Udalak

CASCANTE

De fundación antigua, es la Cascantum vasco-romana citada por Ptolomeo, Plinio, Antonino y Tito Livio. Se sabe que poseyó una ceca, algunas de cuyas monedas se conservan. Altadill revela el hallazgo de trozos de una vía romana que la comunicaría con el resto de la Vasconia romanizada, principalmente con los otros poblados del convento jurídico de Cesaraugusta a la que pertenecía («P. de V.», 1946, n.° 24, p. 426). Estos y otros vestigios de época romana confirman, pues, las citas de los clásicos. Tito Livio, escribiendo de las campañas de Sertorio por el año 76 a. de C., cita a Cascante como uno de los lugares que le eran hostiles en su lucha contra los generales romanos, lo que dio pie a que Sertorio, en una de sus campañas, devastase por completo sus campos y asolase sus cosechas, al igual que lo hizo en territorio de Bursao (Borja) y de Graccurris (localidad cerca de Alfaro) (Fragm. del Lib. 91) (cfr. A. Schulten: Las guerras de 154-72 a. de J. C. Edición y comentario por A. Schulten, fasc. IV de Fontes Hispaniae Antiquae, col. dirig. por A. Schulten, P. Bosch Gimpera y L. Pericot, Barcelona, 1937, p. 189). En el original, Cascantum. En la época de declive del Imperio Romano, Cascante siguió gozando de cierta importancia, como lo demuestra que en el año 465 intercediera ante el papa Hilario a favor de Silvano, obispo de Calahorra, que contra lo prevenido por los cánones había ordenado un obispo, de lo cual se quejó al referido papa el metropolitano de Tarragona Ascanio. Posteriormente la invasión musulmana y las guerras sucesivas produjeron la decadencia de la villa, que pasó a ser de señorío feudal. Parecer ser que en el año 934 se hallaba recuperada del dominio musulmán a juzgar por la escritura de los votos de San Millán, pero sin duda debió de volver a su poder ya que consta que en el año 1114 la conquistó Alfonso el Batallador y la comprendió en la carta de fueros que dio a la ciudad de Tudela en 1117. Tuvo castillo y fortaleza, de los cuales todavía se conservaban en el s. XIX algunos vestigios sobre un peñón de bastante altura, con parte de un camino cubierto. Los Anales de Navarra, en el libro XV (cap. 2.°, par. 4.° y cap. 5.°, par. 2.°) contienen precedentes historiales que se refieren a esta fortaleza. También aparece mencionada por Madrazo en el tomo III, p. 448, de su muy conocida obra Navarra y Logroño. Finalmente Arigita la menciona (en las pp. 278, 281 y 282 de su estimable Colección de documentos inéditos); como también Ruano en su libro Anexión de Navarra (p. 314); y Yanguas en su Diccionario de antigüedades (varias páginas). Según Yanguas, por los años 1256 pertenecía a D. Sancho Fernandiz de Monteagut y a D.ª Mayor Periz de Agoncillo su mujer. Ambos libertaron al concejo de los cristianos de Cascante, de la pecha de labores y facendera y de dar ropas, escudillas, vasos, manteles, talladores (cuchillos), caldero, caldera ni otras cosas que debían llevar al señor por fiesta de Nadal (Navidad), y de ir a trabajar a sus viñas en el tiempo de las uvas; todo con la condición de que le diesen al año 130 cahíces de trigo. En 1273 tenía el señorío de Cascante D. Pedro Sánchez de Monteagut, quien lo donó al rey D. Enrique en el caso de morir sin hijo varón. En virtud de esta donación Cascante fue incorporada a la Corona Real. Juan y Milia Sánchiz, hijos de D. Pedro, confirmaron la donación de su padre a la reina D.ª Juana en 1281 por 3.000 libras de torneses que recibieron de la reina, a quien también cedieron la villa de Aguilar. La lista de alcaides de la fortaleza de Cascante es como sigue: 1287, D. Lupo Ortiz de Artajo; 1294, D. Lope Ortiz de Monteagudo; 1304 a 1308 D. Lupo Ortiz de Artajo (2.ª vez, con VIII libras de sueldo anual); 1313, Don García Périz de Monteagudo; 1318, D. Eximino de Araciel (1ª vez); 1328 a 1331 D. Simón de Araciel (2.ª vez); 1334 a 1337, D. Martín Fernández de Medrano; 1338, D. Martín Fernández Olleta; 1339, D. Juan de Merry; con antelación, el año 1263, figuraba como alcaide D. Pedro Sánchez de Monteagudo, el mismo que aparecía en 1219 al frente del castillo de Barillas. En 1364, el rey D. Carlos II, considerando los males que sufría el pueblo de Cascante defendiéndose contra los comarcanos, y deseando que fuese mejor poblado, hizo exentos a sus habitantes de peaje, lezta y de toda otra carga y servidumbre, así como los francos de Tudela disfrutaban de la misma gracia: que todo hombre o mujer malhechor (salvo traidor juzgado, o los que hicieren monopolios contra los reyes y los que hubieren incurrido en crimen de lesa majestad, o hubiesen hecho falsa moneda) de Castilla, Aragón, Navarra y de cualquiera otra parte, que viniesen a vivir a Cascante, fuesen salvos y seguros en todo el reino, y que por ningún delito, excepto los expresados, pudiesen ser presos. En 1378 D. Carlos II, en consideración a los servicios que le había hecho y le hacía Roger Bernart de Foix, vizconde de Castelbon, señor de Novaylles o Noalles, le dio a perpetuo, para él y sus herederos, las villas de Cascante y San Martín de Unx, con sus castillos y todos los derechos, provechos y emolumentos, pechas, censos y rentas pertenecientes al rey, con la mediana y baja justicia, en satisfacción del castillo y villa de Larraga que antes tenía dicho vizconde por el rey, y se había perdido en la guerra de aquel tiempo, reservándose el rey el resort et las pechas et jurisdicciones de los judíos, y los otros derechos reales y ayudas extraordinarias; pero con la condición de que si, a falta de heredero legítimo del vizconde, los dichos castillos y villas debiesen recaer en el conde de Foix, como más cercano heredero de aquél, volviesen a la corona, quedando excluido el Conde: que dichos castillos y villas no pudieran ser enajenados a persona extraña del reino, y qué el Vizconde fuese hombre lige del rey de Navarra; sobre lo cual hizo homenaje de servirle, tener en su obediencia los dichos castillos y villas y hacer paz y guerra con ellos por el rey, así como sus herederos. En 1394 el rey D. Carlos III dio las pechas, rentas, provechos y emolumentos que tenía en Cascante, a Juan Hurtado de Mendoza, mayordomo del rey de Castilla, por sus grandes servicios, y Hurtado se hizo por ello hombre lige del rey de Navarra, y juró servirle bien y lealmente contra todos, exceptuando el rey de Castilla. En 1436 el lugar de Cascante reclamaba la piedad del rey diciendo que de 300 vecinos que antiguamente solía tener y pagaban la pecha de 290 cahíces de pan meitadenco, habían quedado reducidos a 40 por las guerras, por lo excesivo de la pecha y por los temporales, y suplicaba alguna rebaja, pues de lo contrario se verían los habitantes precisados a abandonar el pueblo. [Infiérese de esto que Cascante pagaba la pecha Pleiteada, o tasada, de que se hace mención en el Diccionario de antigüedades de Yanguas, t. II, p. 362]. Los reyes D. Juan y D.ª Blanca mandaron recibir información acerca de la súplica referida. De la información recibida resultó que había 48 vecinos residentes, buenos y comunales (medianos), que pagaban la pecha, inclusos 5 clérigos y racioneros, tres pecheros que residían en otros pueblos, siete mujeres casadas con hidalgos, y nueve judíos que pagaban por las heredades pecheras que tenían. Que había nueve casos de hidalgos residentes y diez ausentes. Que de toda la tierra blanca buena del territorio de Cascante, la cuarta parte escasa tenían los labradores, y las tres restantes partes eran del rey, de la iglesia de Santa María de Tudela, de la de Cascante, de la religión de San Juan de Jerusalén, de Mosen Juan de Asiain, de Charlot de Lacarra, de Sancho de Aibar, del alcalde de Tudela y de los hidalgos de Cascante. Que la tierra poseída por los pecheros y sobre que estaba fundada la pecha, era la más infructuosa y que por esto procuraban tomar a tributo o arrendamiento otras tierras. Que tenían muy pocos pastos y no podían pasar sin comprarlos. Que eran muy escasos de leña, de manera que a grandes penas conseguían la necesaria. Que desde la última guerra se habían ausentado 37 labradores, y que 30 años antes había en Cascante 250 pecheros. Sigue a la información un informe de los reformadores diciendo que debía rebajarse la pecha a 190 cahíces, hasta que el pueblo mejorase de situación. En 1445 el rey D. Juan II vendió a su canciller D. Juan de Beaumont 80 robos de trigo y otro tanto de cebada que pagaban de pecha al rey los labradores de Cascante, la lezta de las tablas de la carnicería de ese pueblo, que era 35 sueldos, el emolumento del bailío y el cuarto de los carneramientos, con los censos de unas casas, todo por 800 florines. En 1446 donó el mismo rey a dicho D. Juan de Beaumont el castillo de Cascante y el horno y molino que tenía el rey en aquella villa, con todas las rentas y emolumentos para disponer de ello a toda su voluntad. En 1452 el rey D. Juan dio a D. Diego Gómez de Sandoval, conde de Castro y de Denia, su mayordomo mayor, la villa de Cascante con todos sus términos, montes, jurisdicción mediana y baja, pechas de cristianos, judíos y moros, la renta del horno, homicidios, medios homicidios, sisantenas y todos los vasallos vecinos y moradores, hasta que recobrase su condado y tierras que tenía en Castilla, volviendo, en este caso, la villa de Cascante, a la corona. Por un privilegio del mismo rey expedido en el castillo de Mallen a 13 de octubre del mismo año, se revocó la donación hecha al conde de Castro en consideración a la repugnancia que manifestaban sus naturales y se incorporó para siempre a la Corona. En 1454 el rey D. Juan libertó a perpetuo de cuarteles a los clérigos, jurados, concejo, fijosdalgo y labradores de la villa de Cascante. En 1471 el mismo rey reformó a perpetuo los cuarteles que pagaba Cascante, reduciéndolos de 54 libras, a 27, por cada cuartel, en consideración a que los 150 vecinos que antes tenía, habían quedado reducidos a 65, y los más de ellos tan pobres que no tenían de qué vivir [cfr. Yanguas, Diccionario...]. La ciudad de Cascante tenía asiento en las Cortes de Navarra, en virtud de su privilegio de ciudad franca concedido en el año 1458 [Idoate, en Rincones..., t. II, p. 62]. En el año 1561 surgen disputas entre las villas y ciudades con asiento en las Cortes sobre el orden de colocación, siéndole a Cascante asignado un puesto detrás de Zúñiga. Al sobrevenir la conquista de Navarra por las tropas de Fernando el Católico, una columna de 3.000 hombres de infantería y 400 caballos al mando del Arzobispo de Zaragoza entró en Aragón y sometió rápidamente a Cascante, así como Cintruénigo y Corella, siguiendo hacia Tudela, a cuyas puertas llegó el 14 de agosto de 1512. Consumada la conquista del reino de Navarra, Fernando el Católico reconcilió en 1513 por medio de un arbitraje a las dos casas rivales de Alcaides y Antillones que por largos años traían revuelta a la ciudad de Cascante. En 1520, el pueblo de Cascante hizo ordenanzas para su gobierno y el de su alcalde, regidores y justicia de ambos estados de nobles y labradores (Ref. Y. M.). En 1551, pertenecía su señorío y el del molino llamado del rey a D. Luis de Beaumont y D.ª Leonor, su mujer, varones de Beorlegui, los cuales lo vendieron por precio de 15.000 ducados de oro, de a II reales castellanos, a la ciudad, entonces villa, como consta de la escritura que existe en su archivo, otorgada el 26 de febrero, y en el año 1630 Cascante consiguió el privilegio de «La Unión de Hidalgos y labradores» para terminar con las continuas disputas que había entre ambas clases. [Idoate, Rincones..., t. I, p. 118]. Por la misma época obtuvo el título de Ciudad (18 julio de 1633), como Corella, mediante el pago de diez mil ducados para la hacienda Real. También se le concedió la jurisdicción criminal, un regidor más para su regimiento -que desde entonces tuvo cuatro regidores y dos «mudalafes»--, la separación de la merindad de Tudela, la vara de justicia y el goce de hierbas en los montes del Cierzo y Arguenzón. Estos privilegios costaron a los cascantinos unos 30.000 ducados, pero anteriormente la ciudad había desembolsado otros 18.000 ducados en donativos y ayudas al rey. Según refiere Idoate en Rincones... [t. III p. 173], el barón de Ezpeleta y vizconde de Valderro tenía en Cascante varias casas y heredades. La ciudad de Cascante participó en la guerra de Sucesión española [Rincones..., t. I, pp. 116-119]. En el año 1706 ayudó con dos compañías de 50 hombres a las tropas del teniente general San Gil, interviniendo en la toma de Mallén y Gallur. También intervinieron las cascantinos en el sitio de Magallón y en la defensa de la frontera por la zona de Ablitas. Cooperaron también en las operaciones sobre Tarazona, Sádada, Fustiñana y otras localidades, sirviéndo muchos cascantinos a caballo, a costa de la ciudad. En 1707 pusieron 110 hombres armados a disposición del coronel Marqués de Santacara. En el año 1710 recibieron y ayuda ron a la caballería del Conde de Malún. Atendieron además por esta época a ochenta soldados enfermos del regimiento de Asturias y Dragones, por no haber sitio en el hospital de Tudela. La ciudad quedó indefensa y un destacamento de caballería austriaca la ocupó sin resistencia, tras haber capitulado. Poco des pues entró en Corella el coronel de Infantería D. Fermín Veraiz al mando de un grupo de voluntarios y Cascante le ofreció su adhesión, poniéndose a sus disposición. El comandante de las fuerzas enemigas, Ferrer, escribió a los cascantinos conminándoles a que se sometiesen; pero Veraiz les aseguró que les socorrería a tiempo y Cascante ni siquiera contestó a Ferrer. Cascante sólo disponía de 30 voluntarios con su cabo y 4 compañías de paisanos de Corella, Valtierra, Arguedas, Cintruénigo y Fitero. Ferrer, al mando de más de 1.600 hombres, avanzó sobre Cascante el día I de noviembre de 1710 y se luchó encarnizadamente desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde, sufriendo las tropas asaltantes más de 250 muertos. Al quedar los sitiados sin municiones subieron al Santuario de la Virgen del Romero y desde la torre de la iglesia tiraron piedras al enemigo, hasta que capitularon honrosamente. Pero, faltando a su palabra, los soldados entraron a saco en las casas, hasta las cuatro de la tarde del día siguiente, huyendo a esta hora ante los dragones del Conde de Melún; llevaron en su huida cuanto pudieron transportar y 150 prisioneros, de los que asesinaron a tres, que fueron encerrados en la cárcel de Tarazona y tenidos varios días sin comer. Al retirarse los dragones de Cascante, fue de nuevo ocupada la ciudad el 17 del mismo mes, siendo saqueada otra vez. En el año 1711 los cascantinos solicitaron al rey una serie de mercedes, en vista de lo mucho padecido por su fidelidad. Fue entonces cuando, entre otros honores, se le concedió a la ciudad el título de fidelísima. Durante las luchas antinapoleónicas tuvieron lugar en ella varios encuentros armados. El general Lapaña logró imponerse a las tropas francesas que comandaba Lagrange, pero más tarde tuvo que retirarse ante la venida de refuerzos para el bando contrario. En cumplimiento de la ley de desamortización del 1 de mayo de 1855 se vendieron en esta localidad, en 1864, treinta y cuatro fincas rústicas y una pieza en Jibanco. [Ref. R. G. CH. «La D. C. en N.»].