Léxico

PAISAJE (GEOGRAFÍA)

Hidrografía, climatología y paisajes de Euskal Herria actual. El sistema hidrográfico vasco se caracteriza por la complejidad de su red y por la actividad de su aparato. Se observa, debido a la peculiar estructura del relieve del Pirineo vasco, una dualidad de vertientes o cuencas: la atlántica o septentrional, en la que lo abrupto de sus sierras y lo profundo de los valles provoca una activísima erosión del relieve; y la meridional, tributaria del Ebro, con pendientes suaves y amplios valles donde se acumulan depósitos de terrazas. Es cierto que (como ha indicado Kopp en 1965) la divisoria de aguas no coincide con un límite definido en el clima o en la densidad de la red fluvial sino que, al contrario, es la densidad del aparato fluvial quien se halla condicionada en primer grado por la intensidad de los regímenes de pluviosidad. Son llamativas las capturas por los altos valles de los ríos de la cuenca atlántica de las cabeceras de los afluentes tributarios del Ebro, en tal forma que según ha definido bien el geomorfólogo G. Wagner se aprecia un retroceso de la divisoria de aguas hacia el Sur. Similares fenómenos de captura, pero en sentido contrario, se han apreciado en la cuenca del Adour que actualmente "no representa más que el esqueleto de una red en otro tiempo más importante" (Sorre 1949:24). En la vertiente atlántica se pueden señalar, de Este a Oeste, el importante Adour con sus afluentes de la izquierda (Mendialçu, Urandia, Nive,...) los Saison, Bidouze, Uabia, Nivelle, Bidasoa, Oiartzun, Urumea, Oria, Urola, Deba, Ondarroa, Lea, Mundaka, Butrón, el conjunto Nervión-Ibaizabal-Cadagua, y el Somorrostro. En la vertiente meridional los afluentes del Ebro (de Oeste a Este: Omecillo, Bayas, Zadorra, Inglares, y el complejo conjunto Ega-Arga-Aragón) drenan una considerable extensión de Alava y Navarra. La climatología de un territorio viene condicionada básicamente por una serie de valores confluyentes, de distinta entidad: tanto geomorfológicos y geográficos (altitud, latitud, orografía y estructura de los relieves, proximidad a las líneas de costa, cuencas hidrográficas,...) como atmosféricos (regímenes de pluviosidad, vientos dominantes, temperaturas) o de carácter edáfico (distribución de las masas vegetales). A los que suelen añadirse factores variables de ámbito restringido (tanto espacial como cronológico): por diversificación estacional o de temporada más amplia (así dentro de la dinámica del glaciarismo cuaternario) o por circunstancias particulares del lugar (solana o umbría, orientación en valles más o menos abiertos,...). De lo cual se deduce, en lógica, la posibilidad de establecer la caracterización climática de un país en una serie de modelos territoriales distintos, tanto como la necesidad de reconocer diferencias locales o de ámbito reducido (microclimas, biotipos menores). Toda la tipología climática de un territorio debe ser cuidadosamente apreciada por el prehistoriador, pues condiciona inmediatamente los comportamientos de aquellas sociedades primitivas. Tanto en la selección de las zonas de habitat y de sus vías de migración, como en la organización de economías de explotación del medio: por las múltiples distintas posibilidades de orden técnico y cultural que ofrecen los diversos paisajes. El clima de Euskal Herria se caracteriza, en general, por la poco amplia oscilación térmica anual, por el frescor de sus veranos y la suavidad de los inviernos, por escasas precipitaciones de nieve y pocas heladas y por la abundancia de las lluvias. La misma diversidad del relieve e hidrografía del País justifica las peculiares matizaciones de combinaciones climáticas en distintos modelos de muy fácil identificación. En una simplificación general se aprecia una clara organización del suelo vasco en a modo de tres bandas horizontales que, de Norte a Sur, corresponden a las caracterizaciones: oceánica, de transición oceánico-mediterránea, y mediterránea de interior.

La banda septentrional, correspondiente a la vertiente norte, o atlántica del País, comprende las provincias de Vizcaya, Guipúzcoa y Laburdi, una buena parte de Benabarra y Zuberoa (en sus 4/5) y franja septentrional de Navarra y Alava. Su clima medio se califica como templado húmedo: es decir, mesotermo con máxima pluviosidad en la temporada de otoño-invierno, sin estación seca. La proximidad del mar afecta positivamente a esa matización climática: aportando masas de aire húmedo que provocan una fuerte pluviosidad, y dulcificando -por influjo de la Corriente del Golfo- las temperaturas invernales. Sus temperaturas medias se escalonan, de la línea de costa al interior, entre los 10° y los 4° en enero y los 21° y los 17° en agosto. Sus precipitaciones anuales son siempre superiores a los 1.000 mm.: llegando, en lugares, a los 2.000 mm.

Todo el tramo central, ya en la vertiente sur, o mediterránea (que comprende la mayor parte de Alava y la amplia zona media de Navarra), se caracteriza por su climatología mediterránea relativamente continentalizada. O sea, por su clima templado con estación seca. Tiene de precipitación anual del orden de los 500 a los 1.000 mm, dándose temperaturas medias en enero de 5° y 3° y en agosto de 22° y 15°. Dentro de ese amplio territorio se distingue una zona más propia de transición de lo oceánico a lo mediterráneo, ocupando las llamadas cuencas prepirenaicas (la Llanada alavesa o la de Pamplona): con caracteres propios.

El extremo meridional de Navarra, abarcando toda la Ribera tudelana y parte de la Ribera estellesa, ofrece una versión más extremada de aquel modelo de clima mediterráneo continentalizado, o mediterráneo de interior: menor pluviosidad, mayor amplitud en las temperaturas extremas del verano e invierno. Sus precipitaciones anuales no llegan a los 500 mm.

Aparte de esos tres grupos climáticos, el cardal pirenaico occidental, que ocupa una franja a uno y otro lado de la frontera franco-española (en Navarra, Benabarra y Zuberoa), presenta caracteres propios del clima de montaña, de matización subalpina. Su clima es más fresco y más húmedo: con temperaturas medias en enero de 2° y en agosto de 15° y con precipitaciones anuales superiores a los 2.000 mm. En la vertiente oceánica aquel clima templado de montaña viene modificado localmente por la orientación de los núcleos orográficos y la respectiva cercanía al mar. Si bien en Iparralde las influencias oceánicas, al no oponer apenas obstáculo las llanuras de las Landas y de Gascuña, se propagan hacia el interior con mayor facilidad. Se observa que, en general, las temperaturas medias anuales son en Vizcaya o en Guipúzcoa superiores a las de similares zonas costeras de Cantabria o de Asturias. Los inviernos son aquí también más suaves en tanto que los veranos vienen algo tardíos, alcanzándose las máximas anuales en agosto. Tomando como paradigma tres poblaciones costeras (Bilbao, San Sebastián y Biarritz) tenemos los siguientes datos climáticos de temperaturas:

Media de las mínimas (en enero)
Bilbao
San Sebastián
Biarritz
8,6º
8,3º
7,7º
Media de las máximas (en enero)
Bilbao
San Sebastián
Biarritz
20,5º
19º
20,5º
Media anual
Bilbao
San Sebastián
Biarritz
14,3º
13,7º
13,7º

El número de días con heladas supone una media de 5 por año. La pluviosidad siempre supera el metro cúbico anual de aguas recogidas por metro cuadrado: es de 1.142 mm. en Bilbao, de 1.397 en San Sebastián (con más de 160 días de lluvia al año) y de en torno a los 1.200 en Biarritz. En esta zona costera son muy escasas las nevadas. Las precipitaciones de agua vienen determinadas por los predominantes vientos del Oeste y del Nordeste, siendo especialmente intensas en el otoño y a comienzos del invierno. Ellas regulan el aparato fluvial; y no puede hablarse estrictamente en esta vertiente atlántica del País de épocas de estiaje. Las lluvias suaves de la franja costera (entre 1.000 y 1.500 mm.) se producen, así mismo, en tierras interiores de Iparralde: en Mauleon se da una pluviosidad anual en torno a los 1.700 mm.