Lexikoa

RED FLUVIAL

Aguas subterráneas. Las características litoestructurales del País Vasco son de una gran variedad. Hay rocas intrusivas como el granito, metamórficas -esquistos, mármoles- y sedimentarias -calizas, margas, etc: , de diferente textura y granulometría, tanto de origen interno como marino o de margen lacustre y continental, depósitos aluviales, y también, aunque más raramente, se pueden encontrar rocas de origen volcánico. Atendiendo a la estructura cabe diferenciar dos grandes conjuntos: las formas plegadas (a veces falladas) características del conjunto pirenaico, que se prolonga por el Oeste hacia el encuentro con la cordillera cantábrica, y las tierras pertenecientes a las depresiones, Ibérica y Aquitana, de estructura preferentemente horizontal o monoclinal. Alternan terrenos permeables con otros que no lo son y ello da lugar a distintos tipos de acuíferos que se ponen de manifiesto en una densa red de manantiales. La circulación subterránea evidentemente guarda muy poca relación con la superficial por lo que lo ya expuesto sobre vertientes y divisorias de aguas no puede aplicarse sin más. Los más importantes acuíferos, tanto en extensión como en volumen, se constituyen en rocas carbonatadas como calizas, dolomías o calcarenitas, en las que se ha desarrollado un karst por disolución con las clásicas formas como el lapiaz o lenar, dolinas, simas, grutas y conductos o galerías subterráneas. Estas rocas, impermeables en sí mismas pero capaces de absorber el agua superficial a través de las diaclasas y ponors que la disolución ensancha, suelen almacenar enormes cantidades de agua, especialmente cuando el nivel impermeable sobre el que descansan se encuentra a gran profundidad. El agua empapa la roca o circula (por gravedad o por presión) aprovechando fallas, planos de estratificación o galerías, y termina apareciendo de nuevo en superficie en forma de manantiales denominados surgencias para integrarse otra vez en la circulación superficial. Lógicamente el caudal de los manantiales, que de algún modo son exponentes del volumen de agua contenido por los acuíferos, reflejan con bastante fidelidad cronológica el régimen de precipitaciones que afectan a las respectivas áreas de recarga. Las rocas calizas forman grandes extensiones en el País Vasco, por lo que los acuíferos de naturaleza kárstica son muy numerosos. Un gran conjunto viene a estar constituido sobre las sierras de Aralar y Aitzgorri, Elgea, Amboto, Udala y Gorbea, prolongándose hacia la costa. Aquí alternan zonas de caliza masiva, fuertemente karstificada, con otras que presentan intercalaciones calizas y margas, más un tercer grupo de abundantes materiales en facies Flysch. A este conjunto pertenecen los acuíferos de Iribas, Latasa, Irañeta, Amezketa, Lizarrusti, Osimberde... y otros muchos de los que todavía no se conocen ni extensión ni funcionamiento. Su drenaje se efectúa hacia numerosos manantiales como Iturnoz, Ubao-Oñate, Iribas, Aitzarreta, Urruntzure, Irañeta, etc. Otra zona kárstica de gran importancia es la que aglutina los acuíferos de Larra. En ella las calizas alcanzan a veces un espesor de 350 m., dando lugar a un karst realmente espectacular. La caliza descansa sobre un zócalo paleozoico hundido ligeramente hacia el Norte, lo que hace que los principales manantiales descarguen en esa dirección. Los recursos del acuífero han sido evaluados en unos 240 Hm³/año que suponen un caudal específico de 65 1./seg. por Km². Las sierras de Urbasa y Andía, prolongándose en los montes de Vitoria, reúnen otro conjunto notable de acuíferos de esta naturaleza con los fenómenos de circulación subterránea y drenaje por manantiales ya descritos: los del sector más occidental vierten al Zadorra en tanto que los orientales lo hacen al Ega y Arga (Urederra, Arteta, Riezu, etc.). Un segundo tipo de acuíferos son los constituidos en los depósitos aluviales de los ríos, formados por conglomerados, arenas, arcillas y limos; la cantidad de agua que pueden almacenar es muy variable y depende en todo caso de las corrientes que circulan sobre ellos. La recarga se produce a partir de las precipitaciones, por infiltración y del caudal del propio río, especialmente en los momentos de desbordamiento e inundaciones en período de crecida. Los mejores ejemplos de acuíferos de este tipo se hallan en el Ebro y cursos bajos de sus afluentes: Zadorra, Arga, Ega y Aragón, y para la vertiente septentrional, en el Adour. El tema de las aguas subterráneas en el País Vasco ha recibido hasta ahora muy escasa atención; no obstante, empiezan a aparecer algunos trabajos de gran interés, debidos a iniciativas individuales, y sobre todo a partir de instituciones de carácter científico y entidades oficiales, como la Sociedad de Ciencias Aranzadi y las Diputaciones

Asunción URZAINQUI MIQUELEIZ.