La Semana Santa es, sin duda, el ciclo festivo más profundamente vivido con religiosidad por la comunidad católica o cristiana, en general. Y donde, de una forma pedagógica y con un fuerte contenido medieval, los rituales y la imaginería procesional sirven de metodología visual de los conceptos y preceptos propios y básicos de dicho credo o culto.
En un tiempo donde el nivel de analfabetismo, sobre todo en las clases populares, era una constante y un duro obstáculo para los procesos presurosos y exacerbados de catequización o conversión de la gente sencilla. Todo esto, propicio la estrategia metodológica y pedagógica de valerse de procesiones secuenciadas o figuras de gran plasticidad, para dar una aproximación visual a la realidad evangélica a divulgar.
Con el devenir del tiempo, este proceso de adoctrinamiento se fue sofisticando y con ayuda del manifiesto fervor o la devoción popular, la Pasión recreada como hecho histórico y su sencilla secuenciación fueron tomando carta de naturaleza en las distintas colectividades.