Los monarcas de Navarra y Castilla se reunieron en Soria el 2 de junio de 1153. Allí acordaron el matrimonio de Sancho "el Sabio" con la hija del emperador, Sancha. De esta forma se forjaban unos lazos de parentesco y amistad que distendían al menos temporalmente el peligro de reparto del reino. El tratado de Soria también conllevaba, el reconocimiento de vasallaje al emperador y la entrega a Sancho III de Nájera, heredero de Castilla, de Artajona, Larraga y Cebror en el centro de Navarra. Estos territorios constituían la dote que el padre de Sancho VI, García Ramírez, otorgó a su segunda esposa Dª Urraca, hija natural de Alfonso VII. Urraca una vez viuda los conservó bajo su dominio y, al retirarse a Asturias, los cedió a su hermano Sancho III. Durante esos años el reino de Artajona creció con la incorporación de territorios en manos de tenentes o gobernadores que se coaligaron a la monarquía castellana, entre ellos el gobernador de la ciudad de Olite, Ramiro Garcés. Sancho VI por su parte, quería eliminar la presencia castellana en su reino y sobre todo, hacerse con las posesiones de Artajona.
En el año 1156 volvían a aliarse aragoneses y castellanos. Sancho VI se dirigió contra los aragoneses aprovechando la ausencia de su rey, que se encontraba en la Provenza. Recuperó la plaza de Fontellas y realizó una campaña de saqueo que llegó a las puertas de Zaragoza. Pero pronto inició las gestiones para conseguir la paz. Al regreso de Ramón Berenguer, el aragonés aumentó la presión sobre ciertos señores navarros para que se desvinculasen del rey navarro y éste trató de congraciarse con Alfonso VII. En el escenario político de ese momento era el emperador castellano el que tenía la última palabra, y por otro lado, necesitaba entablar buenas relaciones con él ya que estaba a punto de contraer matrimonio con Sancha, matrimonio que se celebró en 1157. La contrapartida de estas gestiones fue reconocer la dependencia castellana de Artajona.
En 1157 murió el emperador Alfonso VII, sucediéndole Sancho III "el Deseado", y Sancho VI reconoció en Soria el vasallaje al nuevo emperador, ratificando también el compromiso de matrimonio con Sancha. Tras la celebración de la boda, el monarca castellano reintegró a Navarra los dominios de Artajona, Larraga y Cebror.