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METALURGIA (PREHISTORIA)

Metalurgia del cobre en la Prehistoria vasca.
Algunas anotaciones culturales sobre la metalurgia del cobre en la Prehistoria vasca.

Sobre técnicas mineras y metalúrgicas. Hay una lógica relación de mayor abundancia de piezas metálicas (tanto de cobre como de bronce) allí donde se encuentran precisamente los filones de cobre y de estaño: Bretaña o Galicia, por ejemplo. Los demás hallazgos suelen ser atribuidos, por lo común y con cierta ligereza, a la importación: pero existen indicios de actividades mineras o metalúrgicas que permiten asegurar que se extendieron por doquier grupos de artesanos de notable movilidad. Abundan, ciertamente, más los afloramientos -de diversa rentabilidad- de cobre que los de estaño. Muchas explotaciones de cobre de época moderna en los ámbitos atlántico y pirenaico han podido ser parcialmente beneficiadas desde la Prehistoria. La única explotación minera prehistórica de nuestro territorio fue reconocida con seguridad por J. Maluquer de Motes en término de Urbiola (Navarra), excavándola parcialmente en 1958. Hay allí un afloramiento con filones de carbonato de cobre (azurita) que se explotaba en la Edad del Bronce: la pobreza del yacimiento metálico originó el abandono de las labores de extracción y el empleo de la cavidad producida en los trabajos de minería como cripta sepulcral colectiva. Los restos de los ahí inhumados (bien estudiados por M. Fusté como representantes de un grupo alóctono, de hiper-braquicráneos, de tipo dinárico-armenoide) y los ajuares cerámicos que los acompañaban han sido atribuidos por Maluquer al Bronce avanzado. Esta "Cueva de los Hombres Verdes" constituye, en efecto, en opinión de su excavador "la primera documentación de una actividad minera local durante la Edad del Bronce". D. Estavillo anotó, como fruto de sus repetidas prospecciones en el territorio treviñés, diversos indicios que pueden ser referidos -con no total seguridad- a actividades mineras o metalúrgicas. No es posible alcanzar hoy mayor afinamiento en las inferencias cronológicas o funcionales de los datos que aportó Estavillo, pero es de justicia dejar ahora constancia de ellos: fueron publicados en textos de las Actas del IV Congreso Internacional de la U. I. S. P. P. (Madrid 1945) y de las revistas "Zephyrus" (tomo VI, 1955) y "Estudios de Arqueología Alavesa" (tomo VIII, 1975). Por un lado debe destacarse el llamativo repertorio de mazos de cantera ("en número no inferior a medio centenar") de distintos tipos (cilíndricos, oblongos, prismáticos,...), a menudo dotados de un surco para su atadura y enmangue. Oscilan sus pesos entre los 0,6 y los 6,5 kg. y se corresponden con los tipos que se han descrito como habituales en los trabajos de cantera o de mina: tanto pudieron servir para la extracción del silex o de otras rocas aptas para el pulimento, como de minerales metálicos y su troceado posterior. También refirió Estavillo el hallazgo de algunas escorias de fundición de cobre cerca del pueblo de Araico: ¿serían prehistóricas? Tras aquella primera etapa en que los batidores de metal nativo, en frío o a temperatura no elevada, elaboraban planchas que se recortaban conformándose a los diversos tipos instrumentales, se produjo el uso de moldes univalvos de piedra para el vertido de metal líquido. No son esas piezas muy frecuentes: en su mayoría sirvieron para moldear hachas planas, cuya perduración en el tiempo (desde el Eneolítico hasta el final de la Edad del Bronce) está comprobada. El único testimonio firme en toda el área pirenaico-occidental de faenas de fundición es el molde de hacha encontrado en 1963 no lejos del dolmen de Mugasoro (en Otsola-Belate, Navarra) por J. M. Merino. El molde fue labrado en una piedra arenisca dura que no se corresponde con la roca habitual en el sitio de su hallazgo. De esa pieza se obtendrían hachas planas (con talón estrecho y filo ancho casi rectilíneo) de cobre o de bronce: medirían los productos de la fundición unos 131 mm. de largo, por 9 de espesor máximo, 90 en el corte o filo y 21 en el talón. G. Delibes (1977) ha recordado, explayando ideas de E. Sangmeister, que buena parte de los puñales de lengüeta y las puntas de Palmela de la Meseta Norte española y zonas limítrofes hubieron de ser elaboradas a partir de planchas- lingotes fundidos previamente en otras partes, habida cuenta de la total ausencia de sus moldes en este amplio territorio. Por otra parte, son evidentes "la huellas de martilleo en los flancos de las lengüetas de los puñales que denotan efectivamente un trabajo en bruto sobre las mismas (...) remachadas con posterioridad a la fusión".

Sobre las clases de metales y su ordenación en series. Los análisis de composición de las piezas metálicas permiten determinar con precisión las proporciones generales de los dos componentes básicos de la aleación (cobre y estaño) así como las particulares de diversas impurezas nativas. De ahí se deduce una organización de los utensilios, al margen de su tipología formal, en grupos a los que se concede un sentido geográfico, cultural o de seriación en el tiempo. En el cuadro adjunto se indica la proporción en cobre y en estaño de algunos utensilios prehistóricos vascos:

% de cobre% de estaño
Puñal de lengüeta (Gobaederra)90,91Sp
Puñal de lengüeta largo (Gobaederra)96,02Sp
Puñal de lengüeta corto (Gobaederra)95,010
Puñal de lados convexos (Gobaederra)94,06<0,01
Punzón de base monobiselada (Gobaederra)96,02<0,01
Punzón doble (Gobaederra)96,63Sp
Punzón doble (Gobaederra)90,12Sp
Punzón doble (Gobaederra)90,29Sp
Punzón doble (Gobaederra)91,67Sp
Punzón doble (Gobaederra)96,68Sp
Punzón doble (La Cañada)99,30?
Punzón doble (La Cañada)94,20?
Pulsera (Aranzadi)86,60?
Anillo acintado (Armendia)87,6012,4
Remaches (Abauntz)74,0011
Hacha plana (Arritxieta)97,000,5
Hacha de rebordes (Petrinaitz)86,9011,8

Esta "muestra" no es significativa por sí (pues se reunió al azar); expresa la caracterización básica en dos lotes de objetos: los de cobre (hachas planas, puñales de lengüeta o punzones largos dobles) y los de bronce (hachas de rebordes, algunos anillos y utensilios varios). Los análisis espectrográficos de los restantes componentes revelan la existencia de un panorama más complejo, organizable en series sucesivas en el tiempo:

Ia) En el Eneolítico y Bronce Antiguo el cobre es puro o con mínimas proporciones de impurezas: es el llamado "cobre nativo" (el grupo E oo de los analistas alemanes), considerado teóricamente el primer cobre de la Prehistoria europea. Su ejemplo, entre nosotros, puede ser el del punzón de Uelogoena Norte (impurezas=0). Ese grupo metálico es muy frecuente en Europa Oriental (Yugoslavia y Hungría) pero aparece un poco por todas partes, evidenciando la existencia de múltiples grupos de metalurgistas locales.

Ib) También del Eneolítico y del Bronce Antiguo son los cobres muy puros con cierta cantidad de arsénico natural (el grupo E o 1 ): resultan típicos de la Península Ibérica coexistiendo de hecho con el cobre puro. En este cobre arsenicado se fabricaron varios instrumentos de la Prehistoria del País: una punta de flecha de Obioneta Sur (As: 3,2%; resto de impurezas: 0,019), un puñal del Puerto de Herrera (As: 1 ,65; resto de impurezas: 0, 11 ), un hacha plana de Iruzubieta (As: 0, 16; resto de impurezas: 0) y otra del Museo de Navarra (As: 3, 1 ; resto de impurezas: 0, 12).

Ic) Probablemente les son contemporáneos, arraigando en el Bronce Antiguo otros cobres nativos que llevan sensibles proporciones de arsénico y níquel, o de plata:
  • del grupo de cobre arsenicado con níquel (grupo F 1 ) se pueden aducir los casos de un punzón de Los Husos (As: 1 ,6; Ni: 2,4), de un puñal corto de Obioneta Sur (As: 3,2; Ni: 0,14), de un puñal largo -o "lanza"- de Aitzbitarte IV (As: 2,8; Ni: 5,0) y de buena parte de los punzones de Gobaederra (en siete de ellos la proporción de arsénico va del 1,0 al 1,9, y la del níquel del 1,3 al 2,2).
  • del grupo de cobre con bastante plata se debe recordar el ejemplar de hacha plana de Doñane (Ag: 0,77; otras impurezas: 0,55).

    II) Al Bronce Pleno se atribuye el progresivo aumento en la proporción de estaño, dando origen a los "bronces tiernos" primero (resultando, casi siempre, de la presencia de impurezas nativas de estaño) y, pronto, al bronce en sentido estricto (con aleación intencionada de estaño). Como ejemplos de bronce tierno se presentan el del hacha de rebordes de Zabalaitz, elaborada con un cobre puro (del grupo E oo) con un 5 aproximado de estaño y ninguna impureza de otra clase, o la punta de flecha de Ausokoi (Sn: 2,8; resto de impurezas: 0, 12). La presencia "intencionada" del estaño aleado al cobre se detecta en la pulsera de Zubeinta, que emplea cobre también del grupo E oo pero con mezcla de estaño próxima a 10, y en el hacha de rebordes de Petrinaitz, con un 11,8 de estaño. Sobre esta etapa media del progreso metalúrgico convendrá advertir que en estos últimos tiempos se tiende a no modernizarla excesivamente. Así, por ejemplo, para G. Delibes ( 1977: 164) los bronces del estrato IIA de Los Husos deben de adscribirse al Bronce Medio o Pleno, frente a la postura de Apellániz que los refería a una facies del final del Argar B (con fechas hacia 1150 a. de C.: que a Delibes le resultan "excesivamente tardías y forzadas").

    III) En el Bronce Final se conoce la perduración de la aleación normal cobre-estaño y, como algo que surge en esta etapa, la incorporación a la mezcla de una cierta proporción de plomo. Tal sucede, por ejemplo, en tres hachas planas de la colección del Museo de Navarra (cuya proporción de estaño es del 10, y la de plomo del 1 ,7; 1 ,75 y 1 ,8), en otra de rebordes del mismo lote (Sn: 6; Pb: 0,53) y en un disco de Jentiletxeeta (Sn: 5,6; Pb: más de 5). Pérez Arrondo (1983: 65-66) insiste en los dos caracteres que, a su entender, condicionan los problemas de evaluación cultural y cronológica del proceso de la primera metalurgia en la Cuenca del Ebro. Por un lado está el aislamiento de la zona con respecto a los focos generadores o impulsores (lo bretón, lo portugués o lo meridional, en una primera etapa; lo atlántico o lo argárico, en una segunda) de esa renovación ergológica. Por otro, los consiguientes ritmos evolutivos internos propios de estas áreas aisladas y marginales. De esa forma resultará que algunos tipos instrumentales enraizan con los más antiguos modelos de otras regiones, sin evolucionar apenas luego y asociándose a la influencia del complejo campaniforme; para, por fin, "mantenerse con escasas resonancias exteriores hasta la arribada de las proyecciones atlánticas, incluso en plena Edad del Hierro" (pp. 58-59).

    Ignacio BARANDIARÁN MAESTU