Lexikoa

BUEY

Buey de los entierros. Hasta principios del siglo XX existió la costumbre, por lo menos en Gipuzkoa, de llevar, junto al féretro, uno o más bueyes, cubiertos por un manto negro que prestaba la iglesia, borlas al pescuezo y dos roscas de pan, una en cada asta. Permanecía durante la función atado a una argolla que solía haber en la pared de la iglesia con ese único destino. Al terminar los oficios se lo llevaban a casa y pagaban los derechos de entierro a la iglesia. Las familias menos pudientes llevaban un carnero, destripado o vivo, según las costumbres de cada lugar. Iztueta (s. XVIII) dice que se llevaban en los entierros de cierta importancia un par de bueyes bien ataviados y con abundantes campanillas o bien un hermoso toro con flores y adornos en las astas, o bien un carnero, aves, manzanas, castañas u otras cosas. El historiador Isasti (1625) habla de terneras y carneros en los entierros. Una canción del s. XV (anterior a 1429) dice, según Garibay: Lastur era bear dozu Milia, aita jaunak eresten dau elia, ana andreak apainketan obia, ara bear dozu andra Milia. Garibay explica el sentido de esta estrofa así: "Ella, hablando con su hermana doña Emilia, recién fallecida, llamada Milia en esta lengua, da a entender no haber sido bien tratada del marido y que ya debajo de la tierra fría, teniendo encima su losa, era menester que la llevasen a Lastur, pues su padre bajaba gran hato de ganado para sus funerarias y su madre adrezaba la sepultura". Refs.: Mújica, S.: Bueyes y carneros en los Entierros, "Revista Internacional de Estudios Vascos", 1920 (pp. 100-105); Aguirre, Domingo: Idia elizan, "Revista Internacional de Estudios Vascos", 1918 (pp. 69-70); Urquijo, Julio: Cosas de antaño, "Revista Internacional de Estudios Vascos", 1923 (pp. 350-352); Zavala, A. M. de: Los funerales de Azcoitia, "Revista Internacional de Estudios Vascos", 1923 (pp. 572-587); Caro Baroja, Julio: Los Vascos, 1958 (pp. 328 y 334).

Bernardo ESTORNÉS LASA