Kontzeptua

La Educación en Euskal Herria durante El Franquismo

La tercera de las etapas estuvo caracterizada por una corriente más aperturista del régimen que culmina con la entrada en vigor de la Ley General de Educación de 1970, también conocida como Ley Villar Palasí, la cual supuso un importante cambio en el sistema educativo que hasta entonces había venido funcionando. Años antes, en 1965, bajo el mandato de Lora Tamayo, se había producido una pequeña reforma de la Ley de 1945, pero esta aparentemente insignificante reforma era el reflejo de las preocupaciones que el sistema educativo español tenía por cómo se encontraba el mismo y la necesidad de un cambio real. Entre esas necesidades podríamos encontrar la incorporación de un modelo de escuela mixta, aunque no se conseguiría hasta la entrada en vigor de la Ley de 1970, o el reconocimiento de las ikastolas, aunque éste no fuera de manera oficial.

La década de los años 60 supuso para Euskal Herria el comienzo del movimiento de ikastolas, si bien la educación en euskera había seguido transmitiéndose a través de las etxe-eskolak de Elvira Zipitria y M ª Dolores Goya en Donostia desde la década de los años 40. Una de las características de estas escuelas es que eran de tamaño reducido, no más de 10 niños y niñas, los cuales al alcanzar los 9 años de edad, cuando se accedía al nivel de ingreso, debían escolarizarse en centros privados en castellano. Señalar también que este modelo de escuela estaba muy vinculado al modelo de escuela vasca en los periodos previos a la guerra y que, a pesar de poder convertirse en "competencia", una importante representación de la iglesia vasca apoyó con firmeza el surgimiento de las ikastolas

Por otra parte, este movimiento de ikastolas además de servir para la recuperación del idioma, también iba a suponer un cambio significativo en la concepción de cómo debían regentarse los centros educativos. Si hasta ese instante la educación había estado en manos de la Iglesia, prioritariamente, y del Estado, aunque también existían centros de carácter privado sin ser necesariamente de carácter eclesiástico, la irrupción de las ikastolas iba a suponer la creación de asociaciones de padres que se convertirían en titulares de las mismas, de cooperativas, etc., hecho éste que se produjo en las cuatro provincias pero con mayor incidencia en las provincias costeras.

En otro orden de cosas, la Ley General de Educación también trajo consigo importantes cambios en el curriculum escolar. Si durante las dos primeras etapas del franquismo éste era claramente diferenciado según el sexo del alumnado, característica inherente a un modelo de educación segregada, la nueva Ley iba a tolerar un modelo de escuela mixta. Hasta ahora los programas de enseñanza establecían que mientras los niños podían estudiar Trabajos Manuales, las niñas recibían enseñanzas tales como Enseñanzas del Hogar, Economía Doméstica, Labores, etc. Otras asignaturas, como por ejemplo la Educación Física, común para ambos sexos, presentaban contenidos diferenciados para unos y otras, e incluso, durante la primera etapa del régimen principalmente, esta asignatura no estaba bien vista por las autoridades políticas ni eclesiásticas, tanto por la indumentaria que las niñas debían utilizar en el patio, pantalones cortos, como porque "masculinizaba" la figura femenina. En este aspecto también fue importante el surgimiento de las ikastolas, pues éstas adoptarán desde un primer instante una postura favorable a la coeducación.