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Pasiones vivientes en Semana Santa

No hay duda que las actuales Pasiones Vivientes son verdaderos espectáculos frutos del fervor popular y el resultado de un proceso evolutivo que ha establecido la actual secuenciación de escenas, reflejo de la Pasión de Cristo.

Como es bien sabido, las artes escénicas han tenido un fuerte calado en las clases populares, bien como modelo referencial, forma de entretenimiento, vehículo de captación y divulgación de nuevos pensamientos o modas, y además de erigirse en vía de su propia creatividad o expresión. A lo largo del ciclo anual, esta capacidad de incidir en los teatros religiosos y desarrollados en los templos o en espacios abiertos, se ha manifestado en los Autos Sacramentales (por Navidad en la adoración de los pastores y Reyes Magos, los propios del Corpus Christi y Pastorales con danzas y bailes) y no es raro, que de igual modo, ha podido suceder lo mismo en la Semana Santa con el relato de la Pasión.

Teatro popular que se desarrollaba en el interior de los templos y claustros, en un ámbito restringido, pero que de forma tímida fue tomando la calle o los escenarios callejeros. Como se ha indicado, este proceso no estuvo exento de dificultades, detractores y fuertes oposiciones. Es decir, no se veía conveniente el sustituir o el realizar el papel de personajes evangélicos por personas y en cambio se trataba de humanizar las imágenes religiosas mediante elementos reales (pelo natural, aderezadas vestimentas, articuladas imágenes y movimientos rítmicos de pasos) o al contrario, las personas o los rostros humanos se convertían, mediante el uso de inexpresivas caretas, en esculturas vivientes.

Sendos ejemplos de estas prácticas, son los clásicos descendimientos de Jesús de la Cruz (donde muchas figuras de Cristo están articuladas) para, seguidamente, poder depositarlo adecuadamente en un féretro de cristal. Así también sucede en la esperada resurrección, donde los grupos de centinelas que acostumbran a custodiar el cuerpo de Cristo Yaciente, en un momento del oficio religioso, se desvanecen de forma estrepitosa (alabarderos de Villafranca, Olite, San Martín de Unx o la tropa romana de Hondarribia). De igual forma actúa la carrera o vivos movimientos, inferidos por los portadores, a los pasos procesionales de Cristo Resucitado y su madre.

En cuanto a las segundas, vienen manifestadas en los movimientos mecánicos y danzas hieráticas realizadas por los flamantes arcángeles frente al féretro del Cristo Yaciente. Donde, teatralidad y danza vuelven a ir de la mano, pero en este tiempo de Pasión, se observa un menor calado que en otras celebraciones anuales.

Hoy en día, pese a su corto recorrido histórico y a avatares de su implantación o mantenimiento, han tomado carta de naturaleza en diversas localidades de nuestro entorno. Ganando, año tras año, en vistosidad, puesta en escena, poder de atracción de espectadores o a su vez, en la implicación de los lugareños o en sus niveles de fervor popular.