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LEGUTIANO

Primeras noticias. La más antigua y única memoria que se encuentra de su existencia es un Real Privilegio, dado por Alfonso XI, junto con la reina María, su mujer, y su hijo primogénito, el infante Fernando, en Toro, el 15 del mes de abril del año de 1333. En este documento hace el rey Alfonso al lugar de Legutiano, villa con el nombre que actualmente tiene de Villarreal de Alava, agregándola para que fuese mejor poblada, las aldeas de Hurnaga, Goiain, Urbina, Anguello, Nafarrate y Losu. Las palabras literales del privilegio son: "por gran livertad que habemos de poblar la nuestra tierra, é porque sean mas acrecentados los pobladores en ella, tenemos por vien de mandar poblar una Villa, en el Lugar que dicen Legutiano, que en Alava, porque sopimos por hombres bonos que era nuestro servicio, é que haya nombre Villarreal de Alava, é para esta Villa poblar, llamosles estas Aldeas, que son nuestras en Alava, Hurnaga, Goiain, é Urbina, é Anguello, é Nafaroate, é Losu, para que vengan, y morar los pobladores de ellas, que agora son, é otrosi que vengan y amorar todos, ó otros que quisieren venir, que no sean de los nuestros Lugares de Alava, ni de las otras nuestras Villas Realengas, é estos dichos Lugares de la dicha nuestra Villarreal. Todas estas Aldeas constan en el Cathalogo de San Millan, y sin otra mutacion material que ponerse, Hurna, por Huruaga, Goiahen, por Goiain, Anguellu, por Anguello, y Echosu, por Losu. A fin de que se lograse con toda la extension posible la poblacion de esta Villa, y para favorecer, y premiar á sus pobladores, concedió el citado Monarca en el mismo Privilegio, que á todos los que viviesen en ella hasta el dia de San Martin de Noviembre proximo venidero, en 10 años no pechasen pedidos, servicio, Martiadaga, Infurcion, Martiniega, Semoyo, Buey de Marzo, Portazgo, ni otro pecho alguno. Añade que para hacer mas bien y merced les dava, y otorgava, que tuviesen el fuero de las Leyes, conforme se dió á los de Alava. Fuera de esto les señaló, que tuviesen todos los Miercoles del año dia de Mercado, y que los que fuesen á comprar, y vender en él, no diesen en aquel dia portazgo, por lo que comprasen, o vendiesen. Que los Pobladores de las expresadas Aldeas tuviesen sus heredades como hasta entonces, sin embargo alguno, y la Villa poseyese las Aldeas tuviesen sus heredades como hasta entonces, sin embargo alguno, y la Villa poseyese las Aldeas con los terminos que tenian. Otrosi, los rios e fuentes, é aguas corrientes, é estantes en el territorio de la Villa. Que pudiesen pacer, y usar en los términos, y mojones que señalava el Rey á la Villa, y eran por un lado con la jurisdicion de Huvidia, é de la otra parte con Ochandiano, que és en Vizcaya, é fasta el agua de +++, é fasta las Cruces de Aramayona, é como parte terminos con Salinas de Leniz, por que nos lo embiaron asi decir, Fernan Ruiz de Gaona, Arcidiano de +++ é Sancho Martinez de Vitoria, nuestro Alcalde, al que nos embiamos á mandar, que supiesen los dichos terminos, é que nos lo embiase á decir, é estas dichas Aldeas, é estos términos, damos á la dicha Villarreal de Alava. Prosigue diciendo, que las dá con montes, terminos, deésas, entradas, salidas, rios, fuentes, aguas, corrientes, y estantes, en la misma forma ya expresada, reservando para si el Monarca, las Minas de oro, plata, hierro, ó de otro qualquiera metal, si las huviese. Prohibe el hacer, ó construir, ruedas, molinos, ni Aceñas, sin que intervenga su mandato, y aquellas personas que mediante el Real permiso hiciesen ruedas, y aceñas lo hagan con la obligación de ser la mitad para el Rey. Finalmente se advierte en este Privilegio, que en paz, y en guerra sirva la Villa al Rey, guarde sus mandatos, y los de sus subcesores, airados y pagados, y que ninguno de los Colectores de derechos Reales, no cobre hasta pasados los 10 primeros años de la Poblacion de esta Villa cosa alguna por esta razon. Que qualquiera que fuese contra el contenido del Privilegio, ni contra parte del, además de incurrir en la regia indignacion, incurra en la pena de 1000 maravedis de buena moneda, para el Rey, y para los pobladores, ó quien su voz tuviese, todos los daños, y perjuicios doblados. Confirmó este Privilegio el Rey Don Pedro, en las Cortes de Valladolid á 30 de Mayo de 1351".

Señorío de los Abendaño. Permaneció esta Villa unida a la Real Corona, hasta que en 1371, en las Cortes de Toro, a 29 del mes de Septiembre hizo la merced de ella el Rey Enrique II a Juan de San Juan de Abendaño, bajo la expresa condición, de que en el caso de faltar la sucesión en la Casa, fuese devuelta a la Corona, lo que efectivamente sucedió. Sin embargo, el nombre de este lugar figura como parte integrante de Alava en las Leyes y Ordenanzas de Hermandad confirmadas por el rey Don Juan en el año 1417. En el año 1487, los Reyes Católicos dieron una ejecutoria precisando las atribuciones del Concejo de Villarreal y su señor.

Guerras de bandos. En el año 1471 el conde de Haro tomó Vitoria y de allí dirigió sus tropas a Villarreal de Alava, con la idea de ocupar el pueblo y la fortaleza del jefe gamboíno Pedro de Abendaño. Pero acudieron en socorro de Abendaño tropas vizcainas, así como el conde de Treviño. El conde de Haro optó, tras varios días de combates en la llanura alavesa, por establecer una tregua en la lucha. De Villarreal el de Haro llevó sus tropas a Valmaseda [Ref. Aralar: "La V. de M. y la reconciliación de O. y G.", ed. "Ekin" n.° 35, Buenos Aires, 1949].

Pleitos vecinales. En el s. XVI los pleitos de esta villa con los concejos colindantes son muy frecuentes. Acerca del río Santa Engracia tuvo pleito con Cigoitia; con Ochandiano por cuestión del monte Quetura, con Mendiguren y Abechuco, con Durana, Nafarrate, etc. La cancillería de Valladolid dio una carta ejecutoria en el pleito entre Villarreal y la condesa de Escalona.

Gestiones para su emancipación. María Ladrón de Guevara y Abendaño, condesa de Escalante, fue la última poseedora del Señorío de Villarreal. Consta por Real Carta Executoria, despachada en la ciudad de Valladolid, a 6 del mes de Julio, del año de 1682, que desde el 1504, en que falleció sin sucesión Doña Francisca de Abendaño, sexta señora de Villarreal, puso esto villa la demanda, solicitando el que se declarase de vuelta, e incorporada a la Real Corona, en virtud de la expresada condición con que se hizo la merced a Juan de San Juan de Abendaño, por el rey Enrique II de que fuese devuelta a la Real Corona, verificándose la falta de sucesión en sus descendientes. No tuvo efecto la pretensión de la villa por entonces, pues fue amparado en su posesión, Martín Ruiz de Abendaño, nieto de Juan de Abendaño, tercer señor de esta villa, por sentencia de 6 de octubre, del año de 1506.

Villa realenga. Volvió de nuevo la villa a repetir la instancia, en el año de 1674, y consiguió el que se declarase la restitución, y vuelta a la corona, con todo lo a ella anexo y perteneciente, y los lugares de su jurisdicción, con los frutos y rentas, desde el 13 de febrero del año de 1674, que hubiesen restado, o podido restar del señorío, hasta la restitución y vuelta a la real corona. Se dio esta sentencia en Valladolid, el 12 de agosto de 1678, y se confirmó en revista en la misma chancillería en 2 de junio de 1682. Se le dio execución y cumplimiento en el siguiente año de 1683, y desde entonces permanece esta villa realenga.

Guerra de la Convención. El 13 de julio de 1795, el general francés Dessein se apodera de Villarreal.

Segunda guerra carlista. La segunda guerra carlista comenzaba en la primavera de 1872. La estructuración militar de las regiones alavesas en esta guerra estuvo representada por las "Comandancias de Armas". Alava estuvo dividida en ocho de ellas, una de las cuales fue Villarreal, pues era un pueblo de considerable importancia, teniendo en 1877 1.500 habitantes. En el año de 1875, durante el verano, Villarreal sufrirá duras acciones y grandes incendios por parte de los liberales.

Guerra de 1936-1939. A lo largo de la campaña en el País Vasco, Legutiano fue una posición sumamente codiciada por ambos bandos en litigio. Su privilegiada situación de punto de confluencia de tres carreteras, dos procedentes de Vizcaya y una de Guipúzcoa, la convertían en una verdadera llave de Vitoria, de la que le separaban solamente 16 kms. de llanada. Al tenerse noticia del alzamiento militar los republicanos y nacionalistas vascos de la comarca se hicieron dueños de la situación, iniciando una marcha hacia Vitoria, aunque serían hechos prisioneros por una columna que salía de la capital alavesa. Los nacionales situaron en Villarreal un destacamento de una veintena de guardias civiles al mando de un teniente. El 21 de julio, teniendo noticias de que una columna procedente de Mondragón se aproxima por Ibarra, los guardias civiles se dirigieron al puerto de la Kruzeta con el fin de detener su avance viendo cortada su retirada por otra columna que, procedente de Bilbao, se había apoderado del pueblo sin resistencia ninguna. Los guardias civiles fueron hechos prisioneros. Poco duró, sin embargo, la población en poder de las fuerzas leales a la República. La columna de Bilbao, insuficientemente preparada, se retiró a Ochandiano y el 22 entraron en Villarreal los efectivos de una columna que, al mando del coronel Alonso Vega, había salido de Vitoria. Esta ocupación por las fuerzas adictas al movimiento militar había de ser ya definitiva, no consiguiendo las fuerzas vascas, a pesar de sus esfuerzos, recuperar la población alavesa. El 4 de octubre se produjo un duro ataque republicano sobre Villarreal y posiciones al SO. de Arlaban, cediendo los nacionales la posición de Isuskitza, que recuperarían el 18 de ese mes. Estabilizado el frente y consolidada la línea defensiva desde Lequeitio (Vizc.) hasta Ubidea (Alava), el mando militar del Norte y el recién creado Gobierno Vasco planearon una gran ofensiva sobre Alava, que llevara a los batallones vascos hasta el Ebro. El primer objetivo del ataque iba a ser Villarreal. Se organizaron las fuerzas vascas en cuatro columnas dotadas con relativamente abundante material. La ofensiva sobre Villarreal, inicialmente fijada para el 27 de noviembre, tuvo que ser pospuesta a causa del mal tiempo, comenzando el ataque al amanecer del 30. Los pueblos de Cestafe y Elosu, el monte Oketa y el cercano embalse de aguas fueron rápidamente tomados. La Zona entre Mondragón y Arlaban sufrió asimismo fuertes ataques vascos. Villarreal padeció una intensa preparación artillera que duró toda la mañana. El ataque se inició por la tarde con apoyo de blindados tomándose el Maroto y tratando de cercar la población desde aquella posición elevada. Desde Vitoria se enviaron refuerzos a la guarnición de Legutiano. El general Mola, consciente de la gravedad de la situación, nombró al coronel Solchaga para el mando del sector alavés. El día 1 de diciembre se recrudecieron los ataques. Las fuerzas vascas conquistaron el monte Albertia y las alturas al SE. de Villarreal. Los defensores se vieron asimismo obligados a abandonar los pinares de Betxina y Txabalapea, de fundamental importancia, ya que la población quedaba así totalmente cercada por el fuego vasco y cortadas las comunicaciones con Vitoria. Al día siguiente, sin embargo, la columna del coronel Alonso Vega, que venía desde Mondragón en auxilio de los defensores de Villarreal, lograba recuperar aquellos pinares y romper el cerco. Los días siguientes la lucha había de seguir en toda su dureza por lo menos durante la primera mitad de diciembre. Las bajas y pérdidas fueron muy numerosas, principalmente por el lado atacante. Pero el ejército vasco no consiguió tomar Villarreal, cortándose así, en el inicio, la ofensiva sobre Alava. Los montes Albertia, Maroto y Jarinto permanecerían en poder del ejército vasco hasta el inicio de la ofensiva de primavera de 1937 sobre Vizcaya. Las tres alturas fueron fortificadas a conciencia, fortificaciones cuyo detalle conoció perfectamente el mando nacional, gracias a la traición del capitán Goicoechea. Su toma por los nacionales se produjo el 31 de marzo, primer día de la ofensiva sobre Vizcaya, tras devastador ataque de la aviación y artillería de Franco [Ref. M. Bande: La Guerra en el Norte, pp. 51, 185 y ss., 251-268; A. de A.: "H. D. G. E.", pp. 196 y ss.; Steer: El Arbol de Guernica, p. 83].