Concepto

Minería. Canteros del yeso

Máximo Baroja Pérez de Montoya (Paúl-Poves 1930), manifiesta que "el trabajo en yeso en la zona, siempre ha sido complementario de las labores agrícolas y se iniciaba al término de la siembra, en enero/febrero, destinándose en su mayor parte a la venta".

Recuerda que en el pasado era habitual que cada uno de los que se dedicaban a esta actividad, tuviera o al menos explotara una cantera de la que "sacaban el material" para lo que hacían un agujero (barreno) utilizando una barrena que golpeaban con un mazo. En el orificio obtenido introducían pólvora que hacían explotar desprendiéndose trozos de yeso, en ocasiones mezclado con otros materiales.

Una vez separado el yeso, para lo que se utilizaban porras (o de nuevo barrenos si el tamaño de los trozos lo requería) se procedía a reducir los pedazos hasta conseguir las medidas adecuadas para los hornos de calcinación, a donde se trasladaban en carros de bueyes.

Los hornos tradicionales utilizados para calcinar el yeso eran de las mismas características que las caleras (karobiak, karabiak o kisu labeak) en las que se obtenía cal viva, empleando piedra caliza. En Paúl los hornos circulares de diversos tamaños los construían con piedras toba y areniscas revocándolos con arcilla, salvo en la parte superior o tapa (que se colocaba después de cargado el horno) para permitir la salida de humos protegiéndose de la lluvia con una tejavana de una sola agua.

Por las informaciones recogidas, entre otros, de José Ortiz de Urtaran Díaz (Paúl-Poves 1921), al igual que en el caso de las caleras en la base construían una bóveda apoyada en el fondo que servía de soporte al yeso que se colocaba sobre el mismo. Aunque no se ha podido comprobar, posiblemente también realizaban alguna abertura para facilitar el tiro.

Cargado el horno manualmente, en su mayoría por la parte superior se procedía a su encendido alimentándolo con leña de pino y abrojos así como "iñastras" durantes "tres días y tres noches lo que requería una vigilancia constante". Inicialmente el humo era oscuro y "cuando salía blanco era señal de que el yeso estaba cocido lo que se comprobaba partiendo manualmente algún trozo".

La siguiente operación era reducirlo a pequeñas porciones utilizando mazos y proceder a su cribado.

Durante décadas los artesanos de Paúl, cargaban el yeso en carros que tirados por parejas de bueyes llevaban para su venta a Vitoria, situada a 24,5 km.