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CASCANTE

La localidad de Cascante se asienta sobre un antiguo núcleo de época romana, que fue a su vez el germen de asentamiento de la posterior ciudad medieval. De este primer período de asentamiento romano, la villa conserva en la actualidad diversos restos arqueológicos que indican la relevancia que tuvo la localidad, sobre todo en época republicana. Así la urbe, contó con ceca propia y reflejo de ello, son la multitud de monedas encontradas. También se han hallado varios útiles de terra sigilata, así como los restos que todavía hoy se pueden apreciar de la antigua calzada romana. El Museo de Navarra por su parte, conserva diversos mosaicos y un ánfora, ésta del siglo I antes de Cristo, procedentes de Cascante. De época más tardía y en cuanto a arquitectura civil se refiere, la villa contó con un Castillo medieval en la cima de la colina sobre la que se asienta la localidad y del que prácticamente no queda resto alguno. En su perímetro urbano, existen diversos palacios del siglo XVIII. En los números 6,16,30 y 51 de la calle Martín Cereceda se levantan este tipo de construcciones barrocas en la mayoría de los casos, con tres cuerpos de ladrillo, balcón con forja antigua y escudo de armas decorativo. En la calle de Santa Vicenta López y Vicuña ocurre algo similar en los números 3, 4 y 5, mientras que en el número 27 de la vía de los Caracoles, se alza un Palacio del siglo XVII, con escudo decorativo, donde su mayor riqueza reside en el interior al albergar un Cristo del siglo XVI, así como una carta de navegación del año 1663. Respecto a otras calles en las que se pueda encontrar este tipo de arquitectura palaciega, destacan la Plaza del Obispo de Soldevilla, y la Plazoleta de Bobadilla. Cuentan también, con tres cuerpos enladrillados, balconada corrida en el principal y arquería de estilo ciego en el piso superior. La villa de Cascante, guarda su mayor riqueza arquitectónica dentro de los edificios pertenecientes al orden religioso. Dentro de su recinto convivieron varias ermitas tales como la de San Juan Evangelista, San Pedro, San Blas, San Francisco de Asís, San Sebastián, Santa Catalina y Nuestra Señora de la Misericordia, existiendo únicamente en la actualidad la construida en 1908 de San Juan Bautista, que guarda en su interior un retablo manierista del último cuarto del siglo XVI. De esta misma centuria destacan la Parroquia de la Asunción y la de la Victoria. La Iglesia de la Asunción fue levantada en concreto en la primera mitad del siglo XVI, por los canteros de Tudela López de Soroa y Luis de Garmendia, junto con el guipuzcoano Antón de Albístur. El templo es uno de los más destacados exponentes de iglesia renacentista de la Comunidad de Navarra. Destaca su planta de tres naves, dentro del estilo Reyes Católicos imperante en este periodo. Sufrió un incendio en el año 1939 y tras esta fecha se reconstruyeron el coro y diversos terceletes de la bóveda. En su apariencia externa, destacan el aparejo en sillería de sus robustos muros, así como el arco escarzano que presenta la portada ubicada en la zona de la Epístola. Entre otras dependencias de interés, se sitúan las diferentes estancias repartidas en su perímetro interior. En la zona del Evangelio se encuentra la Capilla del Cristo de la Columna, de finales del siglo XVIII, con una serie de pilastras propias del estilo barroco que sostienen la cornisa sobre la que se iza una bóveda de media naranja. En la zona del Presbiterio, se encuentra un retablo de traza moderna, que reutilizando elementos barrocos, ha venido a sustituir al retablo Mayor de estilo romanista, soberbia obra de Pedro González de San Pedro y Ambrosio de Bengoechea, comenzada en 1593, perdido en el incendio que sufrió el templo en 1939. Respecto a otro tipo de objetos artísticos, la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción alberga diversos grupos escultóricos de diferentes épocas, tales como una imagen gótica del siglo XIV, perteneciente a San Pedro, otra de San Antonio perteneciente al siglo XVI y diversos Cristos crucificados de los siglos XVI y XVII. En cuanto a útiles de orfebrería, en la sacristía existen bandejas y crismeras de plata de finales del siglo XVIII y del siglo XIX. Otro de los templos construidos en la localidad en el siglo XVI, es la Parroquia de la Victoria. Sus obras comenzaron en concreto, el año 1587 por medio de Juan Navarro dentro de un estilo gótico - renacentista. Esta parroquia perteneció al Convento de los Mínimos que poseía la localidad y del que en la actualidad todavía se pueden apreciar algunas dependencias. El templo de la Victoria, cuenta en su trazo inicial con una sola nave única dividida en triple tramo y cabecera en forma de pentágono. Las bóvedas que cubren la nave son de nervios mixtilíneos en la zona de la cabecera, mientras que el resto es cubierto con bóvedas de tipo estrellado. El resultado externo de la parroquia, refleja unos muros dotados de contrafuertes y paramentos de mampostería. En el siglo XVIII, se coloca en la zona del Evangelio una portada de ladrillo con arco de medio punto entre pilastras. Dentro del ajuar ornamental, la parroquia alberga en su interior diferentes retablos de estilo manierista de comienzos del siglo XVII; en la Capilla de San Juan Bautista, se halla el retablo de San Juan, con un solo banco y cuerpo de columnas pertenecientes al estilo jónico. De similar apariencia es el retablo de San Miguel, diferenciándose ambos, únicamente por el orden compuesto de sus columnas. En la zona del Presbiterio se encuentra otro retablo manierista de inicios del siglo XVII, dedicado a la virgen de la Victoria, formado por un banco y dos cuerpos con columnas de orden compuesto. Como motivos iconográficos, destacan un Cristo del siglo XVI, situado en la Capilla del Crucifijo de la Vera de la Cruz, una imagen de la virgen de la Asunción de estilo romanista decorada con policromía del siglo XVIII y otra de la Virgen del Pilar de inicios del siglo XVII. Además, cuenta el templo en los retablos que alberga en su seno, con diferentes lienzos votivos perteneciendo los más antiguos al siglo XVI. De orfebrería apenas se conservan piezas; solamente un cáliz de plata correspondiente a la segunda mitad del siglo XVIII. El tercer y último templo representativo en la localidad de Cascante, es la basílica barroca de Nuestra Señora del Romero, levantado sobre un antiguo templo del siglo XVI dedicado a San Marcos y del que en la actualidad se conserva una capilla. Con tres naves divididas en tres tramos y cabecera en forma de pentágono, su cubierta es en forma de medio cañón en la zona de la nave central crucero y en forma de bóveda de arista los tramos pertenecientes a las naves laterales. El resultado externo de la construcción presenta aparejo de mampostería en la zona de las naves laterales, estando únicamente realizada en ladrillo la zona de la cabecera. Destaca la rampa cubierta de acceso, con 39 arcos barrocos de ladrillo, que asciende desde el Portal de Santa María, en la villa, hasta la puerta de la basílica. De este mismo material se presenta en el exterior una torre con cuerpo octogonal en la zona de la Epístola. En su ajuar interno, destaca en la zona del Presbiterio, el Retablo Mayor dedicado a la titular, de estilo barroco y perteneciente a la primera década del siglo XVIII, comenzado en 1699, es obra de los tallistas José y Diego Serrano, junto a José, hijo del primero. Cuenta en su traza con un solo cuerpo dividido en tres calles, con columnas de estilo salomónico y con sendas imágenes de finales del siglo XVI, dedicadas a la Virgen y a Cristo. Entre otros retablos, el templo guarda uno de estilo gótico de inicios del siglo XVI, decorado con pinturas de estilo hispano - flamenco, obra de Pedro Díaz de Oviedo, dedicado a la figura de San Marcos y colocado en la capilla que lleva su nombre. Existe otro retablo de estilo manierista dedicado a Santa Catalina, que preside la zona del Evangelio, estructurado mediante columnas de orden compuesto. La Basílica cuenta con importantes piezas de orfebrería, tales como un cáliz de plata datado en el siglo XVI y varios otros de los siglos XVII y XVIII, con diferentes relieves e inscripciones.