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Feria de Santo Tomás

Conocida la influencia de la Iglesia en la vida de las personas y siendo sus fiestas religiosas las que en gran medida marcaban el calendario popular, se dio el caso de que la fecha del 21 de diciembre, festividad de Santo Tomás, por su proximidad a la Navidad y al fin de año, fue elegida para que quienes tenían tierras y caseríos arrendados acudieran a casa de los dueños para pagar el alquiler y saldar las cuentas.

La elección de la fecha, sin ceremonial religioso que se conozca, pudo tener su razón de ser en el hecho de que el 20 resultaba pronto y el 22 tarde para, teniendo en cuenta los tiempos que se invertían en los desplazamientos incluso dentro de la misma provincia, regresar a casa para celebrar la Nochebuena.

Teniendo como referencia San Sebastián, por ser la feria citada con más antelación, se conoce de su existencia los primeros años del siglo XIX lo que conlleva a suponer que la tradición venía de mucho más atrás si tenemos en cuenta que en 1813 la ciudad y su archivo fue destruido y que poco más tarde se recuperaba como algo natural que venía de antes.

La llegada de tanto personal con dinero reciente, por encontrarse en la época de sacar rendimiento al trabajo de todo el año en el caserío, y con ganas de gastarlo en aquellos productos (útiles caseros, turrones, baratijas, juguetería, gastronomía...y "cantidades de higos, granadas, nueces, azadas y azadones") que necesitaban para las ya cercanas fiestas navideñas invitaba a que los comerciantes donostiarras acercaran sus productos a la clientela sacándolos a la calle y reuniéndose en la mayor plaza que a la sazón tenía la ciudad: la plaza de la Constitución.

En las últimas décadas la Feria se ha prodigado por muchas poblaciones vascas destacando Bilbao donde ha adquirido categoría de gran fiesta de participación popular.