenían en el monasterio de Santa Clara. A mediados de agosto, el general francés Abbé vino a Tafalla, al frente de tres mil infantes, doscientos caballos y cinco piezas de artillería, con el objeto de aprovisionarse. El 21 de agosto salió Abbé de Tafalla con dirección a Pamplona, acarreando un convoy de vituallas. Pero los guerrilleros de la división de Espoz y Mina habían tomado posiciones en el camino cerca del lugar de Tiebas y atacaron a la columna francesa. Los franceses, tras porfiada resistencia, hubieron de retirarse a Pamplona, dejando en poder de Espoz y Mina parte del convoy y sufriendo bajas del orden de dos comandantes, 17 oficiales y más de trescientos soldados muertos, además de numerosos heridos. A primeros de octubre, una columna francesa, compuesta por 3.500 infantes y 150 caballos, mandada por el general Abbé, salió de Tafalla con dirección a Oteiza, con ánimo de marchar después a Estella por caminos desusados para sorprender allí a Francisco Espoz y Mina que se encontraba con sólo el tercer batallón de su división de guerrilleros. Pero esta columna no pudo sorprender a los guerrilleros, quienes enterados de los planes de Abbé, salieron a su encuentro en Noveleta. El 11 de octubre la columna del general Abbé transportaba desde Tafalla, a Pamplona un gran convoy de granos, habiendo salido de Tafalla a las seis de la mañana. Pero en el camino fue atacado por la división de guerrilleros de Francisco Espoz y Mina. Los franceses no pudieron llegar a Pamplona hasta las once de la noche, dejando el camino sembrado de cadáveres y habiendo perdido buena parte del grano que acarreaban. El 28 de enero del año 1813, el general Abbé, al frente de cuatro mil infantes, doscientos caballos y cuatro cañones, salió de Tafalla camino de Pamplona. Espoz y Mina le aguardaba con los batallones 2.°, 4.° y 5.º de su división y la caballería entre los lugares de Pueyo y Mendibil, habiendo hecho cortar el puente de este último pueblo. El combate comenzó en las proximidades de Barasoain y se mantuvo sin interrupción desde las nueve de la mañana hasta la una de la tarde. A esta hora, habiendo sabido Espoz que el primer batallón se dirigía a marcha acelerada en su ayuda, decidió suspender el combate, para dar descanso a sus hombres. Otro tanto hicieron los franceses. A las dos de la tarde apareció el primer batallón a espaldas de Barasoain y se reanudó el combate, que duró hasta entrada la noche. Entonces los franceses, amparándose en la oscuridad, pudieron llegar a Mendivil y a duras penas reparar el puente, entrando a continuación con gran ferocidad en el pueblo. De Mendivil, Abbé siguió a refugiarse en Pamplona, habiendo dejado en el campo multitud de muertos y acarreando numerosos heridos, mientras que los guerrilleros sufrieron bajas netamente inferiores. El 6 de febrero, Francisco Espoz y Mina vino a Tafalla, procedente de Estella, al frente de 1.200 infantes y una compañía de jinetes, con la intención de rendir y destruir el fuerte francés. El fuerte estaba construido en el convento de San Francisco, tenía adosada a él la casa del comandante y comunicaba mediante un camino cubierto con el palacio. A la vez que sitiaba el fuerte de Tafalla, Espoz colocó todas las fuerzas que pudo en las cercanías de Pamplona con el fin de evitar una salida del general Abbé en ayuda de la guarnición de Tafalla. Guarnecían el fuerte cuatrocientos soldados, once oficiales y un comandante. El día 9, comprendiendo Abbé el peligro que corría la guarnición de Tafalla, salió de Pamplona con tres mil infantes, 150 caballos y ocho piezas de artillería, pero Espoz, sin abandonar el asedio, le salió al paso y Abbé solamente pudo llegar hasta Tiebas, de donde hubo de retirarse de nuevo a Pamplona, con pérdida de doscientos hombres entre muertos y heridos. Espoz volvió a Tafalla para estrechar el cerco, efectuando un sangriento asalto, aunque infructuoso. Por fin, tras varios días de asedio, los franceses se rindieron, previa capitulación. Espoz mandó demoler todas las fortificaciones, así como un convento de Recoletas y un palacio, para evitar que en lo sucesivo pudieran los franceses hacerse fuertes allí. El 23 de febrero salió Espoz de Tafalla, con dirección a Sos. A finales de marzo, los batallones segundo y sexto y el cuarto escuadrón de caballería de la división de guerrilleros de Francisco Espoz y Mina vinieron a Tafalla, procedentes de Sádaba. El 31 del mismo mes salieron, por orden de Espoz y Mina, hacia Lerín, donde se enfrentaron, derrotándoles, a dos regimientos franceses. A principios de mayo, las tropas del general Clausel se situaron en Puente la Reina, Artajona, Mendigorria y Tafalla, siendo observadas por los batallones tercero y quinto de la división de Espoz y Mina. El 12 del mismo mes Clausel con su gente se dirigió a Sangüeda, mientras que los batallones de guerrilleros se retiraron a la villa de Roncal.

Trienio Liberal. En febrero del año 1821 el párroco de la iglesia de Santa María de Tafalla, don Antonio Moreno, utilizó el púlpito para hacer una apología de la Constitución, según refiere Idoate en Rincones... [t. II, págs. 116 y 117]. El pueblo reaccionó gritando: ¡Viva la fe! y ¡Viva la religión!, obligando al sacerdote a bajar del púlpito. Había durante esta época en Tafalla algunos incidentes, al haber una mayoría de realistas y, estar el poder en manos de los constitucionales.

Supresión de conventos. A raíz del decreto de 3 de septiembre de 1835, determinado por el conde Toreno, fueron suprimidos en esta localidad los siguientes conventos, a los que se dieron diversos destinos: el de los Capuchinos dedicado después a almacén militar, el de los Franciscanos destinado a fuerte y el de Concepcionistas Descalzas

Desamortización Madoz: 1855. En cumplimiento de la Ley de Desamortización del 1 de mayo de 1855 se vendieron en esta localidad, en 1862, una caseta situada en Santa Lucía y un molino: en 1863, un horno de pan y una tejería en Las Cruces; en 1864, un pozo de hielo, dos molinos de harina, uno de aceite y otro derruido [Ref. R. G. CH., "La D. C. en N."].

Logia masónica "Justicia". v. JUSTICIA.
Fuerte de Santa Lucía. Durante las guerras carlistas, se fortaleció de nuevo el desplazamiento del antiguo castillo, recibiendo el nombre de Santa Lucía, advocación de la capilla del castillo viejo.

El motín contra los corraliceros (1908). Tras las guerras napoleónica y carlista, el Ayuntamiento de Tafalla se vio obligado a vender parte de sus tierras comunales en busca de recursos. Así, entre 1841 y 1842 vendió los derechos de "aguas y hierbas" de varias parcelas. Tras la culminación de este proceso comenzarán las diferencias entre los corraliceros y el municipio. La situación va deteriorándose y el descontento cristaliza en 1907 con la creación de una Junta Comunera que reclama el restablecimiento de los antiguos usos de los comunes. En los últimos días de 1907 y en enero del año siguiente, se suceden las manifestaciones contra los corraliceros y a favor del reparto de los comunales; llegarán a ser violentas en los días inmediatos a las fiestas patronales (San Sebastián), que transcurren en tensión por la presencia de la Guardia Civil. La opinión pública navarra se divide. Entre la prensa, sólo "El Demócrata Navarro" apoya abiertamente a los comuneros, iniciándose una campaña en este sentido dirigida por Juan Unanua, concejal tafallés. El Ayuntamiento acepta las propuestas "comunales" de incautar la tierra y repartirla entre los que no poseen terreno alguno. Se propone que si no fueran suficientes las tierras no legitimadas (por venta), se siga incautando las legitimadas, comenzando por los principales propietarios... El informe de la Diputación recomendó también el reparto. El Ayuntamiento prepara un proyecto consistente en pagar a los corraliceros los derechos de hierbas y aguas, indemnización por robada de tierra y el abono de gastos de mejora del comunal realizados. Los corraliceros más importantes hacen frente común y la tensión en Tafalla aumenta. El tema trasciende y a través de la prensa, toda Navarra discute el asunto, trascendiendo el problema estrictamente corralicero a la polémica sobre el catolicismo social, al intervenir la Iglesia en el asunto, pues la cuestión se disuelve en aspectos ideológicos. El Ayuntamiento, tras el verano nombra una comisión que medie en el conflicto. A finales de año éste se soluciona acordándose la cesión de terrenos, bajo pago de 35 pts. por robada, compra de derechos de hierbas y aguas a los corraliceros y emisión de un empréstito por el Ayuntamiento para la compra de los terrenos, amortizado por medio del cobro a los vecinos por el disfrute de hierbas, aguas y cánones de labranza. La cuestión no se solucionará realmente hasta 1911, el proceso durará más de lo previsto y la amortización del empréstito hará recurrir al Concejo al crédito bancario, pero por vez primera las tesis "comuneras", aunque mediante pago, habían tenido éxito. Se recuperaron 27.000 robadas de común, que al principio del conflicto pretendían los corraliceros inscribir a su nombre en el Registro de la Propiedad. Tafalla servirá de ejemplo a otras localidades navarras, siendo pionera en la lucha social agraria. (Ref. Sánchez Equiza, C.: La Cuestión de los comunales de Tafalla, en "II Congreso Mundial Vasco". VI, San Sebastián, 1988).

Guerra de 1936-1939. Como consecuencia de la represión fueron asesinadas 35 personas de esta localidad: Emilio Arregui Irisarri, Aquilino Ancín Indart, Jerónimo Balda Remón, Isaac Calleja Marcilla, Pablo Cruz, Esteban Eseberri, Antonio Ezcurra Ortigala, Juan Forcen Delmás, Julio García, Saturio García Zatiegui, Santos Gastón Oliva, X/X Herranz, Juan Indart Flamarique, Mariano Indart Flamarique, José Iturbe Gorraiz, Pascual Liberal Ramírez, Basilio López, Santiago López Landa, Pedro Martinena lnchauspe. Angel Menchaga Vivanco, Nicasio Millán Andreu, Damián Ojer Hermoso, Esteban Orzanco Oscáriz, Lino Pascual, Ladislao Pérez Jaso, Esteban Pérez Alegría, Félix Pérez Alvarez, Juan Salas, Julio Sánchez Jiménez, Julio Serrano Miro, Cipriano Sola Oscáriz, Fabián Valencia Lerga, Plácido Zala Losarcos, Antonio Zapatero Igea y Julio Sánchez Ojer. (Ref. NGI).