Concepto

Mari

La vinculación de los fenómenos meteorológicos con un ser sobrenatural femenino y con sus moradas subterráneas, y las romerías populares realizadas a dichas moradas con el fin de controlar y canalizar dichos fenómenos, son cosas que podemos encontrar igualmente fuera de Euskal Herria. Gregorio de Tours nos describe una en el siglo VI, realizada al monte Helanus en el pueblo occitano de Gevaudan; en el siglo XIV, el monje germano Gobelinus Persona nos dice a propósito de los sajones de Westfalia, que usaban sus observaciones de los desplazamientos que realizaba su diosa en el firmamento entre el Año Nuevo y la Epifanía para pronosticar el tiempo. Y en el siglo XV, el francés Antoine de Lasalle escribe sobre su visita a la cueva de la Sibila en el monte Vettero de Norcia (Italia): La Sibila es una señora elegante y sabia, con poderes para devolver la vida a los difuntos y extender la prosperidad. Según algunos es la reina de las brujas. Reside en una cueva que se prolonga hasta las profundidades de la tierra. Un hombre que se convierte en serpiente guarda la cueva. Los que han entrado en ella dicen que de las entrañas de la tierra surgen vientos tempestuosos. Hallándose Lasalle en Norcia, las tempestades surgidas de la cueva arrasan las cosechas. Viendo la imagen del monte Vettero con su txapel de nubes, nadie que haya visto fotos semejantes del Anboto o del Txindoki se extrañaría de la semejanza de estas descripciones y las vascas.

Mari no ha vivido pues solamente en Euskal Herria, si bien ha sido entre los vascos donde ha permanecido más completa y más fiel a su versión original. Su ámbito geográfico ha sido mucho más extenso, como lo prueban los testimonios que acabamos de evocar. Y aunque es difícil hallar muchos más, tan precisos como los citados, estos nos legitiman para incluir en la lista otros testimonios más desvaídos y considerarlos como derivados de un tronco común. En este sentido podemos citar la pareja formada por la Madre Tierra y el dios serpiente cuyos vestigios se extienden por toda Europa e incluso más allá por el Asia Menor, como vinculada al ciclo mítico de Mari, sin temor a errar demasiado.

El análisis ideológico a su vez, coincide con el mapa que nos dibuja lo anterior. En efecto, para encontrar seres sobrenaturales que no impongan un designio a los humanos, debemos retrotraernos a tiempos muy remotos. El cristianismo y las culturas indoeuropeas constituyen nuestro contexto desde hace unos 2.500 años, y algunos más aún en el caso de occitanos, italianos y sajones. Más atrás aún encontramos los monoteísmos semíticos. Se puede afirmar que en los últimos cinco o seis milenios la tendencia dominante ha sido la de los dioses con designio y propósito. Y si nos retrotraemos aún más, por lo que nos enseña la arqueología llegaríamos a la revolución agrícola del Neolítico.

Aunque se trata de un tiempo realmente remoto, es ahí donde casan perfectamente la distribución geográfica de las leyendas y las conclusiones del análisis ideológico. El humano neolítico, pasa de ser parte de la Naturaleza a convertirse en su dueño y señor. De súbito, comienza a decidir qué plantas prevalecerán (las que él mismo cultiva) y cuáles se perderán (aquellas que perjudican a las que él cultiva). Qué animales progresarán (vacas, ovejas, etc.) y cuáles han de desaparecer (osos, lobos, etc). Tala bosques, rotura tierras,... transforma el paisaje. Una ideología nueva que no cabría en la mente del hombre paleolítico. El humano neolítico que se ha situado a sí mismo simbólicamente por encima de la Naturaleza, trata de controlar simbólicamente la meteorología, -no es más que otro eslabón de la misma cadena-, y no se representa voluntad alguna por encima de la suya propia.

Esa es pues Mari. Un ser sobrenatural, no divino, que la revolución Neolítica creó para simbolizar la Naturaleza. Un ser que, tras establecerse a lo largo y ancho de todo el mundo neolítico, y quedar después arrinconado y desfigurado bajo el empuje de las nuevas culturas dominantes en casi todo él, ha logrado sobrevivir y mantenerse reconocible en algunos rincones de Euskal Herria.