Kontzeptua

Siderurgia

El hombre ha utilizado el hierro desde la prehistoria, aunque fue en el siglo XIX cuando se generalizó su producción y su empleo como base de la industrialización. Los descubrimientos técnicos de esta época facilitaron esta expansión. En 1845 Henri Bessemer descubrió el proceso para convertir el hierro en acero, a lo que se añadieron nuevos métodos, como el Martin-Siemens y el Thomas. Estos avances tecnológicos han permitido la enorme expansión de la industria siderúrgica y la utilización del acero como principal materia prima de la industria metalúrgica (vías férreas, material de transporte, productos metálicos, maquinaria...).

La siderurgia ha sido la clave de la industrialización de los países occidentales. La existencia de importantes yacimientos de hierro y carbón facilitó la inversión de capitales en su explotación. Junto a los grandes centros siderúrgicos aparecieron otras industrias de transformados dando lugar a grandes concentraciones industriales. Por esto se dice que la siderurgia es una industria motriz, esto es, atrae otros procesos industriales y facilita la creación de núcleos de alta densidad industrial.

El papel de la industria siderúrgica como base de la industrialización ha permitido utilizar el consumo de acero per cápita como uno de los baremos para establecer el grado de desarrollo de un país.

La industria siderúrgica se presenta como el modelo industrial que permite una de las mayores concentraciones de medios de producción y de capitales. Es más, el acero, que fue la base a la industrialización, ha servido también como instrumento para la aparición, desarrollo y consolidación del capitalismo. Durante el siglo XIX en el País Vasco, la industria siderúrgica se hallaba concentrada en unas pocas empresas que pasaron a fusionarse creando nuevos modelos industriales y económicos. Aparecieron grupos muy delimitados de inversores que controlaban desde la gran industria siderúrgica, pasando por la banca, y muchas de las actividades derivadas de este entramado económico. Gracias a la integración vertical de las empresas estos inversores consiguieron el control de los mercados.