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Vitoria-Gasteiz. Historia

Vitoria es una ciudad que apenas aparece mencionada en las fuentes antiguas en fechas precedentes a la concesión del fuero en 1181, por parte de Sancho VI el Sabio de Navarra. A partir de ese momento la villa de Nueva Victoria adquirirá gran importancia. Pese a su ubicación en un punto dominante en el centro de la Llanada Occidental, en la colina de Villasuso, donde se asentaba el núcleo original, no se han encontrado restos que avalen la existencia de población con anterioridad a la constancia documental de la aldea de Gasteiz ya en el siglo X, aunque sí se han recogido en los alrededores. Los estudios arqueológicos que desde el siglo pasado se vienen desarrollando en nuestro entorno, han permitido conocer datos que indican que el ser humano, desde tiempos remotos, habitó en este territorio. La expansión de la ciudad a través de los siglos en torno a esa colina, especialmente en los últimos años, por efecto de las remociones del terreno, ha motivado el hallazgo de yacimientos prehistóricos, así como la destrucción de otros. La topografía de la zona va a marcar la elección de los asentamientos; en una primera fase será en los terrenos llanos, en los que existen numerosas graveras del Cuaternario fruto de aportes fluviales -antiguas terrrazas de la cuenca del Zadorra-, donde se va a localizar la mayoría de los restos prehistóricos conocidos, para ir instalándose en pequeñas colinas a medida que nos acercamos al cambio de era. En el último milenio a. de C. los poblados se instalan en zonas más elevadas como es el caso del poblado de Kutzemendi-Olarizu y el de Atxa en una colina a orillas del Zadorra, que le sirve de foso.

A través de un recorrido historiográfico por los yacimientos que rodeaban la antigua aldea, algunos de ellos dentro del actual casco urbano, vamos a intentar reconstruir las vicisitudes del poblamiento de Vitoria y de su entorno inmediato hasta la concesión del fuero.

Entre los años 1934-36 D. José Miguel de Barandiarán recogió en unas graveras sitas en el término de Aitzabal, en las cercanías del monte de Mendizabala, un bifaz de características acheloides. Actualmente esta pieza se halla en paradero desconocido, conservándose únicamente un dibujo. Los caracteres tecnotipológicos del ejemplar sugieren una antigüedad superior a los 100.000 años. El hallazgo en diferentes puntos de los cercanos Montes de Vitoria (El Gritadero y Dehesa de San Bartolomé) -aunque en contextos de época postpaleolítica- de piezas de apariencia musteroide, parecen confirmar la existencia de grupos humanos dedicados principalmente a la caza y a la recolección durante el Paleolítico Medio.

Tras un largo paréntesis sin que tengamos constancia de esa presencia humana, los siguientes indicios de ocupaciones nos remontan a épocas postpaleolíticas. Posiblemente, al Calcolítico-Bronce correspondan una serie de núcleos poblacionales caracterizados por unos medios de vida ya más influidos por el sedentarismo, con una incipiente agricultura que se emplazan en zonas bajas y que conocemos com "asentamientos o talleres al aire libre". En ellos se han recuperado industrias líticas talladas, otras pulimentadas y a veces manufacturas cerámicas denunciantes de las actividades cotidianas de aquellos individuos; se han localizado en ese mismo contexto de los Montes de Vitoria (Puerto de Vitoria-Castillo II ...) y en el más inmediato a la ciudad (Mendibiarte y Puente Alto).

Desde el punto de vista historiográfico, la Dehesa de San Bartolomé (Berrostegieta) es uno de los hallazgos más antiguos en nuestra provincia ya que fue descubierto en 1867 y publicado en 1880 por Ladislao de Velasco que nos permitió conocer las circunstancias de su hallazgo, aunque no de forma muy precisa, pues se mezclan piezas históricas, prehistóricas y restos antropológicos. Estos últimos se deben relacionar con la existencia de la Ermita de San Bartolomé, que se ubicaba en ese lugar. Entre las piezas líticas aquí recogidas destacamos: raederas, láminas, cuchillos, puntas de flecha y hachas pulimentadas.

Al mismo momento cultural hay que asociar los monumentos funerarios de tipo megalítico, algunos de ellos descubiertos en las cercanías del término municipal, como el de Eskalmendi en el año 1850 y el de Kapelamendi, ambos en la actualidad destruidos. A los yacimientos antes señalados tendríamos que añadir una serie de asentamientos de habitat disperso con fondos de cabaña, descubiertos en zonas hasta hace poco tiempo dedicadas a la agricultura pero que en la actualidad, por causa de la expansión de la ciudad, se hallan urbanizadas, como es el caso de Mendizabala y Arriaga.

Ya en una fase más avanzada, cercana al paso del II al I milenio a. de C. que conocemos como Bronce Final - Edad del Hierro, y que se extenderá hasta las inmediaciones del cambio de era, las gentes que habitaban en el término actual de Vitoria, van a introducir modificaciones en sus hábitos de vida influenciados por relaciones comerciales con otros pueblos más avanzados con grandes conocimientos sobre metalurgia, una agricultura más desarrollada, con ajuares cerámicos manufacturados y torneados más perfeccionados, y conocedores de nuevos sistemas de locomoción, como el carro, que facilitarán las relaciones entre unos pueblos y otros potenciando esa metamorfosis. En el aspecto religioso espiritual también se introducen transformaciones, siendo la más significativa la del rito funerario caracterizado ahora por la incineración de los cuerpos frente a las inhumaciones colectivas anteriores. Estos cambios igualmente se verán reflejados en el habitat, eligiéndose lugares elevados y marcándose ya un incipiente urbanismo que en los últimos siglos del milenio desembocaran en verdaderas ciudades que evolucionarán en torno al cambio de era, de acuerdo con la influencia de la cultura romana. Nuestro territorio no ha sido ajeno a estas transformaciones y contamos, al respecto, con interesantes exponentes: el poblado de Kutzemendi-Olarizu; el de Atxa y los conjuntos conocidos como depósitos en hoyos, que en algunos casos parecen corresponder a necrópolis de incineración como: Salbatierrabide, Landatxo, El Batán y Mendizorroza. Los materiales que se han recogido en estos lugares nos han permitido conocer su evolución en todos los aspectos antes citados.

Por su relevancia, o mejor conocimiento, vamos a efectuar una descripción más pormenorizada de los tres primeros que por orden cronológico son Salbatierrabide, Kutzemendi-Olarizu y Atxa.

El yacimiento de Salbatierrabide, descubierto en 1918 por el P. Barandiarán está considerado el primer hallazgo vasco atribuido al Bronce Final. Se localizaba en las cercanías del actual Pabellón de Deportes de Mendizorroza, habiendo sido destruido por la urbanización de la zona en 1977, razón por la cual quizás pase un poco desapercibido en los estudios actuales, máxime cuando también desaparecieron durante la guerra buena parte de sus materiales. A través de las excavaciones realizadas por el descubridor y los HH. Marianistas de Vitoria en la década de los años 20, se han definido tres niveles de ocupación: Romano, Hierro y Edad del Bronce. El más antiguo de estos horizontes culturales lo atribuyen a la Edad del Bronce y se caracteriza por una serie de "hoyos de incineración" con restos cerámicos y abundantes cenizas, objetos líticos tallados y pulimentados y restos de animales, que los excavadores calificaron como "sepulturas de incineración", definición que, como sucede en los casos similares de Landatxo, El Batán..., está sin aclarar. Un segundo nivel -poco conocido- se atribuye a la Edad del Hierro y en él se sitúan restos de habitaciones de planta rectangular, con hoyos excavados y abundante material cerámico. El nivel Romano parece relacionarse con una "mansio o villa" al borde de la calzada romana que discurría por sus cercanías. De esta época son muchos de los materiales recogidos, especialmente cerámicas de buena calidad, destacando los numerosos grafitos que aparecen en ellas: objetos metálicos -fíbulas en omega-, un interesante conjunto de agujas de hueso; monedas, etc. Quizás a esa fase cultural haya que atribuir también los restos humanos que aparecían en la capa superior y que, según el P. Barandiarán, conservaban a su lado ajuar, lo que nos hace sospechar se tratara de una necrópolis en la que se ha vuelto al rito de la inhumación.

Uno de los yacimientos importantes en el marco de las culturas de la Edad del Hierro del término municipal es el de Kutzemendi-Olarizu, ubicado en una colina al Sur de Vitoria y conocido también por la tradicional romería que se festeja en su cumbre en el mes de setiembre. Su emplazamiento responde al esquema típico de la mayoría de los poblados de esta fase cultural -Bronce Final-Hierro- en colina amesetada dominando la zona del entorno. Fue C. Saralegui quien en 1927 publicó la primera noticia sobre su carácter arqueológico; en 1950 se llevó a cabo una breve campaña de excavaciones -memoria inédita- que puso de manifiesto la existencia de un núcleo de población de la Edad del Hierro, caracterizado por una economía más avanzada con explotación de la metalurgia del hierro, dedicados a la agricultura y ganadería y con un incipiente urbanismo que nos permite hablar ya de una "ciudad" con viviendas angulosas revestidas de barro rojizo e industrias cerámicas -destacando las excisas- y metálicas, entre otras, de gran interés. Los comienzos del poblado se situarían en el Bronce Final evolucionando hasta el Hierro II definido por una aculturación celtibérica. En torno a la Romanizacion no existen indicios de su ocupacion, pese a que en una zona cercana, en la ladera sur, en el término de Los Balcones sí se han localizado restos de esa época. Aunque se puede hablar de núcleos habitacionales, en cambio las referencias a los ritos de muerte de esta fase cultural son escasas, pero relacionados con este momento y en el marco de la actual ciudad y su entorno; se han localizado varios parajes, en su mayoría en graveras del Cuaternario, en los que aparecen unos hoyos formando conjuntos con interesantes materiales cerámicos y metálicos de esta época (Bronce-Hierro). Son conocidos como "hoyos de incineración" por recogerse también en ellos restos incinerados. Destacan los de Landatxo (Gardelegi) en las cercanías de Kutzemendi-Olarizu que por sus características pudieran corresponder a su necrópolis; El Batán, Mendizorrotza y los ya citados en Salbatierrabide.

A caballo entre la cultura del Hierro y la época romana destaca el asentamiento de Atxa, situado al norte de la ciudad en una pequeña colina junto al Zadorra, que le sirve de foso. Descubierto en 1934 por J. M. de Barandiarán, las campañas de excavaciones dirigidas por E. Gil, han puesto de manifiesto la importancia de este establecimiento en el que se suceden dos fases culturales claramente diferenciadas; la más antigua se sitúa cronológicamente en un Hierro II típico de aculturación celtibérica con estructuras de habitación en las que destaca el trabajo de la roca de base con la finalidad de preparar el espacio interior así como el encaje de los muros y los postes de sustentación de los elementos emergentes -paredes, etc.- que se realizan a base de maderas y adobe. Este habitat, de tipo disperso, difiere del urbanismo de islas de casas en torno a calles, que ya se da en otros poblados contemporáneos de similares características culturales. Entre el ajuar recuperado sobresalen las cerámicas torneadas pintadas, aunque siguen predominando las manufacturadas sin ayuda del torno de tradición antigua, así como útiles de hierro, tanto de carácter bélico -armas- como de adorno. Un aspecto relevante de este poblado es el hallazgo de numerosos enterramientos infantiles -un total de 49- en el interior de las casas, costumbre ya detectada en otros establecimientos de la provincia y que ha perdurado en el País Vasco hasta nuestro siglo. Tras un período de abandono de varios siglos, en plena Epoca Romana, sobre esas estructuras se superpone un establecimiento campamental romano sin solución de continuidad con la población anterior. Este campamento se mantuvo en el lugar un corto período de tiempo -último tercio del siglo I d. C. comienzo del II-. Pese a su breve vida se han recuperado estructuras angulosas a base de muretes de piedra con diferentes funciones: barracones, almacenes, etc. en un marco urbanístico bastante bien definido. Del ajuar recuperado sobresalen por su cantidad las cerámicas -tanto en terra sigillata como común propias de la cultura romana-, y los objetos metálicos relacionados con el carácter militar del poblado -armas e indumentaria-, como con diferentes actividades artesanales, principalmente la carpintería y el adorno.

Como hemos visto al revisar el yacimiento de Salbatierrabide, Atxa no es el único caso de esa época de clara influencia romana que se da en el término de la ciudad, y a ellos habría que añadir otro importante foco en sus cercanías, concretamente en el pueblo de Arcaia -del mismo municipio- y que al igual que Salbatierrabide y otros asentamientos de menor entidad como Maniturri, (junto a Armentia) debemos relacionar con una de las principales vías de comunicación que en esta época cruzaba la provincia. Se trata de la calzada conocida como Iter 34, que enlazaba Burdeos con Astorga y que en nuestrra provincia discurría, entre otros, por los lugares de Arkaia y Zuazo de Vitoria, rodeando la actual ciudad. Al margen de que ya las fuentes literarias clásicas hacen referencia a ella, el hallazgo de un miliario del Emperador Póstumo en las cercanías de Errekaleor(barrio de Vitoria) y otros restos epigráficos en Armentia y Astegieta prueban este aserto.

Los nuevos sistemas económicos que se imponen con la Romanización, predominio de la agricultura y desarrollo del comercio a través de importantes rutas, van a favorecer la aparición de asentamientos en llano, algunos de gran importancia como el mencionado de Arkaia, otros de tipo militar como parece ser el caso de Atxa y núcleos de poblaciones de menor entidad "villas rústicas" situadas principalmente en torno a esa calzada o en sus cercanías, como es el caso de Mendibiarte y Maniturri en Armentia, y quizás Salbatierrabide, pero su destrucción nos ha privado de confirmarlo. En uno de los Itinerarios de las vías de comunicación que cruzaban el Imperio Romano, el conocido como de Antonino redactado entre los años 280 y 290 d. C. sobre la citada Iter 34, en el tramo correspondiente a nuestra provincia se cita la mansión de Suessatio entre otras. Las investigaciones realizadas al respecto permiten situarla en los alrededores de Vitoria, inclinándose buena parte de los historiadores por el término de Arkaia donde se localiza uno de los yacimientos más importantes de la provincia. De esta "mansión o ciudad" a través de campañas de excavaciones llevadas a cabo entre 1976-1981 y en 1995, se ha puesto al descubierto parte de su urbanismo destacando un conjunto termal y una serie de habitaciones en torno a una calle; todo ello fechado entre los siglos I y III d. de C., y que demuestran que se trata de un importante centro urbano que alcanza una extensión de 18 Has. y que permite situarlo entre las ciudades romanas de importancia del Norte de la Península. ¿Cuándo desaparecen estos pueblos romanizados para dar paso a las aldeas que surgen junto a ellos o en sus cercanías -como Arkaia, Gobeo, Gasteiz, Adurza, Olarizu...- de cuya existencia ya tenemos noticias en el siglo X? Nuestra hipótesis es que en unos casos mantienen su asentamiento, como es el caso de Arkaia, aunque perdiendo la gran calidad de vida que habían tenido en los primeros siglos; y en otros son abandonados (Atxa) pasando sus gentes a habitar las aldeas cercanas que van a surgir en ese momento.

FSU